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viernes, octubre 11, 2024

NO SIGAMOS CON LAS MISMAS REGLAS ESPERANDO QUE EL RESULTADO SEA DIFERENTE

Se le atribuye a Albert Einstein la frase “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. En el contexto de la crisis actual, el título de este artículo es una derivación de esa frase, que ilustra la impostergable necesidad de un cambio de reglas políticas si queremos salir del atolladero en el que nos encontramos.

La edición del viernes 3 de junio de LA REPUBLICA nos trae el detalle de una encuesta nacional del IEP sobre cambios constitucionales. Sorprende que solo un 4% plantea cambios en el sistema político y peor aún, 2% menciona el equilibrio de poderes del estado. Es una mala noticia.

El mismo diario da cuenta de la opinión del constitucionalista Omar Cairo al respecto: “entre el 2016 y la actualidad, se han dado graves crisis por el uso y distorsión de mecanismos que la Constitución establece para control entre los denominados poderes del Estado, es sorprendente que la necesidad de hacer cambios en la regulación constitucional del ejercicio del poder político cuente con el respaldo de un bajísimo porcentaje de ciudadanos

Es mala noticia, pues justamente son las carencias de la estructura del estado y el balance de poderes la causa fundamental de la crisis actual. Los mecanismos de cierre del congreso y de la vacancia presidencial, por su precariedad, son usados como armas de agresión entre los poderes, en vez de funcionar como mecanismos disuasivos en favor del equilibrio de poderes. En efecto, el congreso vive con una amenaza de cierre del congreso usando imprecisas negativas de confianza, y el presidente está amenazado por una vacancia producto de una mayoría calificada de votos, sin otra expresión de causa.

Por otro lado, los graves indicios de corrupción en el ejecutivo no pueden ser materia de procedimiento sancionador alguno al presidente, quien bajo la constitución actual no puede ser procesado durante su mandato. No tenemos un marco legal para un procedimiento de juicio político al presidente (impeachment).

En resumen, se debe mejorar el equilibrio de poderes del estado, aunque eso motiva solamente al 2% de los ciudadanos según la encuesta. Es obvio que se debe reformar el mecanismo de cierre del congreso, introduciendo procesos graduales y bien fundamentados para que las partes puedan llegar a acuerdos antes de tan extrema medida. Y en cuanto a la vacancia presidencial, no puede ser aplicada por la mera e infundada declaración de “incapacidad moral” por parte del congreso. Se debe tener un procedimiento de juicio político público, transparente, respetándose el derecho a la defensa, para que la vacancia así declarada tenga adecuado fundamento.

Pero veamos otros problemas, que, sin ser muy visibles, merecen ser revisados. Veamos la problemática de las vicepresidencias. Por diferentes motivos, en la mayoría de los gobiernos del presente siglo varios vicepresidentes han renunciado, o han sido forzados a renunciar bajo amenaza de inhabilitación. Un congreso agresivo con la presidencia bien puede eliminar a los vicepresidentes, acercándose en los hechos a una captura del ejecutivo por el legislativo, haciendo más precaria la estabilidad del sistema de dos poderes. Sin ir muy lejos, la única vicepresidenta actual Dina Boluarte está al borde de la inhabilitación dictaminada por el congreso, por una falta administrativa a la constitución, sanción aparentemente excesiva si no se toma en cuenta que el real deseo del congreso bien podría ser de dejar al presidente Castillo sin reemplazo.

Una solución por evaluar sería que, ante la ausencia de una vicepresidencia, el presidente designe al nuevo vicepresidente. Sería alguien que obviamente tenga sintonía con el presidente, del cual podría ser eventualmente su sucesor. Como mecanismo de control, el congreso podría vetar la designación.

Veamos el caso del veto presidencial con un ejemplo: El congreso ha aprobado una reforma en la estructura de la SUNEDU que a juicios de muchos (me incluyo) es perniciosa para la educación superior. El poder ejecutivo la ha vetado. ¿Acaso eso significa que la ley no se va a aprobar? No. Simplemente el congreso puede aprobarla por insistencia. Es decir, el veto en realidad no lo es tal. Entonces el ejecutivo no tiene poder real sobre la voluntad de la mayoría del congreso. En los últimos años muchas leyes populistas han sido aprobadas por insistencia en contra de la voluntad del ejecutivo. En especial podemos mencionar los retiros anticipados de los fondos de pensiones.

El presidente debe tener un poder de veto real, pero no debería ser absoluto. Un punto medio sería que el veto presidencial tenga un efecto temporal, digamos un año, el cual introduce un espacio de distención y posible diálogo entre ambos poderes para llegar a un acuerdo más apropiado.

 

Hay muchos otros asuntos que puedan mejorarse: el voto de investidura, el procedimiento de interpelación y censura, las calificaciones de altos funcionarios y congresistas, control político a los gobiernos regionales, antejuicios a ministros y congresistas, creación de la cámara alta, etc.

Los casos que menciono tienen un común denominador: Son cambios en la estructura del estado, no tienen contenido ideológico alguno, ni de izquierda ni derecha. Para establecerlos pueden y deben participar personalidades de todo el espectro político, que no necesariamente están hoy presentes en el congreso, quien deberá apoyar y ejecutar la reforma. No hay conflicto ideológico, como sería el caso de reformas de fondo a la constitución. Esos cambios deberían evaluarse en un clima de sensatez, no como estamos ahora.

Según CARETAS el expresidente Francisco Sagasti tendría ya un esquema producto de insumos que ha recogido de diferentes grupos representativos de la sociedad. Enhorabuena. El próximo paso sería asegurarse un amplio consenso incorporando al equipo a personalidades de ancha base. Quien sabe el nombre de Junta de Notables puede traer reminiscencias pasadas donde dominaban elites de un lado del espectro político. Pero no hay que tenerle miedo al término “notables” si ellos provienen de todo el espectro político. Después de todo, cualquier democracia moderna tiene una elite política, plural por supuesto.

En el mes en febrero de este año en este mismo portal, mencioné la necesidad de que existan cambios mínimos en la estructura política del estado.  (Una oportunidad para la crisis-9-feb-22) De esa fecha hasta hoy la crisis ha ido aumentando de manera imparable, acicateada fundamentalmente por la pobre estructura del estado y el imperfecto equilibrio de poderes. Hoy muchos respetados personajes opinan a favor de la necesidad de cambios de las reglas (léase estructura del estado) como cuestión previa para un próximo proceso electoral. Sin esos cambios nada nos hace pensar que el futuro sea menos oscuro que el que tenemos ahora. Escuchemos a Einstein. Sin cambios no habrá resultados diferentes.

 

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