Y en medio del a crisis humanitaria mundial y de la tremenda crisis institucional en nuestro país, seguimos esperando que en algún momento alguien hable acerca de dar mensajes a la población que pueda aliviar un poco el ritmo de vida que ahora se ve interrumpido por crisis económica, alza de precios y la incertidumbre de la guerra.
En un último decreto firmado por el MINSA, se establece como obligatoria la tercera dosis a personas mayores de 18 años y la presentación del carnet de vacunación para entrar a espacios públicos, ¿sobre qué evidencia se basa esto?, como dice un artículo reciente en Nature, más que infinitos boosters que no hacen mas que desafiar la capacidad comunicacional y logística de los estados, debemos poner más énfasis en desarrollar una estrategia que proteja a los más vulnerables.
No estoy de acuerdo con la obligatoriedad de un booster para toda la población mayor de 18 años, y menos con la evidencia clarísima que el cambio en la efectividad es meramente marginal, la estrategia principal debe ser evitar la enfermedad grave y la hospitalización, y sobre todo dejar de poner el peso de las estrategias en las personas y su responsabilidad.
En este momento sabemos más del virus, entonces por qué no poner en practica políticas que sí nos den resultados, como el uso de filtros HEPA o ventilación en estructuras en vez de exigir a los establecimientos -sean estos educacionales o laborales- seguir un protocolo de medidas que lo único que hacen es aumentar la ansiedad y el miedo en las personas.
Las políticas públicas no pueden basarse en responsabilizar a las personas sin explicarles el contexto, no podemos seguir incentivando el miedo; debemos si, tener prudencia, pero también tratar de entender que la vida es un riesgo en sí, que habrá personas más vulnerables que otras y esas son en las que tenemos que basar nuestros esfuerzos, como las vacunaciones contra la influenza las cuales se dirigen principalmente a la población de riesgo como niños y ancianos.
Creo que la manutención del uso de mascarillas en tiempos y espacios de riesgo, debe ser una medida que debe continuar, pero también creo que debe ser levantada como medida obligatoria y comenzar la transición hacia una política de endemia, y explicar esto claramente a la población.
Podemos ver el daño que ha causando en una población inmune naive , como Hong Kong, donde la política de zerocovid, ha llevado a una serie de cierres infinitos y poca cobertura de vacunación en adultos mayores, donde las hospitalizaciones y muertes han arrasado. Debido a esto no podremos comparar los efectos de Ómicron y sus dos subvariantes en ningún otro espacio, por las características particulares de la nación china – la dictadura y el control- obligada desde hace dos años a mantener un estado prácticamente insostenible mental y económicamente.
Podemos ver también cómo en otros contextos con mayor inmunidad poblacional como en el Reino Unido, la efectividad de las vacunas sigue arriba contra hospitalización y muerte, y pese a lo que digan los alarmistas, las hospitalizaciones tienen otras causas incidentalmente asociadas con la presencia de COVID.
Entonces, insisto, debemos comenzar a practicar una política de transición, manteniendo siempre el análisis riesgo beneficio, como todo en la vida, más allá de las presiones políticas para dictar medidas sin sentido como la obligatoriedad de terceras dosis para toda la población, debemos desarrollar mensajes que no impliquen poner la responsabilidad en la población sino aumentar la confianza en las instituciones que dirigen las estrategias, incidir en la política de evitar, no el contagio, pero sí las hospitalizaciones y la enfermedad severa, mantener mascarillas en espacios de alto riesgo como los servicios de salud o en lugares con alta población vulnerable, pero debemos empezar a vivir, con nuevas reglas pero vivir no solo sobrevivir.
Las estrategias de prevención contra el COVID tienen que ser integrales, todas se implican.