Por Luis Arias Minaya
La CEPAL acaba de publicar el Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe 2021. En su informe presenta un contexto complejo en el que:
- El crecimiento en 2021 no logrará compensar la caída de 2020 y estará sujeta a fuertes incertidumbres por el acceso desigual a vacunas y al proceso de vacunación.
- La persistencia de la pandemia y la fragilidad del proceso de recuperación económica requerirán la extensión de las medidas fiscales durante 2021.
- Se espera lento crecimiento en los próximos años que hará difícil recuperar el empleo, remontar la informalidad y revertir los aumentos de pobreza y pobreza extrema.
- Se profundizan las desigualdades: sectores tecnológicamente intensivos tenderán a recuperarse más rápido.
La extensión de las medidas fiscales presenta un conjunto de desafíos que permita no solo sostener una política fiscal expansiva en la pandemia sino también ampliar el espacio fiscal para mayores gastos. En el campo de los gastos se señala que la universalización de los sistemas de protección social, la salud y la educación demandarán una trayectoria creciente del gasto público.
En el campo del fortalecimiento de los ingresos, la CEPAL señala que será clave la reducción de la evasión tributaria, la racionalización de las exoneraciones tributarias, el aumento de la recaudación tributaria consolidando el impuesto a la renta y el alcance de los impuestos a la propiedad y al patrimonio.
Según CEPAL, el impuesto al patrimonio o impuesto a la riqueza vuelve a estar en el debate global y regional. La base imponible de este impuesto suele ser el patrimonio neto: diferencia entre el valor de los bienes y derechos que posee la persona (activo) y el valor de sus deudas (pasivo). En tres países de América Latina existe este impuesto: Argentina, Colombia y Uruguay. En la región hay varios países que están evaluando propuestas:
- Estados Unidos: se propone un impuesto anual de 2% sobre el patrimonio neto. Lo pagarían las personas con patrimonios netos superiores a $ 50 millones. Los patrimonios mayores a $1,000 millones pagarían 3%.
- Argentina: impuesto extraordinario al patrimonio a personas con activos superiores a $ 2 millones.
- Bolivia: impuesto recurrente a las grandes fortunas que gravaría a personas con patrimonios superiores a $ 4.4 millones.
- Chile: impuesto por única vez a patrimonios superiores a $ 22 millones.
El Perú se caracteriza por la baja progresividad de su sistema tributario, la que se manifiesta en un impuesto a la renta personal e impuestos a la propiedad con varias debilidades. En el caso del Impuesto a la Renta Personal (IRP) la recaudación no supera el 2% del PBI y se encuentra estancada e inclusive a la baja desde el año 2014. La caída del IRP estuvo asociada a dos reformas del impuesto:
- A partir del año 2015 se modificó la escala del impuesto a las rentas del trabajo aumentando el número de tramos de 3 a 5 y reduciendo la tasa marginal mínima de 15% a 8%.
- A partir del año 2017 se permitió deducir 3 UIT adicionales por arrendamientos de vivienda, gastos médicos, gastos de servicios, alojamientos en hoteles y consumos de restaurantes y aportaciones a EsSalud.
Ninguna de estas dos reformas, como suele ocurrir, han sido evaluadas para conocer si se cumplió con los objetivos que se plantearon. En el segundo caso los objetivos fueron disminuir la evasión en el arrendamiento de viviendas, servicios médicos, alojamientos y restaurantes.
Por otro lado, las rentas de capital se gravan con la tasa más baja de América Latina (5%) y no se incluye a los intereses.
En el caso de los impuestos a la propiedad, Perú recauda el insignificante monto de 0.23% del PBI, menos de la mitad de lo que en promedio se recauda en América Latina y el Caribe (0.57% del PBI), según datos del International Center Tax Development. Países como Chile, Costa Rica y Brasil recaudan 0.78%, 0.94% y 1.58% del PBI, respectivamente. En Perú no existe un impuesto al patrimonio. Los principales impuestos a la propiedad son el impuesto predial, el impuesto vehicular y el impuesto de alcabala. El impuesto predial recauda muy poco por problemas en el diseño y por deficiencias en su administración, a cargo de las municipalidades. En el diseño el valor de la propiedad predial no es el valor de mercado, como es en muchos países. Con ello, la mayor subvaluación ocurre en las propiedades de mayor valor. De esta manera el impuesto predial pierde una de sus principales atributos: la equidad.
El próximo gobierno deberá evaluar correcciones significativas en el impuesto a la renta personal y en los impuestos a la propiedad existentes sin descartar la creación de un impuesto al patrimonio como ya lo vienen haciendo otros países.