Con información de RFI
Desde el principio de la pandemia, los profesores franceses denuncian una mala gestión de la crisis sanitaria por el Gobierno en las escuelas, debida a la falta de personal y de material. La llegada de Ómicron fue la gota que colmó el vaso: ante la multitud de casos y el caos consiguiente en las aulas, los sindicatos de la Educación Nacional han llamado a una jornada de huelga el próximo jueves 13 de enero.
La crisis sanitaria debida a la Covid-19 ha puesto de relieve los límites del sistema educativo francés.
Después del primer confinamiento en marzo de 2020, el leitmotiv del Gobierno, en boca de su ministro de Educación Jean-Michel Blanquer, siempre ha sido: “Las escuelas no volverán a cerrar jamás”. Este posicionamiento del Ejecutivo es criticado regularmente por los equipos educativos, que denuncian una falta de recursos para hacer frente a la pandemia y un desprecio manifiesto a los profesores.
«Desorden indescriptible»
La vuelta a las clases tras las fiestas navideñas, el 3 de enero pasado, tuvo las consecuencias que se temían: con la variante Ómicron, las contaminaciones en las aulas se han vuelto descontroladas, y tanto profesores como niños caen enfermos por Covid-19.
Para muchos padres y docentes, los protocolos sanitarios sucesivos sólo añaden confusión a una situación ya caótica de por sí.
En este contexto, los sindicatos (siete del sector público y cuatro del privado, uno de inspectores de la Educación Nacional y uno de enfermeras) han llamado a una huelga nacional este jueves 13 de enero. Culpan al Ministerio de Educación de un «desorden indescriptible» y expresan un sentimiento de abandono y rabia.
En los distintos comunicados destacan entre las reivindicaciones la vuelta al protocolo sanitario anterior, una mayor protección del personal y de los alumnos, y la ampliación de la contratación de remplazantes titulares.
Protocolos «incoherentes»
Los profesores se dicen agotados por un protocolo sanitario que cambia muy seguido, siendo ellos prevenidos de los cambios por vía de prensa y a último momento, lo que viven como una muestra más de desprecio.
«Nos sentimos realmente solos en la epidemia. Estamos en el protocolo sanitario número 49, pero cada vez son más incoherentes«, lamentaba este lunes Nathalie Faivre, representante del SNES- FSU en el Doubs, departamento del este del país, en el canal France 3.
Hasta este martes, el protocolo preveía que, en caso de un alumno positivo en una clase, los demás debían someterse inmediatamente a una prueba de PCR o antigénica, seguida de dos autotest.
A partir de este 11 de enero, tendrán que realizar un simple autotest, que se repetirá en D+2 y D+4, anunció ayer el primer ministro Jean Castex. La mayoría de los sindicatos piden que se vuelva al antiguo protocolo, es decir, el cierre de la clase por una semana en cuanto aparezca un caso positivo.
Equipos de protección y contratación de remplazantes
Equipados con mascarillas de tela que desde entonces fueron juzgadas ineficientes, los profesores exigen ahora mejores equipos de protección, como mascarillas quirúrgicas (incluso para los alumnos) o FFP2.
También piden alcohol en gel, sensores de CO2 para una mejor ventilación de las aulas, así como la contratación de personal sanitario escolar, que escasea en los establecimientos.
Padres enojados
En apoyo a la huelga de profesores, la Federación de Consejos de Padres de Alumnos (FCPE) anunció una «jornada blanca»: en un comunicado, pidió a todos los padres que no enviaran a sus hijos a la escuela el 13 de enero. La FCPE aprovechó para recordar que la escuela «sufre restricciones presupuestarias sin precedentes desde hace varios años».
«Al igual que los profesores, los padres ya no soportan estar sometidos a protocolos cambiantes que siempre son muy pesados para los alumnos y los equipos educativos«, añadió. La FCPE reclama más mascarillas, jabón, sensores de CO2 y purificadores de aire en las aulas, así como test salivares preventivos, «especialmente en los jardines donde los niños no llevan mascarilla».
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