Por Jessica Huamán
A lo largo de los años, la humanidad ha sido testigo de cómo diversas situaciones han influenciado en la vulneración del derecho a la alimentación, como por ejemplo los conflictos armados, inestabilidad política y las crisis sanitarias, impactando fuertemente a la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, existe una situación que afecta y seguirá afectando a las futuras generaciones, y es el cambio climático, el cual trae como consecuencia desastres naturales que aumentan el hambre y la malnutrición en las comunidades.
En ese sentido, es importante que la ciudadanía y los decisores políticos sean conscientes sobre cómo el cambio climático empeora la inseguridad alimentaria, ya que afecta a nuestros agricultores, con sequias, heladas o huaicos que arrasan con las cosechas, reduciendo la disponibilidad de productos agrícolas, teniendo un impacto negativo en la disponibilidad de alimentos, el acceso a los mismos, su estabilidad y su utilización así como en los bienes y oportunidades de los medios de vida tanto en zonas rurales como urbanas. (FAO 2021)
Es por ello importante hacer una reflexión conjunta sobre lo que estamos viviendo actualmente, ya que nuestro país está experimentando al ciclón Yaku, el cual nunca antes se ha visto en Perú, pero que ya viene trayendo estragos en diferentes regiones. Consecuencias nefastas de los huaycos e inundaciones que incrementan la pobreza monetaria de la población, afecta el acceso a servicios básicos como agua potable y energía eléctrica, daña las viviendas dejando en el desamparo a miles de familias e incluso genera la pérdida de vidas humanas.
Hoy vemos como diversos políticos se preocupan por dar respuestas urgentes ante la emergencia suscitada por el fenómeno Yaku, sin embargo, la prevención de situaciones como las que estamos viviendo se logran promoviendo el crecimiento planificado de las ciudades y comunidades, garantizando que las construcciones se realicen en zonas adecuadas y no en espacios de alto riesgo, e impulsando la construcción de viviendas dignas que sean de material noble, con canaletas que permitan fluir al agua de las lluvias que ya sabemos pueden llegar en cualquier momento, por la situación geográfica de nuestro país. Sin embargo, poco o nada de prevención se promueve por las autoridades de los diferentes niveles de gobierno, llegando al punto de solo reaccionar de forma improvisada ante la desgracia.
Ahora ya tenemos una situación de emergencia encima, y esperemos nuestras autoridades no crean que con donaciones lo solucionan todo.