Ha transcurrido una semana desde que la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, acudió al Congreso de la República para exponer la política de gobierno y solicitar el voto de confianza, tal como dispone la Constitución Política del Perú.
Mirtha Vásquez inició su intervención con un llamado al consenso entre los poderes del Estado; un llamado necesario y oportuno en el contexto actual en que las diferencias de opinión han llegado tanto a la agresión verbal condensada en el “terruqueo”, como a reiteradas alusiones a vacancia v/s cierre del Congreso.
El eje de su presentación estuvo puesto en los derechos de las personas, incluyendo la lucha contra toda forma de discriminación y la búsqueda de las personas desaparecidas con metas concretas para los próximos años. Firmes referencias a la lucha contra la violencia hacia las mujeres y el respeto a los derechos y a la identidad de género y orientación sexual, marcan una opción por un Estado que apunta hacia la igualdad y la no discriminación, en contraste con posturas extremadamente conservadoras que niegan el derecho a la diferencia y la libertad. “Quiero poner énfasis en que todos los poderes del Estado necesitamos empujar en una misma dirección para construir una sociedad en la que no existan ciudadanos de segunda clase, por etnia, género, orientación sexual, idioma o edad”, ha dicho Mirtha Vásquez.
Para hacer frente a los estragos del Covid – 19, la presidenta del Consejo de Ministros ha propuesto una política de gobernanza sanitaria, que incluiría no sólo las indispensables acciones contra la pandemia, sino además la unificación progresiva de los sistemas de salud y una especial atención a la tan abandonada salud mental, la atención primaria, entre otros aspectos.
Sea cual fuere nuestra afinidad política, no podemos ignorar que el de Pedro Castillo es un gobierno de izquierda –así ganó la elección- por lo que no debería sorprender que la premier defienda la redistribución mediante una reforma tributaria, la denominada segunda reforma agraria que incluye el fomento del asociativismo de los agricultores, así como la reactivación del Consejo Nacional del Trabajo y el impulso al Consejo de Coordinación Intergubernamental, entre otras medidas de corte progresista.
El discurso de investidura ha contemplado, además, medidas de lucha contra la corrupción focalizadas principalmente en el acceso al servicio público y las facilidades para las denuncias ciudadanas. Medidas que, desde mi punto de vista, pueden ser aún más amplias y ambiciosas.
Hay más, pero ahora me basta con esto para comprender el enfoque que la premier Mirtha Vásquez busca imprimir a su gestión.
Es penosa la repentina muerte del congresista tacneño Fernando Herrera Mamani ocurrida el mismo día de la presentación del gabinete; no obstante, resulta extraño que este luctuoso suceso haya motivado que se postergue por diez días el debate de investidura y la votación de la confianza al gabinete Vásquez. Los cálculos a los que se atrevieron algunos especialistas el mismo lunes 25 de octubre estimaban que Mirtha Vásquez y su gabinete obtendrían el voto de confianza. Por tanto, resultan consistentes análisis como el presentado por Eduardo Dargent según el cual los congresistas de oposición buscarían que en el lapso de la postergación el Gobierno incurra en errores que hagan inadmisible el voto de confianza; como lo es también el de Paula Távara que sostiene que –además- el Congreso busca “hacérsela difícil” al Ejecutivo, una especie de guerrita sinsentido a la que empiezan a acostumbrarnos algunos líderes parlamentarios.
Salvo las consistentes objeciones al ministro del interior, no pareciera existir razones de peso para negar la confianza al gabinete ministerial. Pero la política no es el reino de la razón y los errores pueden efectivamente producirse por lo que toca esperar estos largos días hasta el jueves 4 para conocer los resultados del debate y el alineamiento de las bancadas, sus facciones y sus votos.