Con información de RFI
El Senado de Estados Unidos fracasó el miércoles en su intento de aprobar un proyecto de ley que garantice el acceso al aborto en todo el país, en un momento en el que ese derecho está gravemente amenazado por una próxima decisión del Tribunal Supremo.
Los demócratas sabían que no contaban con los 60 de 100 votos necesarios para aprobar la ley. Pero con esta votación, perseguían un doble objetivo. En primer lugar, para demostrar que luchan por el derecho de las mujeres a tomar decisiones sobre su salud y su cuerpo. En segundo lugar, para que todo el mundo adopte una postura. Por ello, los cincuenta republicanos del Senado votaron en contra, acusando a los demócratas, a través de su líder Mitch McConnell, de querer ofrecer «abortos a pedido».
Además, la mayoría demócrata, no logró sumar la totalidad de sus representantes. El senador demócrata centrista Joe Manchin, de Virginia Occidental, que tiene un historial de derrotar a su propio campo, votó con los republicanos en sus creencias antiabortistas.
Una mayoría de estadounidenses a favor del aborto
El presidente de Estados Unidos criticó el resultado de la votación.
«Los republicanos del Congreso -ninguno de los cuales votó a favor de este proyecto de ley- eligieron oponerse al derecho de las mujeres estadounidenses a tomar las decisiones más personales sobre sus cuerpos, sus familias y sus vidas», dijo Biden en un comunicado.
Los miembros de la Cámara de Representantes, que habían votado previamente a favor del proyecto de ley, acudieron a ver la votación y abandonaron la cámara coreando consignas a favor del aborto. Sus líderes, encabezados por la vicepresidenta Kamala Harris, quieren ahora convertirlo en un tema mayor en las elecciones de mitad de mandato de noviembre. Piden a los estadounidenses que elijan a senadores y representantes que apoyen el acceso al aborto. Como la mayoría de los estadounidenses, según las encuestas de opinión.
Su partido estaba dispuesto a celebrar esta votación tras la extraordinaria filtración, el 2 de mayo, de un proyecto de decisión del Tribunal Supremo, según el cual la máxima instancia judicial estadounidense se disponía a anular el acceso al aborto. Si el Tribunal Supremo revocara la jurisprudencia que ha sustentado el derecho al aborto en EE.UU. desde 1973, cada estado sería libre de prohibirlo o permitirlo. Una veintena de estados conservadores ya se han comprometido a ilegalizarla.
«Mi cuerpo, mi elección»
A los gritos de «mi cuerpo, mi elección», una treintena de miembros de la Cámara de Representantes, donde el proyecto de ley rechazado en el Senado había sido adoptado en septiembre, acudieron a ver la votación en la Cámara Alta para impugnar su fracaso. Dentro de este grupo, hay varias legisladoras que dijeron públicamente haber abortado.
Desde que se conoció el borrador de sentencia de la Corte Suprema, grupos de personas, más o menos densos, acuden todas las tardes a manifestar su enfado frente al templo estadounidense de la ley, un imponente edificio de mármol blanco protegido ahora por una valla.
Y algunos manifestantes protestan incluso frente a la residencia de los jueces conservadores de la Corte.
Varias organizaciones progresistas han convocado a marchar en masa el 14 de mayo en Estados Unidos para proteger el acceso al aborto.
Cuatro actos importantes están previstos en Washington, Nueva York, Chicago y Los Ángeles, y se organizan cientos de mítines en el resto del país.
Biden prometió involucrarse personalmente en la batalla, e instó a los estadounidenses a «elegir candidatos a favor» del derecho al aborto en las elecciones legislativas del 8 de noviembre.
Quiere así ampliar la mayoría de demócratas en el Senado, con la esperanza de poder luego aprobar una ley federal que proteja el acceso al aborto.
Pero las elecciones de mitad de mandato son siempre muy peligrosas para el partido de gobierno, y es muy posible que los demócratas pierdan sus estrechas mayorías en el Congreso.
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