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domingo, febrero 16, 2025

LA INICIATIVA CONSTITUYENTE DE CASTILLO, PRIMER APUNTE

La iniciativa. Pocos discuten que la iniciativa del presidente Castillo de enviar al Congreso un proyecto que viabilice un referéndum que consulte la realización de una asamblea constituyente, es una respuesta del Gobierno a las demandas que se le hace en los asuntos de corto plazo. La izquierda, principal promotora de una nueva Constitución, se divide a causa de ello en este punto entre la postura realista que cree que este no es el momento de colocar este crucial asunto en la agenda de modo perentorio, y la postura pragmática que dice creer que esta iniciativa es principista.

El Congreso. Es probable que la propuesta presentada por el Ejecutivo naufrague en el Parlamento. Algunas opciones que conducirían a este resultado son: 1) Que sea archivada en la Comisión de Constitución del Congreso; 2) que no sea archivada, pero dictaminada en mayoría y minoría luego de varias semanas, dejando tiempo para que pierda centralidad frente a otros puntos de la agenda pública y se quede en el orden del día; y 3) que sea dictaminada y pase al pleno del Congreso en un plazo más breve, y rechazada usando el procedimiento restrictivo de la Ley Nº 31399 de inicios de este año.

El procedimiento. Existe un problema de procedimiento parlamentario. Iniciar un proceso constituyente con las reglas del artículo 206 de la Constitución colisionaba con los límites que se le impuso al poder constituyente reformador, de modo que abrir la puerta a una nueva Constitución usando el artículo precisamente diseñado para protegerla, era un contrasentido.

El gobierno ha elegido la ruta chilena, pero solo en el procedimiento, es decir, proponiendo añadir un artículo a la Constitución, el 207. Como se sabe, en Chile, la reforma del año 2019 implicó añadir 14 artículos a la Constitución, pero esa no fue una salida típicamente institucionalista. Fue el resultado del pacto llamado “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” suscrito el 15 de noviembre por 11 partidos luego de un mes de constantes protestas con amplias demandas, una de las cuales fue, precisamente, una nueva Constitución.

Demanda y pacto. En Chile, que vivió un intenso momento constitucional desde el fin de la dictadura de Pinochet, la dinámica final tuvo este orden: movilización, pacto, reforma constitucional y constituyente. La Convención Constituyente chilena es el resultado de un complejo proceso cuyas claves son demanda y consenso. Ello permitió el cambio de las reglas y habilitó un ciclo que aun no se sabe como terminará, porque una Constitución es esencialmente una promesa, un medio y no un fin, un punto de llegada y de partida. No es un fetiche.

El camino que se propone oficialmente aquí es distinto: cambio de las reglas para iniciar un ciclo constituyente sin acuerdo. En ese punto reside, al parecer, su principal debilidad, en que carece de los atributos de un proyecto. Una iniciativa legislativa no sinónimo de proyecto político.

¿Hubo en A. Latina constituyentes sin acuerdo? Si, fueron procesos sin acuerdo en el procedimiento, pero con amplios consensos sociales sustentados en la legitimidad de los movimientos que impulsaron las nuevas constituciones, con líderes que legitimaron esas opciones -Chávez, Correa y Morales, por ejemplo- que no es el caso peruano. La discusión se sitúa por lo tanto en dos planos, el trámite y el proyecto.

Sobre lo segundo, iniciar una vía a sabiendas que está condenada al fracaso es más que voluntarismo. Podría vaciar de contenido un asunto sensible que debe ser abordado con la racionalidad de una promesa constitucional. Ahora mismo se experimenta un vaciamiento y desazón por otra oferta trunca, la segunda reforma agraria, por ejemplo.

El debate. Lo expuesto no implica inhibirse del debate constitucional. Lo necesitamos más que nunca. Una parte del Congreso que se resiste a una nueva Constitución está empeñada desde hace meses en llevar adelante una constituyente a plazos, alterando algunas reglas del sistema para oponerse a este gobierno sin atender la larga lista de reformas constitucionales que esperan hace años, en tanto que el Gobierno también subestima esas reformas sensibles. El escenario constitucional del Perú entonces tiene dos opciones extremas -no me toquen la Constitución y cambiemosla completamente ahora- y una intermedia de reformas profundas. Las encuestas recogen este escenario que se resiste a la polarización.

Norberto Bobbio decía con acierto que la Constitución es la intersección de la política y el derecho. El debate debe recuperar esta intersección, para lo cual algunos sentidos comunes deben ser ratificados, por lo menos tres: 1) el consenso económico alrededor de la Constitución de 1993 se ha agotado; 2) se ha agotado el ciclo de reformas institucionales que no abordan lo económico; y 3) ha terminado el ciclo de las reformas graduales.

El momento. El país vive desde hace años un momento o ciclo constitucional intenso, extraordinario y acelerado, pero poco eficaz. De hecho, es cada vez menos defendible la tesis que sostiene que la grave crisis que agita al país no está asociada al fin de la promesa constitucional de 1993. Este ciclo desemboca en un momento constituyente aún muy embrionario que no debe exagerarse y tampoco asustar, un largo túnel cuyo tránsito demorará algún tiempo (Chile lo transitó en casi una década).

Profundizar en este “momento” implica precisar sus elementos. Jason Frank, teórico político norteamericano (citado por la académica chilena Claudia Heiss) sostiene que un momento constituyente es un episodio inusual en que el alegato de hablar en nombre del pueblo tiene eco, se vuelve políticamente plausible y permite romper con la política ordinaria sin perder su carácter democrático, de modo que en ese contexto corren por vías paralelas la política ordinaria y la política constituyente, que pertenece al pueblo y no a su expresión institucional (Heiss, 2016)[1]. Ese tiempo está distante, aunque en esa dirección camina el Perú.

[1] Heiss, C. (2016). Soberanía popular y “momento constituyente” en el debate sobre cambio constitucional en Chile. Revista Anales, Universidad de Chile, nº 10.

 

2 Comentarios

  1. Un análisis objetivo sobre los primeros pasos para plantear el tema de la Constituyente y sus limitaciones. Comparto la idea de que será un largo camino el que deberemos recorrer, sin embargo considero que será una oportunidad para construir progresivamente los consensos políticos necesarios, así como educar en el proceso del debate a los ciudadanos, en torno a la necesidad de contar con una Constitución que garantice el bienestar de todos los peruanos. No es posible continuar con una Constitución que no responde en muchos aspectos a los verdaderos intereses del país, y que se «remienda» constantemente, generalmente para continuar adecuándola a los intereses de los sectores que mantienen el control del modelo económico que existe en el país.

  2. Un análisis objetivo de lo que implica una Nueva Constitución, el camino a seguir aunque largo nos da Esperanza para salir del oscuro túnel, pero es imprescindible que surjan líderes con Principios, Valores, amén al Perú y tengan vocación de servicio. Gracias

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