En los últimos cincuenta años se asocia el desarrollo del Cusco con el turismo, con “la industria sin chimenea” una frase justificadora que oculta la liquidación de la industria productiva que existían hasta los noventa y que fue aniquilada por la política aperturista del fujimorismo que acabó con el mercado nacional y regional. El Perú en el mercado del turismo en América del Sur capta el flujo de visitantes apenas el 11% casi igual que Colombia, frente a Argentina con 20%, Brasil con el 19%, Chile con el 17%. Y a nivel mundial apenas captamos el 0.28%.
El “turismo responsabilidad de todos” es otra fase genérica, que pretende hacer consentir que todos los cusqueños en mayor o menor grado estamos ligados a los servicios turístico, como una de las fuentes de nuestro desarrollo regional. El aporte al PBI del Cusco es del 14% en el 2018, por debajo de la minería, hidrocarburos, y la construcción. Por otro lado el 54% de empresas de turismo son informales, por cuya razón sus trabajadores no cuentan con contratos laborales, seguros de salud y servicios previsionales. Las mujeres son las más desprotegidas considerando que en este sector trabajan 6 mujeres de cada 10 trabajos informales.
Pero igual que la minería que tiene enclaves en las provincias altas y el gas en La Convención, el turismo esta hiper concentrado en sus actividades alrededor de Machupicchu enclavado en el corredor a un sector del Cusco y Urubamba. El resto de las otras once provincias, tienen una escasa participación de las actividades del turismo.
El turismo en la región tiene un carácter monopólico, todo el eje de articulación del servicio se hace en función de Cusco – Machupicchu. El círculo o primer nudo se inicia con la captura mayoritaria de los pasajeros internacionales a través de Latam – antes Lan Perú subsidiaria de Lan Chile – provenientes de los mercados europeos y norteamericanos, así como los pasajeros nacionales por la vía Lima hacia el Cusco.
El segundo nudo: los pasajeros son alojados en los hoteles ligados a socios de la línea aérea en cuyos espacios venden artesanía y se prestan los servicios de transporte. El tercer nudo es con el tren concentrado en Perú Rail de propiedad de López Aliaga que maneja el 83% de los pasajeros y en menor medida a Inka Rail de propiedad de los Forsyth con el 17%. El cuarto nudo es CONSETTUR, que tiene posición dominante en el traslado de la estación a la ciudadela, por ser empresa única para unos cuantos kilómetros.
De acuerdo a los estudios existentes acerca del rubro, el 85% de las utilidades del turismo se reparten entre la cadena 1) aérea, 2) hoteles, 3) trenes y 4) CONSETUR; dejando apenas el otro 15% a las más de 10 mil unidades económicas, en las que se encuentran organizadas en: agencias y transportes de turismo, artesanos, restaurantes, etc. El turismo es entonces totalmente asimétrico para la población del Cusco, lo poco que dejan son las migajas.
Esta estructura socio económico del turismo, genera conflictos permanentes de un importante sector de pequeñas empresas y unidad económica familiares con los 4 grandes monopolios, contradicción irresuelta y poco visible por la dinámica del sector.
Solo así se puede explicar que en la primera vuelta electoral, el candidato de Renovación Popular Rafael López Aliaga, el “genuino” representante del turismo exitoso y rentable como se auto representa, apenas haya cosechado un magro 4.8% del electorado cusqueño, frente a los 38% de Pedro Castillo y los 20% de Verónika Mendoza. Los votos reflejan esa paradoja del turismo.