Encierro forzado, plan de contención, reactivación económica y perspectivas
Hace un año, en marzo de 2020, a causa de la pandemia provocada por el COVID 19, la economía peruana fue afectada por un encierro forzado. Tal encierro generó una crisis de oferta que luego se uniría con una de demanda; ello por la caída brutal del empleo y de los ingresos, lo que consiguientemente afectaron al consumo. No solo eso, el aludido encierro también menoscabó a la inversión pública y deterioró de las expectativas económicas a la inversión privada.
Los efectos
El encierro forzado provocó una caída del PBI del 39% en el mes de abril y de 30% para el segundo trimestre del 2020, la caída más elevada a nivel mundial y la más alta contracción trimestral de los últimos 40 años, superando a las caídas trimestrales de -21% del cuarto trimestre de 1988 (hiperinflación) y de -16% del tercer trimestre de 1990 (shock).
El empleo en Lima Metropolitana se contrajo 55% en el trimestre móvil abril-junio, lo que significó una pérdida de 2.7 millones de empleos. Los grupos más afectados fueron las mujeres (-57%), los jóvenes (-68%), los trabajadores con educación primaria (-64%), las microempresas (-66%) y los trabajadores sin ningún tipo de seguro (-66%).
Los ingresos promedio de los trabajadores disminuyeron en 9%, en mayor medida en los mayores de 45 años (-12%) y en los sectores de construcción y comercio (-26%).
La recaudación de impuestos disminuyó a niveles del 47% principalmente por la caída de la producción, el ingreso y el empleo, pero también por el aplazamiento de declaraciones y pagos dispuestos por el gobierno.
A pesar del encierro forzado total, el sistema sanitario colapsó. El número de camas hospitalarias y de UCIs fueron insuficientes. Así mismo, hubo escasez de oxígeno en varias zonas del país. Nuestro país tuvo el mayor número de exceso de fallecimientos a nivel mundial.
Plan de contención
Para hacer frente a los efectos del encierro, el gobierno dispuso un plan con medidas monetarias y fiscales.
En el campo monetario la receta fue el incremento de la liquidez a través del Programa Reactiva, que permitió inyectar liquidez por 55 mil millones de soles (7.8% del PBI), beneficiando a más de 400 mil empresas.
Del total de los créditos otorgados, el 44% se canalizó a las MYPES. Según el Banco Central de Reserva, el crecimiento de la liquidez a octubre fue de 26%, la tasa más alta a nivel mundial.
En el campo fiscal el gasto público asociado a medidas contra el COVID19 fue de 22 mil millones de soles (3.1% del PBI). El aumento del gasto fue principalmente para las transferencias monetarias a las familias (bonos) por 13 mil millones y apoyo a los sectores de salud y educación.
Los bonos, aunque relativamente importantes en magnitud llegaron muy tarde, por problemas asociados a los padrones incompletos y desactualizados y porque solo 4 de cada 10 peruanos tienen cuenta bancaria. Al respecto, una iniciativa del Banco de la Nación permitió crear en poco tiempo más de 2 millones de cuentas digitales, sin embargo, no contó con mayor apoyo.
Las finanzas públicas se deterioraron como era de esperarse. El déficit fiscal se quintuplicó de 12.5 mil millones en el 2020 (1.6% del PBI) a 63 mil millones en el 2021 (8.9% del PBI).
El deterioro del déficit fue causado por la caída de la recaudación por 24 mil millones de soles, el pago de bonos por 13 mil y de otros gastos COVID por 9 mil.
El plan de contención no estuvo libre de conflictos entre el Poder Ejecutivo y el Congreso. La medida más relevante en este contexto fue la liberación de fondos de las AFPs dispuesta por el Congreso a veces con acuerdo con el Ejecutivo y a veces sin él.
Recuperación económica en forma de “K”
A partir de mediados de agosto, la primera ola del virus descendió abruptamente. Los infectados y los hospitalizados disminuyeron y en menor medida también la ocupación de camas UCIs. También disminuyó significativamente el número de fallecidos/día. La economía se abrió paulatinamente en las 4 etapas que dispuso el gobierno y la recuperación económica fue más rápida de lo que mayor parte de analistas esperaba.
En diciembre el PBI creció sorpresivamente 0.5% (en buena parte debido al efecto pesca) y en enero se tuvo una disminución de 1% (las comparaciones son respecto al mismo mes del año anterior).
Si en abril del 2020 caímos en un pozo de casi 40 metros, hacia fines del año pasado prácticamente habíamos logrado salir a la superficie. Se estima que en febrero la producción disminuya alrededor de 5% debido a los efectos de la segunda ola del COVID, que el gobierno no esperaba y tardó en aceptar, y a un encierro moderado que ha tenido consecuencias funestas en términos de fallecidos.
Pese a la mencionada recuperación económica, subsisten dos problemas: a) la recuperación económica no es a la misma velocidad en los sectores económicos; y b) el empleo y los ingresos se recuperan más lentamente.
El primer problema está claramente demostrado por los resultados del PBI de enero 2021. En dicho mes la producción fue menor en 1% a la producción de enero 2020. Los sectores que lideraron la recuperación y crecieron a tasas de dos dígitos fueron: Pesca (74.9%), Manufactura primaria (27.5%), Financiero y seguros (18.7%) y Construcción (15.2%); mientras que los sectores económicos que se mantienen rezagados y decrecen a tasas de dos dígitos fueron: Transportes, almacenamiento y correo (-18.8%) y Alojamiento y restaurantes (-16.6%).
En consecuencia, se trata de una recuperación en el que hay sectores que crecen significativamente y otros sectores que caen significativamente. Es una recuperación en forma de «K». Este tipo de recuperación tiene riesgos en la medida que el crecimiento a dos dígitos de los motores de la recuperación no fuera sostenible y la recuperación de los sectores que caen se retrase en la medida que el retorno a la normalidad depende de la producción mundial de vacunas y de un natural temor de la población para retomar hábitos previos a la pandemia (viajes, comidas fuera del hogar).
En cuanto al segundo problema, si bien el empleo se viene recuperando, tomará varios meses recuperar los niveles previos a la pandemia. En el trimestre móvil noviembre 2020-enero 2021 subsistían en Lima Metropolitana 600 mil empleos perdidos lo que se agravó en el trimestre móvil diciembre 2020-febrero 2021 aumentando a 762 mil los empleos perdidos en comparación con el mismo trimestre móvil del año anterior. Respecto a los ingresos, a febrero han caído 14% respecto a similar mes del año anterior.
Las perspectivas
En el año 2021 el PBI crecerá alrededor de 10%, básicamente porque se espera que el encierro forzado del 2020 no se repita y la comparación de niveles de producción se hará con un año en el que si hubo un encierro.
El reto en el futuro es lograr tasas de crecimiento uniformes en buena parte de los sectores económicos y recuperar los niveles de empleo e ingreso. Ello va a depender de que se acelere el proceso de vacunación y que las vacunas funcionen para nuevas variantes del virus.
Todo esto presenta al 2021 y probablemente al 2022 como años de mucha incertidumbre.