Por Claudia Arévalo
Durante la última semana, la recién aprobada ley de tenencia compartida ha mostrado que toca a todas las mujeres que por alguna razón hemos tenido que pasar por malas experiencias con exparejas y hemos visto sufrir a nuestros hijos por nuestras a veces incongruentes y otras veces malas decisiones en cuanto a nuestro rol como padres.
Las modificaciones de los artículos 81, 82, 83 y 84 son una aberración; ¿cómo es posible que se establezca la tenencia compartida de los menores por defecto, sin considerar las situaciones de ambos padres? ¿Cómo es posible que, dándole voz a fanáticos religiosos que pretenden proteger reglas del siglo quince en aras de “la familia”, se apruebe por insistencia un proyecto de ley sin sentido que afectará a miles de familias peruanas?
Quienes resultarán afectadas, en principio, serán las madres que tienen procesos pendientes de manutención, o los procesos de conciliación para visitas parentales, donde encontramos cientos, miles de historias de abusos cometidos por madres o padres que chantajean a sus ex cónyuges o parejas; y adicionemos los problemas de miles de hogares donde las separaciones se produjeron por casos de violencia doméstica y sexual. Por otro lado, sabemos que, emocionalmente, la estabilidad de un niño es mayos cuando el ambiente de crecimiento es estable y no cambiante.
En el estudio “La necesidad de un coordinador parental”(1), escrito por Deyler Hernández Sánchez de la UNFV, se dice muy acertadamente: “es necesario abordar esta problemática desde la mirada de la justicia terapéutica, poniendo en manos de los padres nuevas herramientas provenientes de la psicología jurídica, y contar con un personal específicamente especializado, que facilite y convierta el vínculo de los progenitores e hijos poniendo una coparentalidad funcional acorde a las necesidades de cada familia “
Debo añadir que en los últimos dos años -después de la pandemia- la tasa de divorcios ha aumentado en poco más de un 77 %, debido en muchos casos a violencia de género, u otros temas de convivencia forzada dentro del hogar durante las cuarentenas. En estas estas separaciones se asocia, según el estudio de Hernández, sentimientos que deberían ser canalizados de forma correcta: cólera, impulsividad, ansiedad, soledad, control, labilidad emocional y depresión(1). Esto lleva al pensamiento egoísta que deja de lado la necesidad de los hijos, lo que los deja expuestos y vulnerables.
Los niños y adolescentes que viven situaciones de separación tienen un ajuste psicológico negativo, el cual afecta socialmente no solo en su vida, personas y conductas, sino también en sus logros académicos y físicos; más allá de eso, puede que cualquiera de los padres impida el derecho del menor a ver al otro. En el Perú de 765 mil hogares con padres solos, 120 mil corresponden a varones y el resto, es decir 645 mil, a mujeres. Esta visión profesional, ante la inminente publicación de la ley, elige y recomienda que esta sea un catalizador entre ambos padres desde el divorcio hasta el establecimiento de las tenencias, y que esta sea provista por el Estado. Pero hace énfasis en que los procesos de tenencia deben ocurrir bajo enfoques específicos, como el enfoque de género y el de la psicología del desarrollo.
La ley que acaba de aprobarse no toma en cuenta las necesidades de los niños, niñas y adolescentes, y asume una tenencia compartida por default sin establecer estudios, ni preliminares ni psicológicos, para ambos padres y el menor; esto afecta principalmente los casos de padres violadores y agresores, en los que la víctima será doblemente victimizada, al compartir la tenencia con el padre o madre agresor.
Porque considero de vital importancia que esto no suceda, y porque en el caso de no tener una guía y supervisión especifica los desastres de la tenencia compartida automática, son inminentes, aquí expongo mi caso personal: mi hijo mayor compartió hogar con su padre los fines de semana y conmigo el resto de ella; la familia del padre hablaba mal de mi delante de mi hijo, y me amenazaban con quitarme al niño cuando tuviera 12 años: su abuela me lo repetía constantemente; la zozobra en la que yo vivía desde que su padre lo reconoció a los 4 años era constante, psicológicamente mi hijo se vio afectado al no saber qué clase de educación debía ser establecida. Mi madre, por su lado, al sentir que el niño se perdía lo engreía sobremanera y lo afectaba más. Mi hijo es bipolar y tiene déficit de atención asociado, todo determinado por la coparentalidad mal enfocada, como lo explicó la psiquiatra.
La tenencia compartida modificada por esta ley afecta el proceso legal de la manutención, poniendo en peligro miles de ellos y, sobre todo, poniendo en duda la capacidad de la madre para usar el dinero de la manutención, siempre con un tufillo de machismo y patriarcado añadido como en todas las leyes aprobadas por estas personas recalcitrantes, que creen que a la fuerza convertirán al Perú en una nación “evangélica”, donde la mujer esté sometida a su poder.
1. Sánchez DH. TENENCIA COMPARTIDA: LA NECESIDAD DEL COORDINADOR PARENTAL EN EL PERÚ. WARMI. 2022 Jul 13;2(2):59–73.