Históricamente la izquierda latinoamericana siempre ha sido criticada por su tendencia a vivir aislada de la realidad y cocinándose en su misma salsa, originando la aparición de aquella frase maligna “el gueto de la izquierda”. Y allí permaneció por muchas décadas. Era fácil para la derecha manejar y hacer y deshacer en el mapa político mientras la izquierda se suicidaba en luchas intestinas ingenuas como aquellas de “tendencias por capitales”: proMoscú, pro-Pekín, pro-Albania, castristas, trotskistas. ¡Increíble! Todos eran enemigos de todos. Como cualquier iglesia todos decían tener la razón. Cada uno pregonaba la pureza de su marxismo, de su leninismo. Fueron décadas de aridez política e ideológica. Fueron épocas de cero aporte al desarrollo del movimiento revolucionario. Décadas perdidas.
Afortunadamente, con las reformas de Den Xiao Ping en China, la caída del oprobioso Muro de Berlín y la caída lamentable de la Unión Soviética, la realidad obligó a la izquierda a replantearse su accionar político e ideológico en Latinoamérica. Una de las opciones a tomar era la participación en las elecciones que el sistema imperante proponía, jugar al juego que existía. Jugar al juego de la democracia. Como dijo Pepe Mujica hace algunos años en una entrevista a una cadena estadounidense, ¡la democracia es una mierda, pero es lo único que tenemos!
Surge la necesidad de organizar frentes amplios que aglutinaran a todos los partidos y movimientos políticos que estuvieran dispuestos a apoyar un programa mínimo político que les permitiera participar de la democracia existente y al llegar al gobierno tratar de impulsar reformas que lleven a una sociedad con justicia social dentro del marco económico del capitalismo. Por mucho que queramos no hay otra vía diferente a esa.
En Colombia, el Pacto Histórico es ese frente amplio que Gustavo Petro y sus seguidores lograron organizar y atraer fuerzas políticas de centro y centro izquierda, inclusive de cierto lideres de partidos de derecha que a título personal se unieron al Pacto. El programa era atrayente para muchos en la política nacional. Se logró así tener un frente con posibilidades de ganar las elecciones presidenciales. ¡Y se ganaron!
¿Y ahora qué? Se llega al gobierno, o sea al ejecutivo. No se logró obtener mayorías propias y sólidas para contar a su favor con el poder político real que es el Congreso, el poder legislativo. Y ¿cuál es la importancia de este poder? Nada más y nada menos que aprobar las leyes que permitan que el ejecutivo, el gobierno, funcione dentro del marco legal y constitucional. Como ven hasta ahora, Petro y Francia Márquez tienen las manos atadas porque en el nuevo congreso la derecha antipetrista tiene mayoría. Es el primer escollo que sobrepasar para el nuevo presidente a partir del 7 de agosto del presente año.
Petro y Francia no tienen una semana de elegidos y ya le llueven críticas, no solamente de la derecha sino desde dentro del mismo Pacto Histórico, y todo por el manejo de los nombramientos de ciertos funcionarios. Y más específicamente por el nombramiento por parte de Gustavo Petro del dirigente liberal Roy Barreras como su candidato a la presidencia del Senado de la Republica. Esta posición es de suma importancia, ya que el elegido debe manejar el congreso de tal manera que los proyectos de Ley que tiene ya preparados el presidente electo tengan su trámite normal y legal dentro del legislativo y le permitan a él desde la presidencia cumplir con el programa prometido durante el debate electoral. Y no hay mejor candidato dentro del Pacto para llevar a buen puerto esta tarea política que Roy Barreras. Cualquier otra postulación no sería tan efectiva por ser dirigentes muy marcados dentro de la izquierda y aquellos dirigentes de partidos de derecha que les gustaría participar de las reformas difícilmente le caminarían a uno que no fuera Roy Barreras.
Se sabe que el manejo del congreso no es cosa fácil, pero inmensamente necesaria. Roy Barrera es la persona indicada, por eso Gustavo Petro se las está jugando con él. Roy Barrera tiene, si, una fama poco envidiable, pero legalmente no tiene problemas y si queremos jugar al juego de la democracia debemos aplicar en este caso el principio de presunción de inocencia, muy respetado y cuidado por todo demócrata: nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario y vencido en juicio. Si Roy Barreras desde muy temprano manifestó su intención de formar parte del Pacto Histórico y poner a disposición de este toda su experiencia política ¿por qué queremos nosotros volver al “gueto” y negarles el ingreso a personas sin impedimentos legales y con una vasta experiencia en luchas políticas, simplemente por el hecho de pertenecer a partidos de derecha o porque los enemigos políticos lo tachan de corrupto? ¡Si estamos en el juego, juguemos su juego! Eso sí, debemos estar atentos a su accionar como funcionario público representando al Pacto. Si se desvía…hay que sacarlo. ¡Y punto! No volver a la pureza del “gueto de la izquierda”
Al momento de escribir estas líneas recibí la noticia del nombramiento del Dr. Álvaro Leiva Duran como ministro de Relaciones Exteriores. El Dr. Leiva es un reconocido dirigente conservador de vieja data, intachable, dedicado a lograr la tan anhelada Paz para el país, destacado actor del proceso de Paz con las FARC y apoyó la propuesta del Pacto Histórico. Excelente nombramiento. Hay que ampliar al Pacto Histórico, no reducirlo.
A modo de conclusión, la izquierda está en el proceso de aprender a jugar el juego democrático. Como revolucionarios que se dicen ser, aquí los puestos burocráticos no son lo más importante. Lo importante es lograr el cumplimiento del programa propuesto por Gustavo Petro, Francia Márquez y el Pacto Histórico. Esa es la prioridad 1A. La burocracia debe subordinarse a la meta anterior. No al revés. Para ello hay que sumar, no restar. Eso sí, ¡con el ojo bien abierto por parte de todos nosotros!
Totalmente de acuerdo,se llegó aal gobierno no al poder por eso hay que pactar pero sobre programas y por burocracia exclusivamente se trata de reconstruir el país poco a poco
Qué difícil será introducir estas ideas en la izquierda que sigue mirando su ombligo. Pienso que tiene que ver mucho, no solo con las ideas, sino con la formación del individuo desde que abre los ojos a la vida externa. Su desarrollo como individuo ha estado circunscrito al YO y no al NOSOTROS, cuestión que limita un enfoque abierto a servir a la nación, y no al «cuánto valgo yo» ; «qué gano» ;»qué pierdo si..»; etc.