0,00 S/

No hay productos en el carrito.

19.1 C
Lima
martes, noviembre 28, 2023

Seis intensas semanas

Javier Azpur

El triunfo del presidente Pedro Castillo es un hecho inédito en nuestra historia. Por primera vez una persona de origen rural y andino, proveniente de los sectores y clases excluidas, sindicalista y con una identidad de izquierda, alcanza la Presidencia luego de derrotar a una poderosa coalición política y empresarial en un proceso de polarización extrema.

 

Esta última, a pesar de la apabullante campaña de la ultraderecha contra el comunismo, no se define solo desde una perspectiva ideológica, sino que refleja varias dimensiones: social-económica, regional-territorial, étnico-cultural. Estos aspectos no pueden analizarse de manera aislada, pues están entrelazados, tal como muestran los resultados electorales y las posteriores encuestas.

 

La ultraderecha derrotada continúa la polarización, primero con la falsa campaña del fraude y, después de la proclamación del presidente, promoviendo el temor, el odio y el desprecio por el otro, recurriendo abiertamente a la amenaza de la intervención militar o la vacancia. Buscan ganar las calles mediante grupos violentos orientados a intimidar a todo aquel que se les oponga o discrepe con sus tácticas y objetivos.

 

El oficialismo perdió la batalla del Congreso, al quedar fuera de la Mesa Directiva y de la conducción de las comisiones significativas. La derrota no es un tema menor, ya que el Legislativo es clave para la estabilidad que requiere un proyecto de cambio. Desde este espacio, la ultraderecha continúa la confrontación con el objetivo de lograr la vacancia del presidente en el más corto plazo.

 

El mensaje a la nación fue alentador. Puso nuestra historia en una perspectiva que reivindicó el rol de nuestros pueblos originarios, definió en términos de colonialismo y opresión la etapa de la presencia española y afirmó la continuidad de la dominación en los 200 años de nuestra República inconclusa. Cuestionó el discurso de éxito del neoliberalismo y ratificó su identidad e identificación con el mundo de los excluidos. Definió de manera meridiana las prioridades de su Gobierno en la lucha contra la pandemia, la reactivación económica desde los intereses de las mayorías, así como la prioridad del sistema educativo y la agricultura familiar y campesina. Un discurso con omisiones como la reforma del Estado o la descentralización, pero confirmó su propuesta de cambio, incluido el objetivo de una nueva Constitución, en los marcos de las reglas democráticas vigentes.

 

El mensaje fue seguido por la presentación del Gabinete ante el Congreso, en el cual se puso el énfasis en las medidas para enfrentar la situación de emergencia de todos los sectores de la gestión pública, junto con una estrategia de acercamiento a las fuerzas de centro-derecha, fórmula que le funcionó al lograr el voto de confianza y aislar a la ultraderecha, la cual solo contó con el apoyo del Partido Morado. A esta presentación se agregó la sustentación del presupuesto 2022 por el ministro de Economía, en cuyo mensaje se perfiló una propuesta sólida y viable de reactivación coherente con los anuncios hechos en el mensaje del presidente Castillo.

 

Si bien los discursos han mostrado un norte claro y viable, la conformación del Gabinete dejó de lado las posibilidades que estos abrían para construir una coalición de Gobierno con un proyecto de izquierda que, al mismo tiempo, fuera convocante a otros sectores democráticos. Esta decisión es una respuesta errada a la estrategia de guerra política de la ultraderecha, a la cual se han sumado sectores de la derecha liberal. Por el contrario, les facilita el trabajo. No es casual que los medios hayan invisibilizado los diversos planteamientos en salud, economía, educación o agricultura, los cuales han centrado con éxito el debate político en la trayectoria, discursos previos y capacidades de algunos ministros.

 

Más allá del voto de confianza, la ultraderecha y sus flamantes aliados liberales mantienen el objetivo de vacar al presidente al margen de cualquier consideración constitucional o política. El presidente Castillo, tal como lo muestran las más recientes encuestas, tiene aún espacio social, territorial y político para hacer los ajustes que se requieren y quitarle argumentos a quienes, bajo el eslogan de defender la democracia, buscan bloquear toda posibilidad de cambio y retomar los espacios de poder perdidos, para lo cual no dudan en recurrir al camino del golpe blando o militar.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Columnistas de Hoy

Seguidores

2,913FansMe gusta
510SeguidoresSeguir
5,258SeguidoresSeguir
450suscriptoresSuscribirte

Suscríbete a nuestro boletín

Bienvenido(a)👋 Un placer conocerte. Regístrate para recibir contenido interesante en tu bandeja de entrada.

¡No enviamos spam! Puedes desuscribirte en cualquier momento.