El 30 de junio, el director de la Organización Mundial de la Salud anunció que el Banco Mundial apoyará económicamente al grupo para la prevención, preparación y respuesta a pandemias de esta organización. Los funcionarios del Banco Mundial aprobaron un Fondo de Financiamiento Intermediario -FIF- para fortalecer las capacidades de esta iniciativa.
Durante la pandemia nos hemos dado cuenta cuan difícil ha sido para todos los gobiernos poder implementar un buen sistema de preparación y vigilancia de enfermedades. Desde el punto de vista de la salud pública, lo que lógicamente debería suceder es aumentar la vigilancia epidemiológica en todos los países, e implementar un sistema coordinado que permita tener conocimiento de posibles brotes en el menor tiempo posible, y responder a ellos adecuadamente.
Creo que es bueno invertir mucho dinero en conseguir que la OMS pueda implementar un buen sistema de preparación y vigilancia; pero me parece que es tan importante como eso poner énfasis en qué está pasando en nuestros países, pero no solo en los de mediano y pequeño ingreso -entre los cuales estamos nosotros-, sino también a los países de alto ingreso.
La mayoría de las actividades que causan emisiones de carbono y que contribuyen al cambio climático y a la deforestación de tierras de cultivo, causantes de los mayores desequilibrios ecológico y de los “spillover” de virus y enfermedades, ocurren no solo por acciones en los propios países de mediano y bajo ingreso, si no también por las inversiones e intervención de los países de ingresos altos. El sistema de consumo de nuestra sociedad globalizada, el tipo de alimentación y el sistema de trabajo han hecho que esto sea algo natural.
Ahora se propone una inversión a largo plazo para un equipo y un conjunto de acciones para la vigilancia epidemiológica, porque sabemos que es muy difícil -y tal vez en este momento, imposible- revertir lo que hemos hecho hasta ahora con el planeta. La amenaza de una catástrofe climática, sea por frio o calor, esta cada día más cercana, y aun así no hemos cambiado ni un ápice nuestras costumbres ni estilos de vida.
En Europa hace mas de 30 años se inició la implementación de políticas para revertir el gran daño ambiental causado por muchos países, desarrollados en su mayoría; el problema es que, a pesar de haberse logrado un gran cambio en naciones como Noruega, Nueva Zelanda o los Países Bajos, el mayor impacto de este daño climático no se ve en ellos, sino en lugares como África o América Latina.
Los grandes deshielos y sequías suceden en su mayoría en estos continentes, en los que las personas quieren alcanzar un desarrollo social y económico usando sus recursos y consumiendo, como en cualquier sociedad moderna.
Entonces, el hecho que se implemente un sistema de vigilancia epidemiológica sin atacar los problemas involucrados en el desarrollo de los pueblos que habitan los países de ingresos medios y bajos, es simplemente mantener el sistema “colonialista” de siempre. La ayuda financiera supone un gran paso para muchos: se crea miles de empleos, se invierte mucho dinero en “ciencia”, y más. Pero el desastre climático continúa en camino: las personas seguirán explotando zonas ecológicas vulnerables y las compañías seguirán deforestando, sin que ninguno tome responsabilidad de sus acciones o sobre la posibilidad de que miles de virus o enfermedades, como acaba de suceder, puedan potencialmente alcanzarnos.
Aplaudo las motivaciones y la voluntad de la OMS en el camino a una mejor vigilancia y respuesta a las pandemias, pero si actuamos de espaldas a las realidades globales y regionales sin trabajar en un verdadero cambio estructural, de poco