Esta semana el presidente Castillo anuncia varias medidas económicas, entre las que sobresale principalmente la incorporación del gas licuado de petróleo (GLP) al fondo de estabilización de precios de combustibles derivados del petróleo (FEPC), creado en el 2004 para atenuar las volatilidades del precio internacional del petróleo sobre sus derivados y no afecte a los peruanos.
¿Dicho subsidio beneficia a los más pobres? No. Según la encuesta nacional de hogares (ENAHO) del INEI, a marzo del 2021 la utilización de combustibles para la cocción de alimentos por las familias peruanas es muy diversa, utilizándose el GLP, así como el gas natural (GN) y las cocinas eléctricas. Pero también las familias utilizan leña, carbón, residuos agrícolas, entre otros.
La mitad de la población peruana consume balones de GLP, principalmente de 10 Kg. para su uso doméstico. Seguido de leña (19% del total) y residuos agrícolas (14%); mientras que el consumo de GN y electricidad es muy baja, llevándose conjuntamente el 7%.
Hasta este momento estimado lector, ud. pensaría que es correcto que el gobierno subsidie el precio ya que la gran mayoría de peruanos utilizan GLP. Sin embargo, es necesario ir un poco más a fondo en el análisis y observar su real dimensión.
Al realizar un ejercicio simple de dividir a la población por quintiles (estratificándolos según sus ingresos), donde de un conjunto de 100 personas, las 20 primeras (primer quintil) son los de más bajos ingresos (pobres) y por encima de 80 personas (último quintil) son consideradas de altos ingresos (ricos); y cruzando con los datos de consumo de GLP, se obtiene que los más pobres consumen solamente 15%; mientras que los más ricos consumen 32% a nivel nacional.
Si se analiza por departamento, es evidente que Lima es el mayor consumidor de GLP con 38% del total, secundándolo muy lejos Arequipa (5.4%), Cajamarca (5.3%) y Puno (5%), respectivamente.
Profundizando el escrutinio con la información obtenida, se observa que, al disgregar el consumo de GLP en Lima por quintiles de ingreso, se obtiene que los más ricos consumen 70% del total; 28% la clase media y solo 3% la población más pobre.
En tanto, Arequipa y Cajamarca el consumo predominante de GLP se encuentra en la clase media (tercer quintil), con 54%. Sin embargo, la diferencia entre ambas radica que, en esta última región, la concentración de consumo del hidrocarburo está en los quintiles más bajos quienes consumen leña principalmente; mientras que en el primero se concentra más en los quintiles superiores.
En el caso de Puno, este concentra un alto consumo del GLP en la población más pobre con 64% del total. Un caso parecido es Junín, pero cuya masa consumidora del combustible se encuentra en el segundo quintil o clase media emergente de la pobreza.
Asimismo, los precios reportados por el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (OSINERGMIN) en los locales de venta del envase de 10 Kg. varía por departamento y provincia. En el caso de Lima – Lima, el precio fluctúa entre S/ 40 y S/ 50 soles. En Arequipa – Arequipa entre S/ 41 y S/ 47 soles, Cajamarca – Cajamarca entre S/ 46 y S/ 55 soles y Puno – Puno entre S/ 40 y S/ 47 soles. Es decir, el precio promedio entre los departamentos que más consumen GLP es de S/ 48 soles el balón de GLP de 10 Kg.
Si se considera que los más pobres ganan un ingreso promedio mensual de S/ 532 soles; y los más favorecidos S/ 5,872 soles, y asumiendo que el consumo por GLP es quincenal, claramente la población más vulnerable gasta 18% de sus ingresos por balón de GLP; mientras que los de mayor ingreso apenas 1.6% de su gasto familiar.
Por lo tanto, si Lima es el mayor consumidor de GLP, principalmente las familias con mayores recursos; además de las clases medias predominantes en aquellos departamentos con fuerte consumo por dicho combustible, se concluye que el subsidio no beneficiaría a los más pobres, recomendándose focalizar esfuerzos en ampliar las redes del gas natural, y el consumo de recursos renovables para la cocción de alimentos.
Los hacedores de políticas económicas deben ser siempre cautos, separando la paja del trigo.
Ampliar las redes del gas natural debe ser una política de Estado