Estamos…familiarizados con…la injusticia, la falta de equidad, la desigualdad y la inmoralidad…hemos olvidado cómo hablar sobre ellos”
(Tony Judt – Algo va mal)
A propósito de reflexionar por la semana santa, y la crisis general del mundo y nuestra crisis particular, podemos referir que la distancia instalada y afirmada en la humanidad, nos ha hecho perder la condición de prójimo y de tener próximo que nos recuerda el libro de Luigi Zoja (La muerte del prójimo). Nuestra lejanía y la distancia que hemos colocado entre humanos, ha construido y hecho normal, en el mundo y en nuestro país, que, por ejemplo, cuando hace más de 30 años nos abrimos a la modernidad del mercado y la preeminencia de la economía sobre la política, se instala la percepción de cada uno se salva como puede. Y, por eso el bien común (la política, el problema público), es complementario a la economía o su comparsa. Le sirve para legitimarse como modelo. Por eso interesa poco, el cuidado de la casa común en términos sociales, ambientales y ecológicos.
Así aparece como normal que la apuesta por la justicia social, haya dado paso a la inclusión social, que suena parecido, pero no es igual. Confirmamos que no podemos siquiera cumplir con los mínimos como la igualdad de oportunidades, porque hay una brecha entre institucionalidad de Estado, su marco legal y la realidad. Brecha de la distancia de la política en general del problema del ciudadano, porque lo importante es la economía, por lo tanto, el emprendedor y su emprendimiento.
La apuesta neoliberal del modelo que conocemos por más tres décadas, no tendría una referencia de principio en los grandes economistas clásicos, donde estudios, señalan que en su origen el mercado y la responsabilidad social no se oponían, sino que debían reunirse en aras del beneficio mutuo.
Sin embargo, la versión más dura del neoliberalismo es lo que nos llegó, con una narración cultural de un individualismo internalizado en nuestra cotidianidad, y viene casi desde fines de los 80, justo cuando en el Perú empieza la pedagogía y la consigna por apostar hacia las ideas liberales del mercado.
Margaret Thatcher en 1987 expresaría la cara más dura del modelo liberal. Diría que no existe Estado, sólo individuos y familias, nada más: “Hemos atravesado un periodo donde a demasiados niños y a demasiada gente se les ha hecho pensar de esta forma: ‘¡tengo un problema, la labor del Estado es resolverlo!’. O ‘¡tengo un problema, conseguiré un subsidio para resolverlo!’. O ‘¡No tengo vivienda, el Estado debe dármela!’. Al hacer eso trasladan sus problemas a la sociedad, y ¿quién es la sociedad? No existe tal cosa. Lo que existe son hombres y mujeres individuales, existen las familias. No hay Estado que pueda hacer nada sino es a través de las personas, y las personas se preocupan primero de sí mismas”. ( Woman’s Own)
Algunos jóvenes y no tan jóvenes, mayores de 30 años nacieron en el contexto de este sistema que hoy se presenta en crisis. Otros hemos pasado la mitad de la vida, por lo menos, conviviendo con él. El modelo que promueve el desarrollo del individuo y el éxito sobre lo colectivo, como contenido cultural de todas maneras forma parte de nosotros. Esto puedo haber producido, sí, una instalación en la manera de ver las cosas, analizarlas, a partir de un marco que en teoría se impuso para salvarnos de la improvisación y el terror de los 80 del siglo pasado.
La política y la búsqueda de salidas a la crisis humanitaria, parece adocenada, porque parte desde el yo de cada uno, de nuestra parcela o agenda particular y porque no hay colectivo a donde mirar o buscar. Pesa más nuestras prioridades personales sobre principios colectivos.
Junto con ello, los instrumentos y tecnología de esta modernidad global van a contracorriente del nosotros, del colectivo y la construcción de sociedad. Cambiamos el contacto directo con el otro y el prójimo para construir juntos, por el postear o twittear todos los días, creyendo que eso es deliberación pública o política. Este es uno de los principales errores de las organizaciones políticas de izquierda o de derecha. Una de las razones por la que no existe política y organización política, sino franquicias con dueños que la alquilan en cada elección.
A su vez, hemos visto como natural el desarrollo de una sociedad y el Estado a través del “conocimiento”, es decir a quien conocemos para agenciarnos de inserciones laborales, académicas, es decir de oportunidades de diverso tipo. Es fundamental para estos fines ser parte de un argolla o red. “Muchos peruanos…quieren comportarse bien, hacer las cosas según las reglas, pero estamos en un entorno donde no tenemos muchas posibilidades”. (César Nureña – La Argolla peruana)
Otro elemento cultural presente que juega en contracorriente de la construcción del nosotros es el uso del tiempo para alcanzar éxito y resultados. Se asume que más horas de trabajo es compromiso del “colaborador” o emprendimiento para triunfar con mi propio esfuerzo. ¿cómo buscas tiempo para buscar junto a otros salidas o iniciativas?
En 1980, Catalino “Tite” Curet Alonso, compositor puertorriqueño crea “Juan Albañil” que en el coro repite “En los andamios, sueña que sueña, Juan Albañil, con el día de la igualdad”. Estos me remiten a preguntarme por el sueño de los pobres, en un contexto de salidas individuales. ¿Sueñan con igualdad, justicia? ¿Se encuentran enajenados alrededor de la salida exitosa del esfuerzo individual, sin un nosotros? A priori uno podría contestar afirmativamente, pero regreso otra vez a la distancia que tenemos respecto de ellos. En que de todas maneras en el voto presidencial de las elecciones del 2021 quiero creer que había un anhelo en ese sentido.
Lo que si tengo claro es que a los preocupados por el análisis político y la organización le toca la responsabilidad de buscar encontrar, construir, formular líneas de rumbo que puedan establecer un nuevo relato moral donde se deje atrás el egoísmo amoral que se ha generalizado. Y que como dice el Papa Francisco de que no se sale igual de una crisis, o se sale mejor o peor pero nunca igual. E insta a buscar salidas en lo concreto las respuestas a la crisis de estos tiempos, porque es un tiempo para espíritus inquietos y pensar salidas en grande. (soñemos Juntos. Conversaciones con el Papa Francisco)
Así sea.