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sábado, septiembre 7, 2024

El largo eco del 6 de junio. Polarización y abismos

La segunda vuelta arroja un largo eco; la batalla no ha terminado y no terminará el 28 de julio. Aun así, sin que el humo espeso se disipe, es apreciable la crudeza del resultado del 6 de junio, un fuerte estallido del sistema político, el más explosivo de los últimos años, una polarización que ya fue reconocida, y diversas fracturas y abismos que aún demoran en ser admitidos.

En contra lo que se deseaba, el 6/6 ha confirmado que la democracia peruana está rota. Ese es el primer requisito de una política de pacto y unidad nacional de cara al futuro. Toda unidad se construye desde la diferencia y a veces, como ahora, desde el abismo. Despolarizar el país sería más fácil si al mismo tiempo se abordan las fracturas.

Observar el mapa de este deterioro es desafiante; obliga a identificar las piezas y es probable que en este esfuerzo nos topemos con los límites de los análisis que se reducen a la contabilidad de votos y la identidad de los actuales actores de una contienda prolongada.

Acercarse al resultado electoral plantea algunas áreas de observación. Detecto por ahora tres de apreciación directa -data dura- que son: 1) los votos como valor unitario y luego agregado; 2) los votos en los territorios; y 3) los votos comparados, tanto con la segunda vuelta de 2011, lo más parecido al modelo de polarización/fractura de este año, como la de 2016.

Una elite derrotada

El estallido electoral del 6/6 ha derribado a la elite nacional, en lo que coinciden varios análisis (Meléndez, López, Castro, y Méndez[1]). Este apunte no es menor; explica la dimensión de la derrota y reacción violenta al final del alineamiento de los grandes poderes en favor de una de las opciones, acompañado de una expresión cultural “anti-racional” inyectada de prejuicios, miedos, mentiras, descalificación e insultos (Portocarrero[2]). No es una derrota en frío, y por ello mucho es más simbólica; es el emblema de la invasión de una opción a un espacio que las elites consideran propio. El psiquiatra Rodríguez Rabanal ha llamado a esta reacción el miedo ancestral que atiza el pánico taliónico (Rodríguez[3]).

La caída incluye a la coalición de la derecha organizada ahora alrededor de Keiko Fujimori, que no es tan nueva como se parece, como afirma J. Alejandro Godoy (Godoy[4]). No sabemos cuánto tiempo dure el nuevo estado de cosas, y si el sistema asimilará este nuevo núcleo de poder que irrumpe. No obstante, es ineludible el significado de este desplazamiento, no en la dirección de una imposición del socialismo (sigo sosteniendo que Castillo no lo es, y creo que no necesita serlo), sino en el sentido épico de la toma del gobierno por una opción provinciana, diversa y excluida que preconiza el cambio.

El estallido ha convertido en abismo brechas anteriores. Son por lo menos tres:  Lima/regiones, costa/sierra, y urbano/rural. Su estudio ha empezado por la politología, aunque reclama el concurso de la economía y otras disciplinas del comportamiento. Un grupo de jóvenes intelectuales ha empezado a salir de la lógica binaria fujimorismo/antifujimorismo, trazando mapas creativos de estos abismos.

La reposición de la ideología

Así como no se explica los abismos sin el decisivo revés de las elites, tampoco se explica sin la esencia de la batalla de la segunda vuelta. Ella fue de las más feroces que pueda engendrar la política: la ideológica. El terreno fue escogido por la derecha. Se había pasado 30 años predicando que la derecha e izquierda ya no existían y, de pronto, no solo había izquierda, sino un comunismo antediluviano que pretendía adueñarse del país.

El rayado de cancha fue exagerado y violento. La campaña ideológica movilizó mediante el miedo a millones de electores y enganchó a las clases medias de las grandes ciudades. Sirvió para unir a la derecha y para que Fujimori remonte casi 30 puntos en seis semanas (tenía 20% en la encuesta de IEP del 25 de abril), un éxito innegable en la comunicación electoral.

No obstante, fue un giro temerario, una apuesta monista y sectaria que legitimó al adversario y no pudo convencer de la superioridad moral de la idea de “salvar” la democracia.

La campaña feroz autodefinió a la derecha; la mostró insuficiente para ganar una elección en medio de la crisis, a pesar de vestir la campaña con algunas propuestas populistas y de protección social.

La lucha ideológica suele ser cancelatoria porque todo se coloca en discusión; lo ideológico tiene una función constitutiva en las relaciones sociales debido a que ya no se trata de reflejos, sino de intereses (Nico Poulantzas). Es discurso, pero también realidad y obliga a las personas a situarse en ella.

Los ciudadanos escogieron su lugar en esta batalla creada con esas claves exageradas; al hacerlo, una parte del país disolvió los códigos simbólicos de la derecha (la apropiación de la bandera y de los colores de la selección de fútbol, el relato democrático patriótico y la amenaza del caos castillista), pero asumió su contenido. Deshechó el envoltorio y se quedó con el objeto. No hay duda que el voto por Castillo fue igualmente rojjblanco y democrático, solo que es la patria de los otros y la democracia de los otros.

La disyuntiva cambio/inmovilismo

La elite fue derrotada no por ser elite, sino por oponerse al cambio y resistirse a él. En medio de una feroz pandemia, pérdida de empleos, pobreza y hambre se puso sobre la mesa un relato estridente e inmovilista de la realidad donde lo más importante era ahogar a los enemigos de la patria. Fue un grito sonoro, pero en democracia no gana el que grita más, ni siquiera el más valiente, instruido, experimentado o conocido.

El voto del 6/6 fue ideológico; sintetizó la pluralidad de los significados de la segunda vuelta. Ese es el sentido del estallido electoral que ha sincerado el estado de la democracia del Perú y que, a pesar de sus números dolorosos y azarosos, repone la cuestión del cambio. Querías ideología, toma ideología.

La polarización de la segunda vuelta licuó en la disyuntiva cambio/inmovilismo los antagonismos previos y paralelos. Lo confirma la encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) post segunda vuelta que revela que la ecuación cambio (51%), inclusión (14%) y confianza (10%) definió el voto a favor de Castillo, haciendo un total de 75% de las razones ideológicas simbólicas y transformadoras[5].

El rayado comunismo/democracia se transmitió a una parte de los peruanos con significados distintos y hasta contrarios; fue un proyectil cuyo curso no pudieron controlar totalmente sus emisores, y que dio lugar a un juego dinámico de intuiciones, resistencias y silencios, jalonados con amenazas, publicidad y una exhibición de poder pocas veces visto. Mirko Lauer afirma que fue una forma de maltrato clasista, racista y macartista sin precedentes (Lauer[6]).

La polarización ideológica provocó el estallido. Sin ella, el voto podría haber tenido otros significados, aunque la presunción que la campaña de Fujimori no tenía otra alternativa es también atendible si se toma en cuenta su alto anti voto en abril y el bajo porcentaje obtenido en la primera vuelta (13%). Aún así, pudo haber “otra” candidata, con un discurso menos ideologizado y una coalición menos radical populista de derecha.

Primer abismo: Lima/regiones

En los resultados, el primer abismo reside en el aislamiento de Lima como capital nacional, territorio político y centro de poder económico. Castillo ganó en 16 regiones y Fujimori en 9, pero 10 territorios electoralmente liberados de la elite han votado contra esta en una intensidad mayor que en las segundas vuetas desde el 2001. Hay registros de ese comportamiento en otras elecciones, con las del 2011, pero esta vez los números son mayores. El asedio de Lima ha concluido.

Es cierto que en Lima KF obtuvo 65%, una victoria larga que acompañan La Libertad (60% contra 39%), Lambayeque (58% vs 41%), Piura (60% vs 39% ) y Tumbes (65% vs 34%). Sin embargo, en el otro lado del abismo hubo un aluvión de votos por Castillo. En 9 regiones PC supera el 70% de votos (Cusco 83% contra 16% de KF; Huancavelica 84% a 15%; Apurímac 81% vs 18%; Ayacucho 82% vs 17%; Cajamarca 71% a 28%; Madre de Dios 70% vs 29%; Moquegua 73% contra 26%; Puno 89% a 10%; y Tacna 72% vs 27%. (Cuadro Nº 1). ¿En Puno, 89% contra 11% es solo polarización o es también abismo?

Cuadro N.º 1

Resultados de la segunda vuelta 2011 y 2021

Fuente ONPE. Elaboración propia.

 

En otras regiones, la distancia a favor de Castillo es menor pero es todavía considerable. En Amazonas, PC le llevó 31 puntos a KF (65% a 34%), 17 en Ancash (58% a 41%), 35 en Huánuco (67% a 32%), 29 en Arequipa (64% a 35%), 17 en Junin (58% a 41%), y 33 en Pasco (66% a 33%).

El soledad de Lima es un problema de todos, incluso de las regiones que votaron distinto a la capital. Es, no obstante, es un serio problema primero para Lima y para la élite que opera alli y desde allí.

El cerco dentro de Lima, menos severo, también debe ser tomado en cuenta. Un cartograma elaborado por la geógrafa Moschella sobre la votación en Lima y Callao, mostró tres “anillos”, en el primero de los cuales, compuesto por una decena de distritos con más altos ingresos, Fujimori ganó con votaciones alrededor al 80%[7], en tanto que en los otros “anillos” de la capital, avanzando hacia su periferia, Castillo aumentó su adhesión hasta por encima del 40%. Son los casos de Chosica (47%), Pachacamac (46%), Puente Piedra (45%), Carabayllo y Ate (44%), y Cieneguilla (43%).

Gráfico N.º 1

Cartograma de los resultados de la segunda vuelta en Lima 2021

Elaboración Paola Moschella.

Fuente: Pata Amarilla (aquí).

 

Segundo abismo: costa/sierra

Los gráficos y mapas provinciales realizados por los politólogos Tomás Dosek y Jair Alva ponen énfasis en algunos fenómenos que parecen pasar desapercibidos: 1) las diferencias costa/sierra registran un mayor impacto que el corte tradicional y cerrado que realizan algunos análisis que apuntan a una brecha inexpugnable norte/sur, el primero favorable a KF y el segundo a PC; 2) Castillo fue más votado en la mayoría de las provincias en la primera vuelta (138) y en la segunda (152), respecto a Fujimori, que ganó en 40 provincias en la primera vuelta y en 44 en la segunda; y 3) aunque es cierto que Castillo fue el más votado en las provincias del sur, principalmente de la sierra, en tanto Fujimori lo fue en la costa peruana del norte[8] (Gráfico Nº 2). En resumen, hay más que un solo norte y un solo sur peruanos, y son más homogéneas la costa y la sierra.

Gráfico Nº 2

Resultado electoral de la segunda vuelta 2021 por provincias

Elaboración: Tomás Dosek y Jair Alva (aquí).

 

En este abismo, la mayoría de las grandes ciudadades y provincias más pobladas de la costa respaldaron a KF con cifras altas, en tanto la sierra y las ciudades menos pobladas muy contiguas a la costa respaldaron a Castillo con votaciones igualmente largas. En Piura, en la provincia de Piura, KF obtuvo 64%, pero en las provincias de Ayabaca, Huancabamba y Morropón, Castillo obtuvo 73%, 68% y 57%, respectivamente.

En La Libertad, en Trujillo, KF obtuvo 66%, pero en las provincias de la sierra liberteña PC obtuvo en Bolívar, Julcán, Pataz y Santiago de Chuco, 61%, 55%, 57%, 56%, respectivamente; y en Ancash, KF ganó en Santa (Chimbote) y otras cuatro provincias, pero PC ganó en las otras 15 provincias de la región con altos porcentajes.

Igual tendencia a aprecia en Ica, donde en la provincia de Ica KF ganó, pero PC ganó en 9 de los 15 distritos de esa provincia, y en los distritos situados al oeste de Pisco (Huancano, Humay e Indepdencia) y Chincha (Huarcapana, Chavin, Yanac y Alto Larán).

Piura puede ser un ejemplo de las brechas territoriales interregionales costa/sierra que integra la otra brecha urbano/rural. En este departamento, Castillo ganó en 34 distritos, que son principalmente de la sierra y zonas rurales, en tanto KF ganó en 31 distritos, de la costa y urbanos[9].

Gráfico N.º 3

Resultado electoral de la segunda vuelta 2021 en los distritos del departamento de Piura

Elaboración: El Piurano

Fuente: El Piurano (aquí).

 

Es probable que haya regiones con votaciones más homogéneas.  La idea de que territorios más desarrollados fuera de Lima votaron por Castillo, es atendible, pero no son los mayoritarios. Se entiende en algunos casos el valor del voto antifujimorsta y contrario al espíritu limeño. Es el caso de Arequipa, donde de acuerdo a un mapa del semanario El Buho, Castillo ganó en 97 de los 109 distritos del departamento, a pesar, inclusive, de la oferta del reparto directo e individual del 40% del canon minero. En el conteo provincial, PC gana en 7 de las 8 provincias arequipeñas y en tres de ellas con más del 80% de votos: Caylloma (86%) Condesuyos (81%) y La Unión (86%). En Caravelí venció KF (53%)[10] (Gráfico Nº 4).

Gráfico N.º 4

Resultado electoral de la segunda vuelta 2021 en los distritos del departamento de Arequipa

Elaboración: Josué Del Mar

Fuente: EL Buho (aquí)

 

El abismo costa/sierra reproduce en lo electoral otras brechas. En la mayoría de casos es el resultado de la ejecución de las políticas públicas y nos interpela tanto sobre el modelo neoliberal como sobre el estancamiento del proceso de descentralización, un resultado que no puede ser totalmente atribuido al centralismo y que coloca la pelota en la cancha de los liderazgos regionales cuyo anticentralismo es incompleto, por ineficaz.

Tercer abismo: urbano/rural

Los datos insisten, respecto de procesos electorales anteriores, en el abismo entre la votación urbana y rural. La mayoría de las grandes y medianas ciudades del Perú respaldaron a Fujimori con amplias votaciones, empezando por Lima (65%) y Callao (67%), a las que siguieron Piura (70%), Sullana (72%), Trujillo (69%), Tumbes (65%), Chiclayo (63%), Ica (60%), Arequipa (58%), Pucallpa (58%), Huaral (57%), Tarapoto (57%) e Iquitos (56%). No obstante, en otras ciudades, aunque de menor población, Castillo ganó también ampliamente, como en Juliaca (81%), Puno (80%), Andahuaylas (80%), Ayacucho (78%), Moquegua (76%) Cusco (68%) y Tacna (60%).

El abismo urbano/rural tiene obvias clave territoriales que, sin embargo es posible agregar. Tomando como base los datos de la ONPE a nivel distrital, y usando loa datos del Censo Nacional de 2017, el politólogo Francisco Rodríguez estima que Castillo obtuvo 71.37% en el ámbito rural y KF 28.63%. Al revés, en el ámbito urbano, FK obtuvo 54.54% y PC 45.46%. No obstante, si se excluye de la contabilidad el voluminoso peso de Lima y Callao, se tendría que en el Perú urbano Castillo ganó con 54.69% frente a 45.31% de Fujimori. Asi, en el ámbito rural en casi todas las regiones ganó Perú Libre, a excepción de Lima, Lambayeque y Tumbes (Rodriguez[11]) (Gráfico 5).

 

Gráfico N.º 5

Ganador de la segunda vuelta 2021 desagregado a nivel distrital

Elaboración: Francisco Rodriguez

Fuente: Elecciones – De igual a igual (aquí)

 

Lo rural, no es como se presume facilistamente, sinónimo de agrario. La mayoría de conflictos por el agua o relacionados con la actividad extractiva minera se localizan en territorios rurales, de modo que el abismo urbano/rural está asociado directamente a la imposibilidad del Estado de encarar conflictos, un espacio donde, de acuerdo al sociólogo Jesus Manya, la crispación y negociación son agendas comunes distantes a la tranquilidad social de las ciudades, y donde el canon, regalías y convenios marcos de inversión fueron siempre arrancados a través de movilizaciones (Manya[12]).

En esa dirección habría que recuperar otras votaciones a favor de PC en territorios rurales al mismo tiempo anti Lima, anti Estado y anti empresa. La ONG CooperAcción ha listado 13 provincias donde se encuentran los proyectos mineros más importantes del país y en los que Castillo obtuvo altas votaciones, como Espinar (92%), Chumbivilcas (96%), Cotabambas (91%), Huari (88%), Yauli-La Oroya (67%), Huancabamba (68%), Celendin 80%) e Islay (71%), entre otros[13].

Un informe de Pata Amarilla, ha detectado del mismo modo otro sentido del voto contra el Estado, y en este caso contra la ley, en las provincias de actividad cocalera ilegal, de acuerdo al monitoreo que realiza la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). En las provincias del VRAEM, Castillo obtuvo altas votaciones, como en Huanta (80%), La Mar (86%) o Satipo (55%) (Silva[14]).

 

No es posible despolarizar el país luego de las elecciones si no avanzamos desde el reconocimiento de la polarización al reconocimiento de los abismos. Resuelto el problema de la proclamación del nuevo presidente, la formación del Gobierno y la instalación del Congreso precisa encarar al mismo tiempo el problema del cambio y de la unidad nacional que eviten un quinquenio pantanoso (Arroyo[15]). La democracia no es, exclusivamente, la suma de los votos. Necesita de los que ganaron y de los que perdieron. No hay gobernabilidad sin vencedores y vencidos.

[1] Meléndez, Carlos (aquí); López, Sinesio (aquí); Castro, Jonathan (aquí); y Méndez, Cecilia (aquí), entre otros.

[2] Portocarrero, Felipe (aquí)

[3] Rodríguez Rabanal, César (aquí)

[4] Godoy, José Alejandro (aquí)

[5] Encuesta IEP 21.06.2021 (aquí).

[6] Lauer, Mirko (aquí).

[7] Moschella, Paola (aquí).

[8] Dosek, Tomás y Alva, Jair (aquí)

[9] El Piurano (aquí).

[10] Del Mar, Josué (aquí)

[11] Rodríguez, Francisco (aquí).

[12] Manya, Jesús (aquí).

[13] CooperAcción (aquí).

[14] Silva, Manuel (aquí).

[15] Arroyo, Juan (aquí).

8 Comentarios

  1. Una visión introspectiva de nuestra variopinta sociedad; es evidente de que las provincias y conglomerados rurales han expresado una voz que quizás nunca se escuchó; no obstante las claras señales dadas con anterioridad; (Ollanta) es tambien una llamada de atención a nuestra clase política que no tuvo la capacidad de ver sinó los standares internacionales de crecimiento y desarrollo; cuando al interior el abandono y desasosiego se vieron catapultados por la crisis sanitaria que nos enrostró la pésima gestión de desarrollo humano e igualdad que el interior reclama y con absoluta razón.

  2. Buen análisis, en una mirada prospectiva se deben plantear diversos escenarios políticos. Los desafíos de Pedro Castillo para atender a la demanda de cambio e inclusión son enormes.

  3. Esperando que un eventual gobierno del cambio a este sistema neoliberal, que no puede mostrar en la gran mayoría de peruanos su real «crecimiento económico» y sus beneficios; logre salir adelante buscando el consenso y la unidad nacional. felicitaciones pata amarilla por este ensayo muy objetivo y Dinámico.

  4. Muy buen articulo que nos permite avizorar la inmensa tarea de conciliación que le espera al próximo presidente. Dios, los políticos elegidos y la ciudadanía en general tenemos la gran responsabilidad de no tener una vez más un quinquenio perdido

  5. El mejor artículo que hasta hoy he leído. Sintetiza varias opiniones analíticas sobre los resultados finales de la segunda vuelta electoral. Gracias.

  6. Muy buen artículo que combina varios ejes de análisis.
    Me centro en la importancia de éste y similares trabajos:
    Contribuye a esclarecer la dificultad que tenemos para constituir una Nación. Y, cómo aquí mismo se afirma, no hay forma de solucionar un problema sin primero reconocerlo. Es urgente lograr que crezca y se generalice la conciencia de la polarización que tenemos que vencer, logrando puntos de encuentro y de aceptación del «otro». Lo más difícil va a ser que los privilegiados (aterrados de perder sus privilegios) derrumben los muros que ellos mismos han construido para defenderse de los que no lo son.

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