No hay forma de negar la grave situación en que se encuentra el presidente Pedro Castillo luego de que Karelim López lo sindicara como aliado en hechos delictivos.
López se ha presentado como aspirante a colaboradora eficaz reconociendo delitos de corrupción en los que habría participado también el presidente Castillo, dos ministros y cinco congresistas. Ante ello, las propuestas de vacancia presidencial se han reactivado.
Pedro Castillo ha respondido aludiendo a conspiraciones antidemocráticas que estarían detrás de las delaciones, pero su palabra está desgastada tanto como su estrategia de victimización.
Lo más probable es que la moción de vacancia sea formalmente presentada ante el Congreso. La vacancia presidencial requiere de procedimientos y plazos reglamentarios que incluyen el derecho a la defensa. No se trata, pues, de una crisis que pueda resolverse de un día para otro.
De por medio está la presentación del gabinete ministerial presidido por Aníbal Torres para solicitar el voto de confianza, presentación prevista para el próximo 8 de marzo. Según los plazos a los que aludimos, la vacancia no se votaría antes de la presentación del gabinete Torres.
Podría el presidente Castillo cambiar a los cuestionados ministros de transportes y de salud para que el gabinete acuda al Congreso con algo menos de tensión o mantenerlos en su lugar y defenderlos como hasta ahora. En cualquiera de los casos, veo prácticamente imposible que el Congreso otorgue la confianza al actual gabinete ministerial; los votos de Perú Libre y –tal vez– de Juntos por el Perú no le alcanzarían. Pero cuenta a su favor con que la negación de confianza sería la primera “bala de plata” para una eventual disolución del Congreso.
Los aliados de Castillo en el Congreso podrían, a su vez, intentar la censura de la presidenta Maricarmen Alva apelando a que cinco miembros de su bancada –Acción Popular– habrían sido incluidos en la delación hecha por Karelim López. No es fácil que esta censura prospere, pues, aunque la denuncia la debilita, Alva actúa como aliada de grupos parlamentarios de derecha.
Se necesita de 87 votos para aprobar la vacancia presidencial, hoy no los tienen. Pero aun produciéndose la vacancia de Castillo, queda por conocer la decisión que tomaría la vicepresidenta Dina Boluarte, quien no ha sido materia de acusaciones que le impidan asumir la presidencia de la República, conforme al esquema de sucesión previsto en la Constitución. Así, Dina Boluarte podría convertirse en la primera mujer presidenta de la República; pero recordemos que ella fue expulsada de Perú Libre y, por tanto, volveríamos a un escenario de presidencia sin bancada.
Es claro que lo que buscan grupos extremos de derecha es la caída total del actual gobierno y la convocatoria a nuevas elecciones.
Surgen aquí dos preguntas. La primera es si la coalición de derecha mantendrá su apoyo a Maricarmen Alva para que ejerza interinamente la presidencia de la República o si –aprovechando su debilitamiento– decidirán cambiarla por alguien procedente de los partidos que desde un inicio desconocieron el triunfo de Pedro Castillo: Fuerza Popular, Renovación Popular o Avanza País.
La segunda cuestión en el escenario posible de nuevas elecciones es si éstas serían solo presidenciales o generales: presidenciales y parlamentarias. Hay interpretaciones de constitucionalistas en un sentido y en otro, eso no sorprende. Desde mi punto de vista tendrían que ser elecciones generales, pues –como ha señalado el politólogo Eduardo Dargent- no hay forma de pretender que un partido postule a la presidencia de la República, pero no al Congreso; eso sería dejarlo por anticipado sin bancada y rompería el sistema semipresidencialista que tenemos en el Perú.
No esperemos, pues, una solución inmediata a esta crisis; tampoco nos acostumbremos a ella.
Debe tenerse en cuenta que a la parlamentaria y vice presidente de la república es investigada por negocios y nombramientos de familiares, lo cual según sus detractores la hace presa fácil para dejarla sin la sucesión de ley. Ella es ministra del MIDIS y no tiene un papel descollante debido a la pandemia