Hace unas semanas el gobierno presentó el proyecto de creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación. Es proyecto creado como parte de la labor del “Grupo de Trabajo Multisectorial de naturaleza temporal con el objeto de elaborar una propuesta de Ley de creación, organización y funciones de un ministerio en materia de ciencia, tecnología e innovación”, creado por RM 216-2021-PCM, de por si un nombre rimbombante para lo que consideran será el instrumento “clave” para …… bueno, ¿para qué? proyecto que se mantuvo oculto hasta que pedimos un acceso a la información pública para que se publicará (ver: https://www.iriartelaw.com/MinisterioCienciaTecnologiaEInnovacion).
Lo curioso es que fue uno de los últimos actos del gabinete de Mirtha Vasquez, quien conjuntamente con otros funcionarios han denunciado un gabinete en la sombra y asesores que hacen “mas que asesorar”.
Previo a la caída del past premier Valer, Modesto Montoya (el artífice de la propuesta) dijo que esperaban que el Congreso aprobará rápidamente dicho Proyecto. A las horas en el “mensaje” a la nación del presidente Castillo, que indicaba que iban a recomponer el gabinete Valer, una de las afirmaciones del Presidente fue precisamente la necesidad de crear dicho Ministerio.
Bueno, ¿Y porqué esta apuesta de Castillo y de Montoya? Y aquí empiezan los temas, exactamente ¿para qué quieren un ministerio de ciencia, tecnología e innovación?
La primera respuesta, que repite de manera consistente el principal “impulsor” visible de esta iniciativa, Modesto Montoya nombrado presidente del Instituto de Energía Nuclear, es que otros países de la región tienen ministerio de Ciencia y Tecnología. Demos contexto a esta respuesta primaria de Montoya. En efecto en diversos países de la región hay ministerios de ciencia y tecnología, algunos además han incorporado el tema de innovación, otros han incorporado temas digitales, pero todos han sido evolución de instituciones de Ciencia y Tecnología previamente existentes. En los últimos tres años han aparecido varios en la región (Chile, Colombia), otros han reaparecido (Argentina), pero de los principales (Costa Rica y Brasil) tienen mas de 3 décadas de operación. El de Venezuela tiene 20 años. Como referencia desde los 70’s en USA se tiene una oficina presidencial de Ciencia y Tecnología. El resto de países de la región tienen viceministerios, comisiones especiales, secretarias específicas, y diversas modalidades. Nota especial en Colombia la discusión duro varios años, igual que esta ocurriendo en México, sobre la modalidad de gobernanza, en foros abiertos y con participación de todos los actores.
La segunda respuesta a ¿para qué? Se responde desde la constitución del grupo de trabajo. Solo fueron entidades gubernamentales, sin integrantes natos de la sociedad civil, sector privado, academia. La imposición vista como política de estado, y que lo “discutan en el Congreso”. Seamos claros, el grupo de trabajo solo presentó un proyecto de ley (claro es la única manera de tener un ministerio, tal como dice la ley orgánica del poder ejecutivo art. 22.5). Este proyecto fue oculto al escrutinio público, cuando por su relevancia debió tener no solo espacio de dialogo sino también espacio para confrontar las ideas. Pero ¿no es precisamente la ciencia un espacio de dialogo por naturaleza? Ahora bien, no solo se trata de Ciencia y Tecnología, sino de innovación, por lo cual extraña la ausencia de los otros actores. Pero también no se entiende por qué no se utilizó al Acuerdo Nacional como espacio de dialogo, más tomando en cuenta la política 20 sobre ciencia y tecnología. ¿O es un poco mas de esta visión mesiánica de que alguna “idea mágica” de un” ser mágico” resolverá el tema?
Una tercera respuesta se puede encontrar en la visión de “Ciencia y Tecnología” que se ha expresado previamente por parte de Modesto Montoya. La visión que una institución (Ministerio) dará acceso a recursos, porque “el debate de recursos se hace en el Consejo de Ministros”. Recuerdo la entrevista de Mavila Huertas a Montoya preguntándole a que entidad le quitará los recursos para dárselos al “nuevo ministerio” siguiendo su idea. Montoya no respondió. Curioso en la misma idea de “recursos” que el MEF no fue parte del grupo de trabajo de redacción. Pero además no se trata solamente de recursos a invertir, sino de lograr que la inversión sea efectiva (tanto pública como privada). Los años pasados el presupuesto de CONCYTEC, entidad que ya tiene varias décadas encima (con sus bemoles pero avanzando), bueno el presupuesto no ha sido lo que debería ser para una entidad del carácter científico; pero los fondos para innovación si han ido creciendo sobre todo en PRODUCE ¿va esta propuesta sobre los fondos de InnovatePeru?, si la gestión de recursos es un tema de gestión ¿qué determina que sea un ministerio el camino mas eficiente para obtención e inversión? Creo que la culpa de esta necesidad de contar con un “ministerio” es que alguien cree que tener el titulo de “ministro” resuelve la problemática de un sector, que además es no solamente gubernamental sino estructural a la sociedad entera, y con un especial énfasis en la academia, el sector privado y la sociedad civil.
Con lo cual nos lleva a una cuarta posible respuesta, pensada en que se ve la Ciencia y la innovación desde “las ciencias duras”. En diversos momentos las discusiones han sido de ¿quién hace ciencia? Siendo así la labor científica de las humanidades y las ciencias sociales son poco mas que anécdota para algunos “científicos”. “Los que resuelven los problemas son los que hacen las cosas, los que hacen patentes, los que construyen diseños, no hacen ciencia esos que piensan las cosas, las humanidades no son ciencia, solo hacen escritos”. En efecto probablemente la inversión necesaria para montar una planta nuclear (y no es al azahar que pongo el ejemplo), sin duda es ingente, comparada con la investigación de ciencias sociales del problema de la informalidad o por qué los antiguos moches hacían huacos retratos; esos son problemas “que no necesitan muchos recursos”, el problema es que esas cosas de ciencias sociales también ayudan a construir un mejor país, no producen patentes, pero si producen cambios sociales. De nuevo la respuesta esta en la conformación de la comisión, salvo un representante del ministerio de educación, allí no hay gente de humanidades ni de ciencias sociales, ni tan siquiera del INIA (si esta el de energía nuclear, porque no los de investigación agraria, o los de estudios antárticos, o los del instituto tecnológico de producción). ¿Alguien pudiera creer que el texto ya este armado y que en realidad esto es solo para la formalidad?
Otra respuesta se puede intentar esbozar desde el argumento (falaz) ligado a SUNEDU. Que la reforma universitaria no ha ayudado a mejorar la investigación científica en el Perú. En palabras de Percy Mayta “La Ley Universitaria del 2014 ha contribuido a generar cambios en la investigación universitaria y del país. Por ejemplo, entre 2012 y 2013 solo el 64,3 por ciento de documentos disponibles en Scopus -una de las dos bases de datos de investigación- tenía contribución de al menos una universidad. Para el periodo 2020-2021 este porcentaje ascendió́ al 83,4 por ciento, incrementándose en más de cinco veces el número de artículos.” (ver: https://larepublica.pe/opinion/2022/01/09/en-defensa-de-la-investigacion-universitaria-por-percy-mayta-tristan/). Es decir se vuelve incorrecta la afirmación de que un Ministerio de Ciencia y Tecnología, será el adalid de la investigación que “no se estaría realizando ahora en el Perú”. Es claro que las cifras (la evidencia) contradicen esta afirmación.
Finalmente, otra respuesta tiene que ver con la “fuga de talentos”. El crear una burocracia dorada, pagada desde el estado (el dinero de todos los peruanos) no hace que la Innovación crezca. Es una pena que la propuesta no mire la cantidad de patentes que se están produciendo desde las Universidades en el Perú. Pero tampoco se mire que no se trata de que “otros países nos roben los talentos”, se trata en tener políticas de estado para fomentar la Ciencia, Tecnología e Innovación, tanto pública como privada. Y eso se refleja por quienes son los que hacen las patentes en el mundo: son fundamentalmente privadas. Esto significa entonces que se requiere políticas claras no burocracias para que alguien tenga un fajin.
Y ¿si entonces, no hay respuesta técnica, sino política? Y por aquí pueden pasar por tres lados. Uno, devolverle el favor a Montoya por expresarle apoyo públicamente durante la campaña (y de hecho continua si leen su twitter @ modestomontoya, ligado además a una clara posición ideológica), mas allá de la real utilidad del Ministerio; por ejemplo, Salaverry en PeruPetro. Una segunda respuesta pasa por un cumplimiento ciego del Plan de Gobierno de Perú Libre y una visión de “soberanía tecnológica”, siguiendo el discurso de Venezuela sobre el tema; crear nuestra propia vacuna, nuestro propio internet, nuestra propias tecnologías; claro solo que no han explicado (y no lo quieren decir) que estos procesos demoran décadas, pero hasta pudiéramos creer que decidieron dar un primer paso, y están dispuestos a esperar las décadas (espero que crean en la democracia); un tercer enfoque puede ir por la necesidad de una burocracia, es decir crear la parte administrativa como si esta resolviera el problema de fondo de desarrollo de capacidades desde la escuela, la inversión pública en ciencia y tecnología e innovación (sin carga política ni clientelajes a quienes rinden pleitesía al poder sino basados en su valía científica). Crear una institución para integrar (o mejor dicho desarticular) las otras entidades. En lugar de crear una red, se piensa en un sistema centralizado, esto no coincide con el discurso no centralista del actual gobierno, pero curiosamente coincide con visiones políticas de politburós.
¿Qué pudieron haber hecho? Fortalecer el modelo que ya estaba en camino de un sistema nacional de ciencia y tecnología (claro como lo hizo Sagasti pues probablemente no le guste al actual gobierno), pero destruirlo cuando recién se ha creado, creo que es equivocado. La ciencia avanza a hombros de gigantes, no con mirada de pitufos; se construye sobre lo hecho, no con complejos “adánicos” de creer que todo empieza con un nuevo gobierno o funcionario.
Nadie se puede, ni debe irrogar, la voz de la ciencia en el Perú, tampoco de la tecnología, mucho menos de la innovación. Esa voz se escucha en un dialogo abierto de todos los actores (sociedad civil, sector privado, academia y gobierno), hacerlo de otra manera no sirve, al menos no en democracia. Y si algo tiene la ciencia es diversidad, tanto en los puntos de vista, como en la creatividad.