A los anuncios de los EEUU, el Reino Unido y la Unión Europea sobre reforzar la lucha contra el cambio climático, y al resultado de muchas de las demandas judiciales estratégicas que han obtenido resolución favorable —particularmente las que provienen de las futuras generaciones—, se suman tres hechos significativos —todos ocurridos durante la semana que pasó— que demuestran que el mundo está experimentando un punto de inflexión en el cual se está dejando atrás los combustibles fósiles para dar paso a nuevas tecnologías.
- El miércoles 26 de mayo se publicó la sentencia de una corte de los Países Bajos que ordena a la compañía petrolera Shell reducir sus emisiones en 45% al año 2030, tomando como año base el 2019. A pesar de que Shell podría apelar el fallo, este se debe cumplir provisionalmente.
Lo que hace que esta sentencia sea histórica no es solamente el hecho de que es la primera vez que una corte de justicia ordena a una compañía reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, sino el hecho de que la orden no sólo incluya las emisiones directas (las que provienen de los recursos de la compañía, como las de sus oficinas y los vehículos que usan sus empleados), sino también las indirectas (las que provienen de la cadena de valores de la compañía, como activos arrendados, la energía adquirida, inversiones, distribución, desechos, entre otros), que incluye las emisiones de los usuarios finales de sus productos. Es decir, Shell tiene que ver cómo reduce las emisiones de los aviones y otros vehículos que utilizan sus combustibles.[1]
La respuesta para lograrlo está en la propia compañía, a través de inversiones de 5 mil millones anuales en tecnologías renovables, electrificación y captura de carbono, entre otros. Es decir, la orden de la corte de los Países Bajos tal vez no sea tan perjudicial para la compañía como podría suponerse.
- La junta de accionistas de ExxonMobil eligió a dos miembros de la firma de inversiones Engine Nº1, que tiene una agenda activista en la lucha contra el cambio climático.
- Durante la más reciente junta de accionistas, casi dos tercios de los accionistas de Chevron votaron para que la compañía reduzca sus emisiones, no sólo las que provienen de sus procesos de producción, sino también de las que provienen de los productos que venden a sus consumidores.
Ni ExxonMobil ni Chevron tienen grandes inversiones en tecnologías verdes. Sin embargo, estos hechos evidencian el giro copernicano que está ocurriendo en el mundo de la producción y el consumo de energía. La mentalidad esta cambiando: la tecnología verde es cada vez mas accesible y por lo tanto está en directa competencia con la tecnología fósil.
Sin embargo, hay una contradicción en cómo se está llevando a cabo la política global de lucha contra el cambio climático. Mientras que, por un lado, el discurso de la emergencia climática es claro, alarmante y resonante, detrás de este existen países que están externalizando el problema hacia otros lugares. Por ejemplo, los EEUU invierten cerca de USD 20 mil millones en subsidios para los combustibles fósiles. Noruega —uno de los productores y comercializadores de petróleo principales en el mundo— produce y exporta petróleo a otros países, que, según su propia política, les ayudaría a esos países a acelerar su desarrollo. Sin embargo, hechos como este no ayudan a la lucha contra el cambio climático, pues no importa si las emisiones del petróleo noruego se dan en Noruega o en Nigeria.
Tenemos ante nosotros, un nudo gordiano a escala global. ¿Cómo se rompe? ¿Debe Noruega dejar de invertir en el desarrollo sostenible de su país y utilizar la riqueza generada por el comercio de combustibles fósiles para apoyar el desarrollo sostenible en otros países, en particular, los del Sur Global? ¿Deben los EEUU eliminar los subsidios y comprometer su competitividad?
La respuesta no es fácil.
Para el Perú debe quedar claro que hay nuevos mercados en los cuales puede participar entrando en la cadena de suministro y/o producción. Tiene materias primas para la elaboración de dispositivos de almacenamiento de energía, esenciales para la electrificación de la economía, que ya está encaminada en muchos países desarrollados. Pero la pregunta no sólo debe enfocarse en cómo enfrentar el reto de servir como exportador primario, sino también cómo prepararse para las demandas que requiere el cambio de tecnología cuando llegue al Perú.
[1] Esto, de acuerdo al GHG Protocol Corporate Standard, que ha sido incorporado por varías de las compañías más grandes del mundo, incluyendo Shell. Más información en el siguiente enlace: https://ghgprotocol.org/corporate-standard