“Aunque la exitosa búsqueda de préstamos extranjeros por parte de Leguía sirvió para apuntalar la economía generalmente débil durante buena parte de la década, solo podía tener éxito en el corto plazo y provocó que el Perú resultara extremadamente vulnerable a todo shock externo. El comienzo del fin llegó a finales de 1928, cuando los banqueros estadounidenses restringieron los futuros préstamos al Perú, concluyendo finalmente, luego de numerosas advertencias, que sus inversiones estaban en peligro por el excesivo gasto, despilfarro y corrupción del gobierno.
…El sufrimiento de las clases medias fue también intenso. El ingreso de abogados, médicos y otros profesionales disminuyó en forma marcada, la burocracia estatal quedó impaga, las universidades se clausuraron y no se pagó a los maestros.” (Klarén, 2000).
Esta parte de la historia peruana, puntualmente del gobierno de Leguía, hace recordar lo efímero que pueden ser los ciclos económicos cuando solamente se sostienen en políticas de corto plazo sin fortalecer las bases de la productividad, lo que empobrece aun más a las personas vulnerables.
Ante ello, ¿cómo el Perú podría generar productividad en los próximos años? La respuesta cae de madura: Inversión privada de largo plazo, principal motor generador de empleo productivo, reduciendo la desigualdad y la pobreza en aquellos países que apuestan firmemente en ella.
Para conocer si existen las condiciones básicas que aseguren un entorno confiable para la entrada de capital fresco a la economía peruana, los inversionistas (residentes y no residentes) consultan a varios bancos de inversión y consultoras de prestigio, pero también observan el Reporte Inflación (RI) que publica el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) al finalizar cada trimestre del año para conocer la coyuntura actual de la economía peruana.
En ella amigo lector se muestran cifras desde la situación actual del sector externo, actividad económica peruana, finanzas públicas, política monetaria hasta el balance de los riesgos de inflación, con estimaciones al cierre del año y las proyecciones del siguiente.
Para la elaboración del RI, los funcionarios del BCRP hacen una enorme labor de recopilar y ordenar los datos estadísticos, con una capacidad de análisis envidiable ya que no solo cuentan con los mejores profesionales en el campo de la economía y finanzas, principalmente, que ingresan por concurso público (meritocracia); sino también hacen encuestas a empresarios y consultoras, contando con herramientas informáticas altamente sofisticadas que les permite desarrollar estimaciones y proyecciones.
En particular, este último RI muestra cifras algo preocupantes con sesgos a la incertidumbre tras la falta de un liderazgo claro y contundente del gobierno. Señalar primero que el 2022 la economía mundial crece 4.4%, por debajo de lo publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que estima que el mundo crezca 4.9%, liderado principalmente por el dinamismo del grupo de países denominados G7, donde se encuentran Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, quienes apuntan a un 4.2%.
En línea con dicho crecimiento se encuentran los países emergentes denominados BRIC, como son Brasil, Rusia, India e China, que también crecen 4.2%. Mientras que el grupo de países latinoamericanos con mayor PBI (excepto Brasil), Argentina, Chile, Colombia, México y Perú, crecen 3.1%. Perú tiene un crecimiento levemente por encima con 3.4%.
Respecto al tipo de cambio, en dichos países latinoamericanos se sufre hace unos meses atrás una depreciación fuerte tras la posible reducción de compras de activos de parte de EEUU, depreciándose 9.8%; ubicándose Perú en segundo lugar como país donde más sucumbe su moneda. Así, el contagio de la incertidumbre nacional salpica también al rendimiento del mercado bursátil peruano que presenta una caída de 15.2%; alejándose de sus pares latinoamericanos, que crecen en promedio 10.9%.
Con un BCRP que acaba de incrementar la tasa de referencia de política monetaria a 1%, se estima que la situación económica actual aun tenga un cierto blindaje macroeconómico capaz de generar nuevas inversiones y un mayor crecimiento económico. Sin embargo, el problema proviene de las expectativas de los agentes hacia el 2022. La sensación de ellos es que aún no consolidan su confianza y lo reflejan en el crecimiento de 0%, lo que es altamente preocupante. Aun hay espacio Sr. Presidente, no lo desperdicie.