Definitivamente, el debate electoral en Arequipa no será la clave. El encuentro fue anodino. Castillo apeló más al rollo de la identificación antes que al esclarecimiento de propuestas, así como a un tono menos fuerte que el de sus arengas. Premeditadamente, él optó por confrontar menos. Fujimori no solo fue más confrontacional que su rival, sino que presentó una cantidad de anuncios que ponen en duda que sea la candidata más cercana para proteger el modelo económico. La nada vs. la demagogia. Un desastre.
Tampoco considero que sea, lamentablemente, las infelices declaraciones de Pedro Castillo sobre el feminicidio. El postulante de Perú Libre sabe que su electorado – y el mismo – es mayoritariamente conservador en materia de género. Y si bien me sumo al rechazo a esta postura, el debate demostró que él y su rival – con poca capacidad para aceptar que las esterilizaciones forzadas fueron una política de estado o los maltratos a su madre – constituirán un retroceso, en esta materia.
Probablemente no esté en el juramento dado en Arequipa por Keiko Fujimori, buscando aminorar el rechazo del antifujimorismo. A diferencia de lo que ocurrió con Ollanta Humala en 2011, la ceremonia parece llegar muy tarde, el grupo de garantes escogidos es menos plural que el reunido hace una década (en género, procedencia ideológica y étnica) y, además, fue parte de un proceso de moderación que no se ha visto en la candidata de Fuerza Popular. Peor aún cuando se realiza en uno de los lugares turísticos más cercanos a la élite arequipeña y sin mencionar el elefante en la cristalería: el indulto a Alberto Fujimori.
Tampoco creo que esté en la propuesta del canon directo al bolsillo de la gente propuesta por el fujimorismo. No solo porque la idea se intentó llevar a la práctica en Ancash y terminó con el gobernador regional Waldo Ríos en prisión. Sino porque la idea que se encuentra detrás es que será la única forma de sacar proyectos mineros controvertidos como Tía María o Conga. Y no se toma en cuenta que varios académicos ya han estudiado que el canon también puede generar nuevos conflictos sociales, tanto por las modalidades de su reparto como por las expectativas que suscita la llegada de más fondos.
La elección, a mi modo de ver, se definirá en lo emocional.
De un lado, se esgrimirá el miedo hacia el comunismo o la inestabilidad económica. Más allá de cuestiones racistas o clasistas esgrimidas en comentarios en redes sociales, sí hay un legítimo temor a perder determinados avances – muchos o pocos – en la economía familiar o global. Al mismo tiempo, las imprecisiones de Perú Libre en toda la campaña han sido clamorosas y no han sido despejadas ni con los debates ni con su nuevo plan de gobierno.
De otro lado, está el antifujimorismo. Es muy evidente que Fuerza Popular tiene dos mochilas muy pesadas: la del gobierno autoritario de Alberto Fujimori, un sentenciado por violaciones a los derechos humanos y corrupción y la de Keiko Fujimori, con un comportamiento obstruccionista y una acusación seria por lavado de activos y obstrucción a la justicia. A estos comportamientos, se añade la forma cómo varios de los aliados de FP se han comportado, con expresiones que agravan las brechas en el Perú.
Más que por propuestas, la clave estará en la emocionalidad, en momentos en los que el Perú conoce que sus fallecidos suman más de 180,000 personas, en medio de una fuerte crisis económica, frustración por gastos inesperados y por la indolencia del Estado y de varias empresas.
En ese clima iremos a las urnas este domingo.