Los discursos electorales suelen estar plagados de mensajes hacia los más pobres alimentando con las mismas frases de siempre sus esperanzas de un futuro mejor.
Esta campaña no es la excepción, pero con un escenario mucho más preocupante, pues el universo de personas en pobreza, pobreza extrema y en riesgo de caer en ella (vulnerabilidad) ha aumentado y no vemos propuestas específicas para contener este avance y poner fin a la pobreza .
El Perú ha sido reconocido por sus avances positivos en materia de reducción de la pobreza. Entre 2004 y 2019, la tasa de pobreza monetaria pasó de 58.7% a 20.2%. En el ámbito rural de 83.4% a 40.8% y en el ámbito urbano, de 48.2% a 14.6% (según la Encuesta Nacional de Hogares – ENAHO 2004-2019). En este resultado es innegable el impacto que tuvo el incremento de cobertura de programas sociales, y la implementación de transferencias monetarias que tenían por finalidad romper con las llamadas trampas de la pobreza.
Sin embargo, estos avances con la pandemia se detuvieron y retrocedimos a cifras semejantes al año 2010. El INEI confirmó la cifra que anunciamos en octubre de 2020 en el foro Perú sostenible, la pobreza aumentó en casi 10 puntos porcentuales, siendo el ámbito urbano el más afectado. En el caso de Lima alcanza un incremento de 14% a 27.5% altamente preocupante.
¿Y por que el ámbito urbano resulta el más afectado?
Porque, precisamente, en este ámbito ha tenido mayor impacto las medidas de inmovilización social dictadas durante la pandemia. Y siendo el ámbito donde también la tasa de informalidad laboral es muy alta (el 92.4% de la población pobre de 14 y más años de edad tiene un empleo informal) la pérdida de ingresos fue manifiesta. No deja de ser significativo además que el 55.o% de la población pobre ocupada trabaja en agricultura, pesca y minería, sectores muy afectados además de los de construcción, comercio, transporte, hoteles, almacenamiento, restaurantes y turismo.
El ámbito rural por su lado también ha sufrido el golpe de la pandemia. Se han incrementado los pobres en 4.9% porcentaje inferior al 11.4 % que en el ámbito urbano. Es precisamente en ese ámbito donde los programas sociales tenían mayor presencia de ahí que haya de alguna manera contenido un mayor avance de la pobreza. Se estima que antes de la pandemia las intervenciones del MIDIS alcanzaban a alrededor del 60% de la población pobre y vulnerable, con énfasis en el ámbito rural (84% vs 50% en ámbito urbano)
Para el 2020, inclusive con el aumento de la población pobre, se proyectaba llegar al 70% de esta población.
Y además a consecuencia de la pandemia también se amplió la cobertura de programas sociales y de subsidios económicos (bonos) al ámbito urbano en previsión de esta grave consecuencia de incremento de la pobreza. Estrategia que es una obligación seguir aplicándola y expandiéndola en la zona urbana.
Pero por otro lado están las personas vulnerables que cual equilibristas se mantienen a un paso de caer en la pobreza. La llamada clase media. Al 2019, uno de cada tres peruanos se encontraba en riesgo de caer en la pobreza (32.2%). Personas para quienes tampoco existe una oferta electoral que atienda sus necesidades.
Por cierto, aún seguimos esperando las precisiones en los planes de gobierno ( recuerden que no están escritos en piedra) sobre la aprobación y la implementación de la política nacional de desarrollo e inclusión social, que no nos cansaremos de repetir es la más importante para marcar el derrotero de trabajo de los próximos años.