Paola Moschella
Doctora en Geografía, investigadora del CIAC-PUCP y docente en la UNMSM.
La distribución de votos de la segunda vuelta presidencial se suele simplificar en un mapa que pinta un Perú fragmentado en dos. Sin embargo, la repartición es más compleja y el peso de cada región depende de su población, no de su superficie. Un cartograma ofrece una mejor aproximación porque representa el territorio modificando el tamaño de cada unidad según el número de electores; así cada voto tiene el mismo valor.
Se observa que la distribución de votantes de Castillo no están solo en regiones predominantemente andinas; de hecho, se encuentran en todo el territorio nacional y en mayor cantidad en Lima. En cambio, los votantes de Fujimori se concentran desproporcionalmente en Lima, seguido por la costa norte, mostrando un sesgo hacia las zonas más pobladas y mejor conectadas.
En Lima y Callao, el nivel distrital permite precisar que los votos para Fujimori se aglomeran en la franja de altos ingresos, entre la bahía de Lima y La Molina. Además, hay una gradiente de mayor desigualdad de votos entre partidos hacia un mayor equilibrio que se localiza a modo de anillos desde la zona central de la ciudad hacia las zonas de expansión. En resumen, Castillo obtuvo votos distribuidos de modo más homogéneo en todas las regiones, en tanto los votantes de Fujimori muestran el centralismo a escala nacional y el centralismo dentro de la capital. ¿Será también una crítica al modelo territorial de desarrollo?
