“La experiencia contemporánea en todos los países donde hay control de cambios, enseña irrecusablemente que el problema de la escasez de divisas extranjeras no se soluciona ni en mínima proporción suprimiendo el mercado libre. Por el contrario, su clausura ocasiona la aparición en breve plazo de un mercado oculto, ajeno a todo control; la ocultación o fuga de la moneda extranjera; … ; y, en general, la creación de un pánico y desconfianza tales que contribuirían a la depreciación de la moneda nacional.
Eliminando la inflación, restituyendo la confianza sobre la moneda … será posible que el mercado libre contribuya eficientemente a la solidez de nuestra economía.” .
Son las palabras del mensaje presidencial de Bustamante y Rivero en 1948, unos meses antes de su derrocamiento y posterior exilio dado por Manuel Odría. La toma de conciencia de Bustamante y Rivero se da después del descalabro económico ocasionado por medidas tan torpes como llevar a cabo un control estricto de cambios desde el inicio de su gobierno.
Con el nuevo régimen cambiario establecido en dicho período, los exportadores son obligados a entregar sus divisas al BCRP al tipo de S/ 6.49 soles por dólar americano; mientras que los importadores deben solicitar las divisas necesarias al Ministerio de Hacienda (hoy MEF) para la adquisición de bienes extranjeros. Pese a que los empresarios formales se acogen a este régimen, otros acuden a un reducido mercado libre informal donde la cotización de la moneda nacional marca su verdadera depreciación.
Así, el primer año de su gobierno, el sol por dólar americano se cotiza en S/ 8.00 soles; el segundo año en S/ 12.54 y en el tercer año en S/ 14.05. Ante dicha pérdida de libertad cambiaria, tradicional en décadas anteriores, la reacción de los exportadores es tenaz, siendo el principal derrotero para la caída de su gobierno constitucional tras la situación económica insostenible y precaria en que viven ocasionado principalmente por la escasez de divisas que genera la imposición de control de cambios.
Existen experiencias en las economías sobre este tipo de regímenes y el control de los precios en particular, cuya idea primigenia, algo absurda e ingenua, es ayudar a los más pobres a menguar subidas de precios que conllevan al posterior deterioro de las canastas básicas de consumo familiar. Pero el único efecto que consiguen al final es que no solamente deteriora aún más la canasta familiar, sino que también es el principio del fin de un gobierno alentado por voces poco autorizadas en materia económica.
En la actualidad, pese a que el nuevo gobierno llega a esbozar en un momento determinado la generación de una comisión para controlar la subida del tipo de cambio, se cede el paso (por el momento) a la capacidad técnica en el manejo de la economía que permite entender la libertad de este commoditie.
Pero, ¿existe la posibilidad de pronosticar el dólar americano? Antes de entrar a responder esta acostumbrada pregunta, comentar que existen instrumentos derivados que permiten cubrirse del riesgo de las depreciaciones de monedas, como es el caso de las operaciones forward de moneda extranjera. Una manera sencilla de entenderlo, es poner de acuerdo a dos partes quienes se obligan mutuamente a intercambiar en una fecha futura y a un tipo de cambio futuro, un monto determinado de una moneda a cambio de otra.
Debido a que hay una serie de factores que afectan al tipo de cambio como la actividad empresarial, transacciones bancarias, movimientos de los fondos de pensiones, políticas monetarias de bancos centrales; y si además se añade a los especuladores que van como “perros de caza” sobre el descalce de precios de monedas, la respuesta es un NO contundente, siendo imposible medir la evolución futura pese a las coberturas de riesgo.
Así, como el dólar americano es un bien, lo mismo sucede con otros bienes. Controlar su evolución apartando las fuerzas de mercado es un esfuerzo tan inútil como quitar la neblina de nuestros ojos para ver mejor. El libre mercado es la mejor opción que puede haber en toda transacción. Hacer lo contrario conlleva a un colapso inminente o de la economía o del gobierno; o de los dos.