Por José Alejandro Godoy
Hernando de Soto ha aparecido en la última semana con una posición expectante en la campaña presidencial. A pesar de su dilatada trayectoria, ha sabido vender al público – sobre todo al más joven – nuevamente la idea del “candidato de lujo”: economista con estudios fuera del país y, como ofrecía PPK, finalmente consolidaría las reformas de mercado en el país. Sobre todo, porque ha buscado venderse como el padre de las mismas.
Precisamente, el pasado persigue a De Soto y, como hicimos la semana pasada, en esta columna reseñaremos algunos hechos que hacen ver que el postulante de Avanza País tiene una ligazón demasiado fuerte con el fujimorismo.
Comencemos por su lista. Según el portal Útero.pe, diez candidatos al Congreso han tenido algún tipo de postulación con las encarnaciones fujimoristas. Los nombres más conocidos son los de la excandidata a la alcaldía de Barranco María Teresa Dulanto – entusiasta defensora del indulto al condenado por violaciones a los derechos humanos – y el exdefensor de Alberto Fujimori en la primera década de los 2000, Diego Uceda.
Pero las cosas no solo quedan en la lista. En su equipo técnico, hay dos personas con cercanías claras con el fujimorismo. De un lado, Francisco Tudela, excanciller de la República, exprimer vicepresidente que bailaba – es un decir – El Ritmo del Chino junto al propio Fujimori y quien tiene una visión de las relaciones internacionales bastante tributaria de tiempos de la Guerra Fría. Su hija postula al Congreso por Avanza País, también bajo las mismas banderas conservadoras y habiendo sido asesora de Pedro Olaechea, el presidente del Congreso disuelto en septiembre de 2019. De otro lado, el general Marco Miyashiro, un héroe nacional por su contribución a la captura de Abimael Guzmán cuya imagen se desdibujó por su desempeño como congresista entre 2016 y 2019, en las filas de Fuerza Popular.
Pero quizás el principal ejemplo de la ligazón del candidato presidencial con el fujimorismo sea nada menos que él mismo. No solo fue asesor de Fujimori entre 1990 y 1992, sino que su principal contribución se dio luego del golpe de Estado del 5 de abril.
Como reseño en mi libro El Ultimo Dictador. Vida y gobierno de Alberto Fujimori, de Soto fue convocado por el gobierno autoritario una vez que los golpistas se dieron cuenta del pobre respaldo internacional a la interrupción del orden democrático. El hoy postulante a la Presidencia de la República fue quien elaboró el discurso en el que Fujimori prometía en la asamblea especial de la Organización de Estados Americanos, convocar a un Congreso Constituyente Democrático. Pero la perorata no era del todo original.
En 1996, el politólogo Charles Kenney dio a conocer en un artículo académico que varias de las frases del discurso de De Soto habían sido extraídas sin autorización a su colega Michael Coppedge, a partir de un texto escrito sobre Venezuela. Coppedge había hecho algunas consultorías para el Instituto Libertad y Democracia. Según indicó este último al periodista Gustavo Gorriti en 2011, el hoy candidato presidencial hizo uso de su tesis doctoral que no había autorizado a utilizar, menos aún para justificar un golpe de Estado.
Nuevamente, advertidos estamos.