La bruma causada por la sostenida crisis política y la convivencia con la pandemia no nos deja ver con claridad el principal logro que hemos tenido los peruanos en materia de salud. Según cifras oficiales, tenemos actualmente mas del 80% de población vacunada. Contra todo pronóstico el estado fue capaz de comprar vacunas, almacenarlas, distribuirlas, aplicarlas a la ciudadanía y mantener un registro actualizado de los ciudadanos vacunados. Se montaron centros de vacunación ordenados y eficientes, adonde la ciudadanía acudió masivamente y en orden para recibir su inmunización.
Como resultado no hemos tenido, hasta ahora al menos, una tercera ola con la morbilidad y mortandad de las primeras dos. Bien podemos suponer que la exitosa campaña de vacunación nos ha protegido.
Pero eso no es todo.
La crisis ha permitido introducir la telemedicina como herramienta relevante en la atención de pacientes en el primer nivel. Se están dando avances significativos en la creación de sistemas de historia clínicas electrónicas. La digitalización de los servicios de salud está sobre la mesa. Estamos en un proceso de cambio de paradigma, en el cual la presencia física del paciente y su historial médico no es indispensable para la asistencia médica.
Esta es una gran oportunidad pues se pueden dar cambios de enorme impacto con mínimo costo y uso de recursos, gracias a la digitalización en la salud pública.
Me permito poner un ejemplo.
Imaginemos que usted se atiende física o por tele-consulta con un médico, que le receta determinados medicamentos. En vez de ir a recogerlos a las farmacias de ESSALUD o MINSA va usted a cualquier farmacia cercana. La receta que el médico le dio está en un sistema informático, al que la farmacia consulta y le da sus medicinas totalmente gratis.
Vean el impacto: medicamentos gratuitos para todos, con la única condición que la entrega esté amparada por una receta electrónica de un galeno debidamente habilitado.
¿Cómo se puede hacer este enorme cambio en favor de la salud pública?
Es muy sencillo mediante la digitalización. Se desarrolla un software que vincula a los prestadores de salud, médicos, pacientes y farmacias. Quien compra las medicinas son las farmacias o cadenas de farmacias con el stock adecuado, los laboratorios y las farmacias se encargan del traslado, almacenamiento, distribución etc. Cuando el paciente recoge su medicina la farmacia cobra al prestador (ESSALUD, MINSA, empresas de seguro, etc.) en el día, con abonos generados automáticamente por el sistema informático.
Esto no es ciencia ficción; es la implementación de un software que en el estado de arte actual de la informática es sencillo. Las ventajas son múltiples y evidentes: facilitación del servicio de salud al ciudadano, ahorro de costos, mejores controles, etc.
¿Retos y riesgos? Claro que hay. Pero de cara a un Estado que pudo superar enormes barreras y quebró paradigmas para hacer un efectivo proceso de vacunación, es claro que se puede hacer. La financiación existe, hay que ponerle voluntad política, trabajar de la mano con el sector privado y recurrir a los mejores talentos para estructurar el cambio.
Este es sólo un ejemplo: con muy poco se logra un gran resultado. Hay mucho mas que hacer en salud pública. Tenemos los recursos. Manos a la obra.