Por Fernando de la Flor Arbulú
Solamente los grandes escritores pueden decir tanto en pocas palabras, o, lo que es lo mismo, contar una buena historia en una novela corta. Es el caso de Sandor Márai con su libro “El matarife”, que acaba de editarse en español.
Johannes Schwarz y su esposa viven en un pequeño pueblo ubicado en las afueras de Berlín, Alemania. La vida es apacible, tranquila. Un día cualquiera llega un circo al lugar y hay un alboroto: va a presentarse un espectáculo inusual, emocionante. La gente llena la carpa. Hay una mujer domadora, quien hace su número con cuatro inmensos osos. En un descuido, uno de los osos engulle a la mujer, la degüella. El público queda impactado. La creatividad de Sandor Márai va más allá: ese mismo día es concebido Otto, el hijo de Johannes y su mujer.
Sandor Márai fue un importante escritor húngaro del siglo XX. Autor de magnificas novelas, entre las más notables “El último encuentro”, “La mujer justa” y “Divorcio en Buda”, fue sin embargo censurado por el régimen comunista. En realidad, quedó prohibido: decía mucho en sus obras y lo hacía libremente. Por eso era un peligro. Mientras Hungría estuvo bajo el yugo del sistema soviético, Sandor Márai estuvo silenciado y fue por eso poco conocido. Pero tan luego fue descubierto como lo que fue, un gran escritor, sus libros tuvieron una gran acogida. Su nombre estuvo varias veces voceado para el Premio Nobel de Literatura.
Pero, volvamos a la novela: Otto, el personaje central de “El matarife”, fue testigo de un acontecimiento que marcó su vida: presenció el degollamiento de un buey ejecutado por un matarife en un matadero. El impacto fue tan brutal que decidió convertirse en matarife: por eso el título de la novela. Adviértase la sutileza de este detalle: Otto quiere ser realmente un degollador.
Otto, en efecto, se traslada a Berlín y se dedica a ser matarife. Crea su propio establecimiento y tiene un importante éxito comercial. Se convierte en un respetado negociante y apreciado vecino. Se considera logrado descuartizando animales en su matadero.
Sandor Márai maneja con rítmica maestría el relato aparentemente inocuo de Otto y su vocación de matarife. Y es aparente porque empiezan a introducirse en el relato investigaciones policiales, requerimientos fiscales, pruebas judiciales, en definitiva, hechos de sangre. La inicial desconexión, sin embargo, va despejándose, cobrando cuerpo, adquiriendo sentido, conforme avanza la historia. Esa combinación de voces, tiempos y hechos diversos convierte al relato es una potente expresión de creatividad literaria.
Estalla la guerra y Otto es llamado a enrolarse. Participa activamente: despliega toda su habilidad de matarife para convertir crueles actos de sangre en hechos de guerra destacables. Terminada la guerra y de regreso a la “anormal” normalidad, Otto se convierte en un personaje solitario, retraído y ensimismado. Deja de ser matarife, pero no se desprende del hacha. Su experiencia en el manejo de la bayoneta durante la guerra y el descoyuntamiento al que estaba habituado, no lo alejan de seguir buscando la crueldad y la sangre del degüello. Y allí es entonces, en ese aparente desencuentro, entre ser y no quererlo, en el que aparece el genio creativo de Sandor Márai conectando a Otto con las historias de la policía, los fiscales y el juez.
“El matarife” de Sandor Márai, es una novela soberbiamente escrita, de apenas un centenar de páginas, en la que se nos revelan los destinos marcados y conexiones inconscientes a los que los seres humanos estamos expuestos, muchas veces sin darnos cuenta, dejándonos llevar, sin cuestionamientos ni reparos.