Releyendo el intercambio epistolar entre Albert Einstein y Sigmund Freud (1933), tema propuesto por la Liga de las Naciones (antesala de la Organización de Naciones Unidas) a través de su Instituto de Cooperación Intelectual de Paris, la mencionada propuesta era para que Einstein analizará con algún destacado intelectual de la época el tema siguiente: ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? A él le pareció que Freud era el más indicado.
Me pareció preciso comenzar con algunos comentarios de Einstein sobre el derecho y el poder: “El derecho y el poder van inevitablemente de la mano…” “… el logro de seguridad internacional implica la renuncia incondicional, en cierta medida, de todas las naciones a su libertad de acción, vale decir, su soberanía, y está claro, fuera de toda duda, que ningún otro camino puede conducir a esa seguridad”. (1)
“El afán de poder que caracteriza a la clase gobernante de todas las naciones es hostil a cualquier limitación de la soberanía nacional. Esta hambre de poder político suele mediar gracias a las actividades de otro grupo guiado por aspiraciones puramente mercenarias económicas” (2)
Sin embargo, Sigmund Freud hace una pregunta, sustituir poder por violencia; porque él plantea esto: “…los conflictos de intereses entre los hombres se zanjan, en principio, mediante la violencia. Así es en todo el reino animal, del que el hombre no debiera excluirse” (3)
Continúa Freud: “…la muerte del enemigo satisface una inclinación pulsional” (4) Cuando termina el antagonismo (el subrayado es mío). “Ello se conseguirá de la manera más radical cuando la violencia elimine duramente al contrincante, o sea, cuando lo mate” (5)
Más abajo enfatiza Freud: “… las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos concedidos a los sometidos”. (6)
En definitiva, es la pulsión, es la fuerza que nos lleva a realizar una acción, el fin: satisfacer una tensión interna; en la guerra es lo que él llama la pulsión de destrucción.
Pero, después de analizar este breve enfoque entre dos grandes intelectuales; creo necesario proyectarnos aventureramente y sin conclusiones, ¿qué mundo se nos viene encima, después de esta locura de la guerra de Rusia contra Ucrania?, la desestabilización económica de Europa y el resto del planeta, sin pensar en la mortal pandemia del Covid 19, que aún padecemos.
Analicemos sucintamente que sucedió después de concluir la Segunda Guerra Mundial.
El ya fallecido historiador británico Tony Judt, en su magnífico libro “Postguerra”, en uno de sus capítulos “El acuerdo imposible” (7), relata cómo se dividió Europa después de la guerra, específicamente con los Acuerdos de Yalta. Los llamados “Tres Grandes” (Stalin, Roosevelt y Churchill), se dividieron el pastel europeo. A Roosevelt y a Churchill no les quedó otra que entregar Konigsberg (hoy Kaliningrado), ciudad alemana (cuna de Kant) y todos los territorios de Europa Oriental que la ex Unión Soviética liberaron del yugo nazi, incluyendo la llamada Línea “Curzon” que dividía Polonia de la URSS. Rusia, tomó nuevamente sus territorios, los que le pertenecía en la época imperial zarista, el imperio soviético y se entendieron hasta casi toda la Europa Oriental; si no se produce el desembarco de Normandía, los soviéticos hubieran llegado al Atlántico Ibérico.
A partir de aquí comenzó la Guerra Fría. Los norteamericanos, no solamente arrojaron la bomba atómica a Hiroshima y Nagasaki para rendir al Imperio Japonés, sino para dejarle claro a los soviéticos que, aunque tuvieran esa maquinaria bélica tan numerosa y potente, ellos, Estados Unidos, podrían destruirlo.
La historia nos cuenta y relata, que la Guerra Fría se fue a Asia (Guerra de Corea), al Caribe (Crisis de los Misiles Cubanos) al Medio Oriente (árabes, palestinos y judíos), las guerras africanas (Angola 14 años de guerra), Centroamérica, etc. Sin olvidar el terrible conflicto en Vietnam.
Después con la Glasnost y la Perestroika del ¿delfín soviético Gorbachov, 54 años? (era el más joven de los aparatik del Politburó del PCUS) creyeron que podían rejuvenecer a un partido comunista que no se vincula a las masas. Sin embargo, sus intentos de hacer transparente el llamado “socialismo real”, fue más bien una rebelión no sólo en el llamado Campo Socialista, también lo fue en la propia URSS. Se volvió a reivindicar la figura de Boris Yeltsin, quien había sido expulsado del PCUS. Como el Ave Fénix, salió de las cenizas. Se alió tanto a los Estados Unidos, que entregó hasta los archivos secretos del desaparecido KGB (hoy FSB).
Con la caída del comunismo, llegó una época unilateral de los Estados Unidos. ¿Hacia dónde iría el escenario internacional? Irrumpió el “terrorismo radical musulmán” en los 90’, en donde el mundo sufrió ese tipo de guerra cobarde, sigilosa y escondida. El 11 de septiembre del 2001, fue el colofón inicial.
Así ha transcurrido el escenario internacional, con sus altas y bajas. La fortaleza económica de China, la irrupción de nuevas potencias económicas, la crisis del sistema capitalista del 2008. El empuje y desarrollo de Rusia como potencia militar nuevamente y buscando nuevamente entrar como potencia mundial, después del caos en el cual se sumió, en el llamado “agujero negro” regional según Brzezinski (8).
Hoy en día, con la invasión de Rusia a Ucrania, la realidad nos golpea en el escenario internacional, en especial en cómo quedan las naciones que no son potencias en cuanto al concepto de soberanía, que ya venía siendo cuestionado desde los inicios de la globalización.
En ese sentido, me atrevo, primero, a utilizar a un teórico del Estado como Jean Bodin el cual define la soberanía con certeza, él no se limita a decir que para ser soberano el poder debe ser absoluto “…para ser soberano el poder debe ser absoluto…, sino agrega que debe ser también perpetuo. (9) En el caso del otro teórico de la soberanía, John Austin, el cual nos dice que el poder soberano debe ser independiente, pues no debe estar sometido a otro poder por encima, se le debe agregar la condición de ser “habitualmente obedecido”. Según Norbert Bobbio para un poder sea legítimo, lo es “sólo en cuanto es también efectivo (10)
¿Es por eso que, en este nuevo escenario internacional que hemos comenzado a vivir y sufrir, los poderosos podrán hacer y deshacer a su antojo? Para sobrevivir en esta nueva realidad hobbesiana, ¿tendríamos que entregar nuestras libertades a cambio de protección? ¿Se vendrá una nueva política de bloques y alianzas, sin el sello de los imperios del siglo XIX y de alianzas ideológicas como nos marcó parte del pasado siglo XX?
Al parecer sí; América Latina, tendría que buscar un reacomodo. Colombia ya lo hizo con la OTAN. Es probable, por otro lado, que el Movimiento de Países No-Alineados, cobre una nueva dimensión, que perdió hace décadas. La India, al parecer está jugando esa perspectiva ante el conflicto ucraniano. ¿Cuál será la ficha de China?, ¿Se mantendrá tranquila frente el espinoso asunto taiwanés? ¿Brasil, el eterno geopolítico sudamericano, correrá sus fronteras? ¿Qué sucederá con el Peñón de Gibraltar y Las Malvinas?
Es probable que vengan otros conflictos territoriales, la soberanía podría convertirse en un conjunto nulo o vació. Rusia, ambiciona sus antiguos territorios soviéticos, y otros poderosos también tienen sus cuentas pendientes sin solucionar. Continuará la “pulsión de la destrucción” y podríamos convertirnos en una olla de vapor.
- http://psicoanalisisfreud.com.ar
- Ibidem
- Ibidem
- Ibidem
- Ibidem
- Postguerra, Tony Judt. Santillana, Madrid, 2006
- Origen y Fundamentos del Poder Político. Norberto Bobbio y Michelangelo Bovero. Grijalbo. México, 1985
- Ibidem
- Ibidem
- Ibidem