Por Fernando de la Flor Arbulú
El Premio Nobel de Literatura 2006, el gran Orhan Pamuk, ha escrito una nueva novela: “Las noches de la peste”. Lo ha hecho durante cinco años, entre el 2016 y el 2021. Trata sobre la epidemia de la peste que azotó a una isla del Imperio Otomano a comienzos del siglo pasado, de 1901 a 1903.
Una primera anotación, digna de destacarse, es la coincidencia de dos hechos: sin habérselo propuesto en absoluto, Pamuk termina escribiendo el libro sobre la peste del siglo XX durante la pandemia del coronavirus del siglo XXI. Esa coincidencia va a permitir que una serie de palabras resulten perfectamente familiares: virus, cuarentena, restricciones, para no hablar de enfermedad, muerte y dolor, que serán vocablos recurrentes en el desarrollo de la historia. No es que por ello la novela sea menos original, sino que simplemente será más accesible.
Orhan Pamuk recurre a un invento literario: una profesora universitaria dedicada a la investigación, descubre que hay 113 cartas que la hija de un Sultán de la época escribe a su hermana mayor, contándole lo que sucede durante las noches de la peste. De ahí el título de la obra. Quien escribe las cartas se llama Pakize, esposa de uno de los médicos que se encargará del combate a la epidemia.
El Sultán del Imperio, con residencia en Estambul, recibe la noticia de que en la isla de Minguer, bajo sus dominios, se ha desatado una epidemia de la peste. La enfermedad, que se cree que se propaga a través de las ratas, que abundan en la zona, ha empezado a causar severos estragos y existe el peligro de que se propague a otros lugares. Decide por ello enviar una delegación de especialistas: el químico farmacólogo Bonkowski y su asistente Ilias, y el doctor Nuri, esposo de Pakize. El gobernador de la isla de Minguer, Sami Pachá, es quien los recibe y de inmediato empiezan a coordinar las medidas necesarias.
Orhan Pamuk es un escritor detallista, pausado, hasta lento podría decirse. Su prosa tiene esas características que, manejadas con mucha maestría, permiten que la historia fluya con natural atracción y sin estruendos. Pakize cuenta lo que va informándose, lo que su esposo, el doctor Nuri le cuenta, lo que ella averigua. No hay velocidad en el relato sino todo lo contrario.
Resulta que tanto el jefe de la misión, el químico farmacólogo como su asistente, son asesinados, debido a la pugna que se desata acerca de las medidas restrictivas más apropiadas para la cada vez más difícil situación provocada por la epidemia. Es el doctor Nuri entonces quien asume la responsabilidad de dirigir y coordinar la lucha contra la peste. Pakize accede a más información, mayores datos, mejores detalles. Las noches de la peste retratan lo que va sucediendo en la isla de Minguer.
Como quiera que la epidemia va saliéndose de control, algunos países de Europa, entre ellos Inglaterra, Francia y Alemania, deciden bloquear la isla para evitar que la peste llegue a sus territorios. Aparecen entonces las preocupaciones políticas. El bloqueo conlleva mayores sacrificios a los habitantes de la isla. Y aquí, Orhan Pamuk, con la agudeza artística de un creador verosímil, poniéndole palabras a Pakize, introduce la épica: surge en el relato el mayor Kamuz, quien se convierte en un auténtico héroe de la isla de Minguer al proclamar su independencia del Imperio Otomano y declarar la libertad de sus habitantes. La historia entonces se duplica: no solo se trata de superar a la peste sino de consolidar la liberación de Minguer.
“Las noches de la peste”, de Orhan Pamuk, es pues, una combinación de relatos: evitar más daños y muertes por la peste, de una parte, y asegurar la libertad de los isleños de Minguer, por otra parte, todo al mismo tiempo.