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jueves, abril 24, 2025

La política social en el discurso electoral

Por Patricia Donayre

Queda claro que nuestro país necesita de profundas transformaciones y de una política inclusiva y de desarrollo auténtica. La aspiración de un nuevo gobierno debe ser cerrar las brechas pendientes y no dejarlas crecer.

La pandemia nos ha dejado un país con grandes dificultades económicas para empresarios, informales, trabajadores y no trabajadores; con más pobres extremos y nuevos pobres y ha marcado aún más las desigualdades. Para los emprendedores se escuchan muchas propuestas de reactivación, necesarias claro está. Pero para los pobre solo escucho propuestas netamente asistencialistas  carentes de sustento y correlato con la realidad.

En la actualidad, existen 2,459,071 personas adultas mayores de 65 años a más. De ese universo 1,436,043 reciben algún tipo de pensión; de estos 557,043 son atendidos por pensión 65, mientras que 1,023,028 no reciben ningún tipo de pensión. De esta cifra, aproximadamente la mitad son pobres y pobres extremos.[1]

Hablemos de Pensión 65, tan mencionado en estos días. Este programa social fue concebido y en la práctica atiende a personas mayores de 65 años, en extrema pobreza (es decir los que gastan menos de 187 soles al mes en una canasta mínima de alimentos), sin ingresos y que no reciben ningún tipo de pensió; ellos reciben una subvención económica de 250 soles cada dos meses (125 soles por mes).

Este sistema pensionario para los más pobres tiene en la actualidad 557,043 usuarios, habiéndose identificado una brecha bajo los mismos criterios de elegibilidad de 199.000 personas (lo que implica un presupuesto de 298 millones de soles), brecha que es necesario cerrar como una primera acción inmediata en la ampliación de la cobertura del programa.

Una segunda y trascendental medida es incluir también a los pobres. A los que Pensión 65 no cubre en la actualidad (aprox. 300 mil personas adicionales a los 199 mil usuarios en pobreza extrema pendientes de cobertura). Son pobres a quienes la línea que los separa de la extrema pobreza no es más que una concepción numérica, académica, y que dista profundamente de una realidad que merece ser atendida.

Decimos esto porque en el Perú si tus gastos están por debajo de 352 soles per cápita al mes, eres pobre, si están por debajo de 187 eres pobre extremo. Según este esquema gastas un sol más o menos y pasas de una condición a otra. El sistema de medición que debe también ser objeto de revisión y cambio.

Estando a lo dicho, la propuesta electoral que plantea duplicar el monto de la pensión bimensual de 250 soles a 500 soles (250 soles por mes), si bien implica una inyección económica importante para los actuales usuarios de Pensión 65, no aborda el verdadero problema de la población mayor de 65 años. Por ello, el objetivo debe atacar el incremento de la pobreza extrema y de la pobreza, cerrar la brecha. Para eso, la estrategia de contención y mitigación que hacen los programas sociales, en este caso Pensión 65, es fundamental. De ahí que la propuesta de campaña en realidad da la espalda a la necesidad de reducir la brecha. Aquí lo que se necesita es que los programas lleguen a más personas, no duplicar (por ahora) el monto a los ya usuarios sino incluir a más adultos mayores; para ello además será necesario modificar los criterios de elegibilidad del programa considerando a aquellos en condición de pobreza, no solo de pobreza extrema.

Paralelo a esto se debe seguir mejorando los mecanismos de pago de las pensiones, seguir desarrollando los mecanismos de inclusión financiera para llegar a las zonas más alejadas -todo un reto- con el pago oportuno de la contribución económica. Asimismo, la propuesta de duplicar el monto trae un desequilibrio con respecto a los otros tipos de pensionistas (los que aportaron para una pensión), ya que recibirían menos que alguien que no aportó, creando innecesarios enfrentamientos. La solución sería subir el mínimo de las pensiones, ¿será viable?

Es oportuno reiterar que cuando nos referimos con entusiasmo a los programas sociales en general, no estamos hablando de asistencialismo permanente; estamos frente a una realidad crítica en nuestro país que merece ser atendida para salir de ella, sostener temporalmente a quienes requieren de ese hombro del Estado mientras puedan caminar por sí mismos.

Cada programa social dentro de una política de inclusión y desarrollo está orientado a ello, a que los peruanos puedan dejar la pobreza atrás, por eso brindan asistencia en las distintas etapas y condiciones de vida del ser humano, contribuyendo al desarrollo infantil temprano, desarrollo integral de la niñez y la adolescencia, combatiendo la anemia, la desnutrición, la deserción escolar, reconociendo a las personas en situación de discapacidad, protegiendo al adulto mayor y dándole la oportunidad de seguir aportando con sus conocimientos y capacidades. Además generando oportunidades de inclusión económica con programas de capacitación que redundan en emprendimientos para quienes menos tienen.

Señores candidatos, no se trata solo de duplicar montos, de prolongar las ayudas en el tiempo sin generar el gran salto para salir de la pobreza; la política social va mucho más allá.

[1] *estas cifras deben haber variado por la pandemia.

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