Hace tiempo que las sociedades y en particular la opinión pública, no sólo en el Perú sino en el mundo, es obligado a escoger y pronunciarse por uno de los dos únicos colores o “sus verdades” que presentan ambos extremos, acerca del relato o discurso sobre determinados temas políticos o culturales.
Por ejemplo en el tema económico, el relato oficial del éxito del neoliberalismo era tan hegemónico, que si discrepabas en cualquier caso, te caía la retahíla y los insultos de “estatista y anti mercado”, sin embargo esa supuesta verdad neoliberal, ocultaba que el modelo estaba y está basado en un modelo monopólico y corrupto, que margino, postergo y nada tiene que ver con el mercado.
Del mismo modo, desde el lado de la izquierda dogmática todo es estatismo; si explicas que nosotros somos ante todo socialista y no estatistas, que se necesita también el mercado como dinamizador de la economía, te acusaban de un vulgar reformista, socialdemócrata, etc.
En la actualidad el precio de los bienes y servicios no los determina el mercado, lo impone la dictadura del monopolio, ahí tienen los casos del gas, electricidad, alimentos, banca, pasajes, etc. lo que corresponde es liberalizar esa dictadura monopólica y volver al mercado, sin pasar por un estatismo compulsivo.
En el tema del conflicto armado en el Perú, las cosas son más complicadas; si no escribes u opinas suscribiendo y repitiendo el discurso oficial que justifica el terrorismo de Estado frente al terrorismo senderista, te colocan en el paredón del terruqueo, hasta una simple crítica es dudosa a la fidelidad que exigen los promotores del discurso fascista y fujimorista que se apoderó de la violencia del Estado.
Pero también desde el lado binario, durante mucho tiempo un sector de la izquierda seudo radical, no fue claro y tajante con denunciar y enfrentar al terrorismo senderista y los crímenes de las huestes de Guzmán; sobrecargando la defensa de los DD.HH. solo al lado de la violencia desde el Estado.
La izquierda revolucionaria y democrática si enfrentó a la violencia senderista, en las universidades, barrios, sindicatos y en las comunidades; tenemos miles de muertos como en el caso del Cusco, Iván Pérez Ruibal asesinado por las huestes senderistas en la UNSAAC, Guyen Hilares en la puerta del Paraninfo Universitario, Jorge Munguía en Junín, entre otros. Se tuvo que enfrentar también al terrorismo fujimorista, como el asesinado Pedro Huilca Tecse Secretario General de la CGTP y otros dirigentes sociales. Es hora de superar ambos discursos y posturas, la apología del terrorismo sea de Estado o Senderista es repudiable y criminal en todos los casos.
En el asunto de la violencia y el acoso a la mujer, nuevamente el color binario aparece para obligarnos un pronunciamiento alcahuete por uno de sus lados; sabemos y es pública la homofobia y la misoginia de la derecha y ultraderecha, como en los discursos y textos de Perú Libre. Por ello resulta una farsa la actual postura del fujimorismo ideológico y cultural, que luego de haber esterilizado mujeres, se vuelva defensora ejemplar de una congresista y concentre cañones a un Primer Ministro misógino y homofóbico; utilizando la denuncia de dicho acoso luego de casi un mes de silencio, para sacarla ahora oportunamente en medios de comunicación, donde precisamente no tienen ningún respeto por los derechos de las mujeres.
Es hora de romper con ese pacto infame de hablar a media voz, con el que pretenden llevarnos los discursos bipolares en todos los terrenos, para justificar sus medias verdades y cálculos. Son repudiables los misóginos de derecha e izquierda. Por ahí justifican a veces el machismo en los andes, como parte de una tradición campesina; nada más falso, en la cultura andina el varón y la mujer son una entidad complementaria; no es casualidad que el origen mitológico del origen del Inkario sea de Manqo Qhapaq y Mama Oqllo o en otro caso de los Cuatro Hermanos Ayar y sus cuatro respectivas parejas; que simbolizan la dualidad y complementariedad de la filosofía andina.