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jueves, septiembre 28, 2023

La república de la resistencia. Tendencias del simulacro y las encuestas de Ipsos Perú e IEP

Resultados y tendencias. No es aconsejable comparar los resultados específicos de dos encuestadoras que indagan sobre el voto porque obedecen a dos fichas técnicas distintas, aunque en otros países se suele promediar las cifras finales, en un ejercicio siempre polémico. En el caso de las encuestas de Ipsos-Perú e IEP, publicadas por El Comercio y La República, respectivamente, se tiene un problema añadido: la primera ha realizado una encuesta de intención de voto y un simulacro, y la segunda de intención de voto, exclusivamente.

No rechazaría los datos de ninguna de ellas. Son fotos de distintos planos de un escenario en movimiento, lento en general, pero movimiento, al fin y al cabo. Dicho esto, sí creo posible reflexionar sobre las tendencias generales que cada cual proyecta y compararlas. Una cosa es comparar cifras duras, y otra agregar las tendencias.

Primera tendencia. Aviso de poca legitimidad.

Los sondeos proyectan un cuadro nacional dominado por el fracaso de una oferta electoral que no logra reducir la resistencia democrática a muy pocos días de las elecciones. El Perú es el único país donde los candidatos se achatan hacia abajo conforme de acercan las elecciones. El anterior simulacro de Ipsos Perú (16 marzo) revelaba que los dos candidatos que pasaban a la segunda vuelta sumaban casi 35% de voto válido; en el simulacro de hoy (4 abril) los dos primeros apenan suman 28.6%.

La encuesta de IEP del pasado 28 de marzo mostraba a dos primeros aspirantes que sumaban 21.1% en intención de voto, y la de ahora apenas 19.6%.

En una campaña donde cuesta acumular, la tendencia es que el 11 de abril pasen a la segunda vuelta candidatos que sumados no alcancen el 50% de votos válidos. No es imposible lo contrario, pero implicaría para quien logre un 30% de votos válidos cosechar alrededor de 2,5 millones de votos a razón de 350 mil votos por cada día.

Así, la épica ciudadana que se resiste a votar y elevar a uno o dos candidatos por encima del 20% de votos emitidos suena como una alerta de ilegitimidades iniciales que deberá asumirse con un criterio razonable luego de la segunda vuelta, conscientes de que por primera vez desde 2001 las elecciones no resolverán totalmente el problema del liderazgo de la democracia.

Segunda tendencia. Chapa tu candidato.

El simulacro y las encuestas de intención de voto muestran que las subidas y bajadas se producen principalmente entre quienes ya decidieron sus votos. Concentrándonos en el simulacro de Ipsos Perú entre los “grandes” y “pequeños” han perdido 12.7 puntos porcentuales de votos emitidos que, coincidentemente, es el mismo porcentaje que ganan cuatro de los “grandes” (Fujimori 0.7; Mendoza 1,8; de Soto 6,7; y Castillo 3,5). El voto estratégico ya opera y es crucial en un escenario de baja puntuación: Lescano, Forsyth, López Aliaga, Urresti y Guzmán alimentan a otras candidaturas.

En este caso, el voto estratégico es una relación política inversa a la tradicional. Es el elector quien busca al candidato y no al revés. Es el miedo a otro candidato o la decepción del suyo. Lescano cae en Lima, norte, centro y sur; Forsyth en Lima, norte y oriente; y López Aliaga en Lima y el sur. En cambio, de Soto sube en todas las plazas, especialmente en Lima donde trepa de 7% a 15%.

Sucede algo parecido con la encuesta del IEP, aunque en este caso, A/B y C, y Lima son los sectores en donde los movimientos son más bruscos. Por lo mismo, el debate del JNE ha tenido resultados directos e indirectos; el voto no opera como un reflejo condicionado.

Si el voto estratégico se suma a una ligera caída de los resistentes, uno de los candidatos de la derecha, especialmente de este sector, podría ser muy beneficiado por esta operación “chapa tu candidato”.

Tercera tendencia. Temor al cambio.

Tanto en el simulacro como en las encuestas de opinión se afirma el voto de derecha y/o conservador sobre el voto del cambio y/o progresista (ojo a los críticos, en política las cosas son solo lo que parece que son) del siguiente modo.

En el anterior simulacro, las candidaturas de derecha/conservadoras superaban el 34% y las de cambio/progresistas 29%, con una diferencia de 5 puntos a favor de las primeras. En el último simulacro, esta distancia se amplía a 10 puntos, con la derecha sumando 40 puntos y el sector opuesto 30. Junto a ello, se acentúa la liquidación del llamado centro político: sus candidaturas (Forstyh, Guzmán y Humala) han pasado de 16.5% en el anterior simulacro a 12.8% en el reciente.

La división derecha, centro e izquierda suele ser negada, especialmente por la derecha, cuando rehúsa asumirse como tal. En esta enorme depresión nacional, sin embargo, las diferencias pueden cobijar más de una polarización, especialmente la que opone a los partidarios del cambio del modelo económico y a quienes pugnan por su defensa y su recreación en una suerte de neoliberalismo 2.0; y otra entre derechos y libertades vs autoritarismo político y conservadurismo moral, aunque algunas candidaturas de la derecha sean en este punto menos insistentes. Un Congreso fragmentado será la aduana de estas polarizaciones.

Tendría que producirse un masivo desembalse de los votos de la resistencia democrática en favor del cambio/progresismo para que se altere esta distancia. No es definitivo, pero es probable que el resultado del domingo 11 sea, además de lo señalado, una suma de temores al cambio.

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