Se necesitan dos para bailar un vals. Así reza un dicho que estos días resuena en mi cabeza. Si cambiamos el vals por la confrontación política en nuestro país, legislativo y ejecutivo estuvieron durante estos primeros 60 días de gobierno mas bien mirando al otro lado de la pista, desacompasados, e incluso poniéndose cabe en más de una ocasión.
Un baile político que tenía como protagonistas al ex premier Bellido y al cerronismo de un lado, y a una oposición recalcitrante por otro, como el congresista Montoya. Sumado a ello las declaraciones poco afables de la Presidenta del Congreso, respecto de las “opciones constitucionales” no parecían augurar nada muy prometedor. El baile, como el diálogo, necesita voluntades. Pero estas estaban ausentes.
El miércoles 6 de octubre, sin embargo, el presidente Castillo – figura preocupantemente ausente en estas semanas de confrontaciones – anunció cambios en el gabinete ministerial, y esa misma noche juramentó a Mirtha Vásquez como Presidenta del Consejo de Ministros. El presidente habló (y tuiteó) de gobernabilidad, de equilibrio de poderes y de cohesión.
La ahora Premier Vásquez es recordada por asumir la presidencia del Congreso de la República tras la crisis política que dejó al país la vacancia del expresidente Vizcarra y la intentona autoritaria de Manuel Merino. En medio de un momento convulso y con un Congreso complejo, Vásquez asumió la tarea con responsabilidad, mesura, entereza y – cuando hizo falta – mano firme para defender la democracia de quienes pretendieron más de una vez la salida del Presidente de Transición, Francisco Sagasti, y la censura de ella misma de su puesto.
Esas mismas características serán ahora necesarias para tratar de reconstruir los puentes con el Legislativo que Guido Bellido ha dejado pendiendo de un hilo.
Sin embargo, ni todas esas características servirán si las bancadas de oposición y sus líderes no asumen también el talante democrático del diálogo y el entendimiento. Si realmente quieren la estabilidad política y económica (porque no sé quién les ha dicho que las vacancias no suben el dólar), Fuerza Popular tendría que reevaluar su rol de “muro de contención” y Renovación Popular debiese dejar la campaña de terruqueo que ha iniciado ya contra la Premier y la Ministra de Cultura.
Si la Presidenta del Congreso quiere mostrarse heredera de lo mejor de Acción Popular, tendría que reconocer que el Presidente no le mintió, que ahora “los de enfrente” le pueden tender la mano para bailar y que puede y debe, como poderes igualitarios, procurar una relación más fluida con el nuevo gabinete ministerial.
Durante semanas hemos tenido armas desenfundadas, y aunque el gobierno parece estar guardando las suyas, aún no queda del todo claro que podamos contar con que el Congreso lo haga también, o con que al menos, haga a un lado a aquellos que, quizás por sus orígenes castrenses, gustan de amenazar con su uso.
Sin esas voluntades, sin la altura política que se necesita para la política democrática, el llamado del Presidente Castillo a “la más amplia unidad”, caerá en saco roto. Y el baile de la gobernabilidad seguirá sin bailarse en nuestro país.