En el transcurso del año se desarrollaron elecciones presidenciales y congresales en Perú y Chile, cutos resultados para algunos con muchas similitudes y para otros con muchas diferencias y particularidades, a pesar que en la geografía electoral ambas son consideradas como representaciones de izquierda.
Mientras que la elección de Gabriel Boric de Apruebo Dignidad, es parte de un proceso de acumulación de fuerzas: programáticas, sociales, políticas, electorales; Pedro Castillo es fruto del mal menor y del anti voto fujimorista, carente de programa y partido, sindicalista que es distinto a representar a la izquierda.
INSTALACIÓN DEL DISCURSO ULTRADERECHISTA
Donald Trump en los EE.UU. y Jair Bolsonaro en Brasil, marcaron una tendencia conservadora en el discurso y agenda político-electoral en el continente. Racismo abierto contra los sectores populares y plebeyos, fundamentalismo y uso del aparato religioso de las iglesias evangélicas, antifeminista y contrario a derechos civiles de las minorías, anticomunismo primitivo, militarismo y paramilitarismo.
En Chile siempre existieron partidos de la derecha, con una larga trayectoria institucionalizada con es la UCI y RN, con alianzas electorales permanentes que han llevado a la presidencia en dos ocasiones a Sebastián Piñera; con lejanías y cercanías se consideran herederas blanqueadas del régimen de Pinochet, por lo menos en lado económico.
En el Perú los partidos de la derecha son informales o en el mejor de los casos clubes o empresas electorales con propietarios, como son: el fujimorismo, AP, APP de Acuña, Podemos de Luna y recientemente Renovación Popular de Rafael López, entre otros.
En el caso chileno el surgimiento de José Antonio Kast y sus republicanos, en las elecciones anteriores, gatillaron el pinochetismo desembozado para diferenciarse de sus socios blanqueados de UCI y RN; para construir un espacio ultraderechista y desde ella terminar polarizando el discurso; proyecto que han logrado con el ballotage y la hegemonía discursivo, en representación de la centro derecha y del pinochetismo abierto.
El fujimorismo surgió como reivindicación y continuidad de la dictadura de Alberto Fujimori; pragmático y populista clientelar de derechas, sin embargo con un ADN de corrupción generalizado; esta característica insuperable ha generado derrotas sucesivas ante: Ollanta Humala, PPK y recientemente Pedro Castillo, porque cosecha el anti voto o el voto del mal menor que, es es un humor mayoritario en el país.
La llegada de Rafael López desde Renovación Popular, instalando un discurso ultraderechista en las elecciones, fue una tabla de salvación para el fujimorismo que, tomó prestado hasta apropiarse del relato ultra conservador; performance con que el pasaron a la segunda vuelta y a pesar de ella volvieron a perder, pero que le ha permitido abrirse puertas en la “internacional iberoamericana” que promueven los fascistas y colonialistas de Vox desde España y cuentan con el aval de Mario Vargas Llosa.
La disputa por la hegemonía de este sector es mortal, Rafael López sabe que tiene el tiempo a su favor y cada vez polariza aún más su posición, obligando no solo al fujimorismo a trotar por este sendero, sino que ha teñido a la propia centro derecha con esta agenda; por supuesto con la complicidad de los medios de comunicación nacional, militantes y partidarios de esta tendencia violentista y corrupta.
LOS ROLES DEL MOVIMIENTO SOCIAL
En las últimos años en el país del sur, hemos observado un intenso trajinar del protagonismo popular: primero fueron la revolución de los pingüinos, escolares que irrumpieron la tranquilidad y estabilidad del modelo; luego llegaron la potente movilización de las feministas, universitarios, reivindicación de los Mapuches y otros pueblos, la demanda de regionalización, la voz de los trabajadores de la cultura y la intelectualidad, entre otros. Movimientos diferentes, diversos y transversales, pero articulados y enfrentados al modelo y la vieja clase política de derechas e izquierdas; la primera batalla ganada por las fuerzas del progreso se dio en las calles y en el sentido común de cambiar la herencia pinochetista.
Las movilizaciones en el Perú también fueron potentes, pero fragmentadas, sin articulación política y social. Las mayores huelgas y movilizaciones se ubicaron en las regiones y comunidades, frente al abuso social y ambiental de los enclaves mineros e invasión de territorios amazónicos, como en: Cajamarca, Tía María en Arequipa, Espinar en Cusco, Las Bambas en Apurímac, Bagua, entre otros, fueron masivas y sacrificadas, sin acompañamiento de fuerzas nacionales y menos partidarias.
Otras movilizaciones radicales en contra del golpismo congresal fujimorista, fueron golondrinas heroicas que pueblan las calles de cuando en cuando. Todo ese hastío y rechazo social, no tuvo instrumentos organizativos de canalización, por cuanto los grandes gremios laborales, agrarios, estudiantiles, se encuentran en crisis o son burocráticos con agendas corporativas y a la defensiva. El esfuerzo de la Asamblea Nacional de los Pueblos, apenas fue una buena intención sin voluntad y organización por las bases.
En cambio el primer punto culminante del movimiento social y político en Chile, fue arrancar el proceso constituyente y ganar sus elecciones por abrumadora mayoría; el campo de batalla social se expresó en la representación constitucional diversa, renovadora y plurinacional que, reemplazará a la Constitución Pinochetista. La energía del momento constituyente fue tan potente que, hasta sectores políticos y sociales de la derecha aceptaron y participaron de las elecciones, rompiendo al pinochetismo duro reacio a cualquier cambio.
Por este lado, la derecha peruana ha preparado su resistencia frente al proceso constituyente; sabedor que tienen pocas probabilidades de seguir legitimando la Constitución Fujimorista en el terreno social; concentró sus energías en tener mayoría parlamentaria, para impedir cualquier tipo de reformas desde el Congreso, por ejemplo cerrando el paso al referéndum establecido como mecanismo de reforma; mientras que desde el lado mediático la campaña es demoledora contra cualquier voz o posición que surja contra la vieja constitución.
Curiosamente la constitución se cae a pedazos, la propia derecha la erosiona con interpretaciones y acciones anticonstitucionales y corruptas; copando el Tribunal Constitucional, manoseando el Poder Judicial y el Ministerio Público; concentrando todo el poder en manos del Congreso, frente a un Ejecutivo debilitado; caminamos a una especie de dictadura parlamentaria que, se ha experimentado en Brasil, Honduras, Bolivia, recientemente.
El movimiento social en el Perú, frente a: la crisis sanitaria por la pandemia, la crisis económica y el alto grado de corrupción, tiene concentradas sus energías en estas demandas; la agenda del cambio constitucional solo es parte del activismo de pequeños colectivos, aunque estruendosamente gritada en las peroratas y volantes electorales, por parte del radicalismo vacío de un sector de la izquierda.
GOBERNABILIDAD Y BUEN GOBIERNO
La experiencia de la Izquierda Unida en Peru, fue creativa e importante, su primera llegada fue ganando las elecciones regionales y municipales en el país, en muchos de ellos con gobiernos exitosos y reconocidos, en otros con mucha improvisación. La fragmentación de la IU por las elecciones presidenciales, echó por la borda esta acumulación y experiencia. Desde entonces las direcciones de los partidos de la izquierda, sueñan con ganar elecciones nacionales, presidenciales y congresales, sin ganar un pequeño municipio o gobierno regional.
Las experiencias de Brasil y Uruguay, primero ejerciendo poder y gobiernos exitosos en las regiones y municipios, fueron un baluarte para conquistar las presidenciales y formar gobiernos progresistas; en el caso chileno la izquierda en estos últimos años logró conquistar importantes regiones y municipalidades, ganar las elecciones constituyentes, elaborar un programa de gobierno con la participación de miles de profesionales y especialistas, antes de ganar las presidenciales con Gabriel Boric; la flamante alcaldesa de Santiago la capital es Irací Hassler, una destacada militante mujer y joven del Partido Comunista, para citar un caso y señal de otros tiempos en que las mujeres de izquierda, son las principales abanderadas y triunfadoras en estos comicios. En ese contexto era previsible el triunfo de la izquierda frente a la derecha y ultraderecha. Era una tendencia, un proceso trabajado y no una casualidad.
En el Perú la izquierda marcha fragmentada a las elecciones regionales y municipales el 2022, cada quien por su lado: Perú Libre, Juntos por el Perú, Nuevo Perú, otros partidos participaran en movimientos regionales; con esta realidad son escazas las posibilidades de triunfo en esta contienda; estrategia de derrota que es una repetición de la visión centralista de la política y un regalo a la ultra derecha y centro derecha, de estos espacios de gobierno intermedio.
Como señalamos, Pedro Castillo llegó por el anti voto contra el fujimorismo, un accidente político más que una virtud propositiva y organizada; la deriva actual de su gobierno por la falta de solvencia del propio presidente, carencia de equipo y partido de gobierno, acosado y chantajeado desde la derecha y con amenaza de vacancia desde la ultraderecha, camina a una situación compleja y convulsa que puede culminar en su vacancia.
En esta crisis permanente de gobierno, hay un debate acerca de la perspectiva para evitar su inestabilidad y buscar la gobernabilidad; desde Perú Libre proponen y acosan con volver a un Gabinete de puritanos radicales, renunciando a los llamados caviares; con lo cual dicen que Pedro Castillo enfrentaría revolucionariamente a la derecha. Otra segunda propuesta, es que debe editar un gabinete con el centro derecha, para garantizar estabilidad en el Congreso. Por supuesto que a la derecha no le gusta nada.
Gabriel Boric ha señalado que el gobierno chileno por el contexto nacional e internacional, será un gobierno amplio, plural, socialdemócrata de izquierda; como corresponde a su realidad y objetivos. Apoyado en la participación del movimiento social y caminando de la mano con la Convención Constituyente que cambiara el rostro y los contenidos del poder en disputa.
Y LOS PARTIDOS COMUNISTAS?
En el Perú dos partidos se reclaman hermanos del PC de Chile, por un lado con relaciones históricas del PCP y recientemente el PC del P Patria Roja; a pesar de las siglas parecidas entre sus pares de esta parte del continente, los comportamientos y experiencias, en muchos aspectos son diametralmente opuestos en los últimos años.
Concebidos como partidos de clase, sus formas de relación y representación en el caso chileno con el movimiento social, es democrático y participativo; en la CUT, FECH, Magisterio, y otros, las elecciones son universales, directas y secretas, mecanismos garantizado por la alternancia y la renovación; en eso radica su vitalidad y compromiso de la lucha. En Perú la eterna reelección, por la vía de congresos pequeños y digitados, han burocratizado a los gremios laborales, agrarios, estudiantiles, magisteriales, con lo cual han terminado de agrietar más la crisis entre los partidos y los gremios.
El triunfo de Gabriel Boric forjado en el movimiento social, electoralmente es la iniciativa del Frente Amplio y el PC chileno que diseñaron y organizaron Apruebo Dignidad junto a otros colectivos políticos; abriendo y construyendo un nuevo espacio a la izquierda tradicional de la Concertación que, era una alianza básicamente de la centro de izquierda del Partido Socialista y Democracia Cristiana que, gobernó en varias ocasiones Chile.
La candidatura inicial de Gabriel Boric en Apruebo Dignidad, es el resultado de unas elecciones primarias en que recibió más de un millón de votos y el candidato comunista Daniel Jadue cerca de 650 mil electores. Experiencia lejanamente distante con el Perú, en que la izquierda pone a dedo todas las candidaturas, desde las presidenciales hasta las elecciones de una modesta asociación o sindicato. Centralismo democrático le llaman a eso.
Camila Vallejo, Karol Cariola, Irací Hassler, entre tantas mujeres y jóvenes, es el rostro renovado del PC chileno; calidad conseguida en la lucha, generación de rebeldes con causa y militancia, como también grandeza de los viejos dirigentes que abren campo a los cambios y al futuro de su partido; sólo pensar esa posibilidad en el Perú, es imposible por ahora en los PCs peruanos.