Las primeras restricciones al inicio de la pandemia por Covid-19 afectaron la producción y distribución de bienes a nivel mundial. Tras dos años del inicio de la pandemia y el avance de la vacunación a nivel del globo, el panorama de la producción mundial parece haber dado un giro completo. Uno de los principales problemas que se encuentran en discusión por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial es que los proveedores a nivel mundial actualmente no logran cumplir con el repentino aumento de la demanda al reactivarse la actividad tras la continua apertura de mercados al mostrarse un retroceso paulatino del virus.
Estas disrupciones, que algunas autoridades temen que sean duraderas, llevaron al Fondo Monetario Internacional a revisar a la baja las previsiones de crecimiento de varios países, entre grandes referentes económicos como Estados Unidos, China, Alemania y Reino Unido.
Además, la última reunión del G7 dio el acuerdo de trabajar unidos entre sus funcionarios para estudiar y mantenerse al pendiente de las dificultades en la cadena de producción mundial.
«Los problemas de la cadena de suministro se sienten a nivel mundial, y los líderes de finanzas de todo el mundo deben colaborar para abordar nuestros desafíos compartidos», dijo el ministro de Hacienda del Reino Unido, Rishi Sunak.
Asimismo, la internacionalista Ariela Ruiz Caro nos alerta sobre las implicancias y riesgos de la escasez de las materias primas. “Es muy preocupante porque las materias primas son un factor de producción, encarece los bienes de consumo e impulsa la inflación que está descontrolada en todo el mundo. Además, el rubro alimentos y energía tienen un peso específico muy importante en la canasta de consumo de las economías emergentes, como el Perú”.
En China, en Europa en Estados Unidos y en varios países de la región, la inflación ha repuntado significativamente como resultado de los programas de las políticas fiscales monetarias y expansivas recomendadas por el FMI para impulsar el consumo y la producción y preservar el empleo.
El Fondo reconoció el rápido auge en los precios en gran parte del mundo, y lo vinculó con estas alteraciones en las cadenas de valor globales, pero insistió en que prevé que se moderen progresivamente a partir de comienzos de 2022.
La moneda americana. Ruiz Caro considera que otro factor que influye también en la escasez y altos precios de las materias primas es el alto nivel de endeudamiento de Estados Unidos que conforma una suerte de “pirámide de Ponzi” y torna al dólar en una moneda frágil. “El país está al borde de caer en una cesación de pagos pues necesita imprimir más dinero para poder cumplir con sus obligaciones crediticias. Esto da lugar a que los administradores de activos protejan sus inversiones dejando de lado el dólar e invirtiendo en materias primas para proteger sus inversiones. A ello se sumaron distintas catástrofes climatológicas, como la Niña en el Pacífico Sur, sequías extremas como en Brasil, o huracanes, que también afectaron la capacidad productiva, especialmente en productos agrícolas, en particular los cereales”, resalta.
El gran golpe de la pandemia
Como nos recuerda la internacionalista, la pandemia de la Covid-19 es el elemento determinante del desorden económico mundial que vivimos actualmente, y también de los altos precios de las materias primas. Las prolongadas cuarentenas y parálisis de la producción dieron lugar a la peor recesión desde la Gran Depresión y a una caída sin precedentes del comercio internacional.
“Para incentivar el consumo y preservar el empleo, el FMI recomendó instrumentar políticas fiscales y monetarias expansivas en todo el mundo. Con la aparición de las vacunas y la consiguiente recuperación económica, la inflación ha adquirido un nuevo impulso como resultado de una demanda más sólida que se encontró frente a una escasez de la oferta de bienes. La pandemia alteró el flujo de la producción y del comercio internacional y al aumentar el consumo en varios países, al mismo tiempo, se ocasionaron cuellos de botella en el abastecimiento. Así, se produjo escasez en la producción mundial de las materias primas, en particular del petróleo (casi 60% en lo que va del año) y de algunos alimentos como el maíz (65% desde diciembre del 2019) y el aceite de soya (más de 100% desde diciembre del 2019). Pero no solo hubo falta de producción en materias primas”, sostiene Ruiz Caro.
El problema con las economías emergentes
Para las economías emergentes, el repunte de precios será más agudo, con una inflación media del 6,8 % a finales de este año, antes de moderarse paulatinamente hasta el 4 % a mitad del próximo. La economía de los países en desarrollo han sido las más afectadas por la pandemia; incluso, América Latina y el Caribe, según el Banco Mundial, fue la región más golpeada por la pandemia de COVID-19, ya que la fuerte contracción producto de la crisis sanitaria ha tenido enormes costos económicos y sociales pues el virus llegó después de varios años de un débil desempeño, con un bajo crecimiento promedio y progreso limitado en los indicadores sociales, y tras un periodo de agitación social que sacudió a algunos países a finales de 2019.
La vacunación ha avanzado y una gran proporción de la población se encuentra protegida contra el coronavirus; sin embargo, aún existen grandes disparidades en el acceso a las vacunas y las ayudas públicas entre los países más ricos y los más pobres, esto estaría creando una peligrosa divergencia en las perspectivas económicas.
Según información del Fondo Monetario Internacional, mientras que casi el 60% de los habitantes de las economías avanzadas están totalmente vacunados, y algunos reciben ahora vacunas de refuerzo, alrededor del 96% de la población de los países de bajos ingresos sigue sin vacunarse.
Esto tiene importantes implicaciones para el ritmo de la recuperación a nivel mundial. Mientras que se espera que la producción en las economías avanzadas vuelva a los niveles proyectados antes de la pandemia en 2022, se espera que la producción en las economías en desarrollo permanezca un 5,5% por debajo de las previsiones anteriores a la pandemia en 2024, lo que supone un mayor retroceso en las mejoras del nivel de vida.
“Las proyecciones de algunos exportadores de materias primas han mejorado, impulsadas por el aumento de los precios de las materias primas, lo cual ha compensado parcialmente estas variaciones. Las perturbaciones relacionadas con la pandemia que han afectado a sectores de contacto intensivo han hecho que, en la mayoría de los países, la recuperación del mercado laboral sufra un rezago importante respecto de la recuperación del producto”, señala el FMI.
El factor China
Uno de los problemas que acentúa la falta de materias primas ha sido la fuerte variación entre el parón en el sistema de producción y reducida demanda de una de las potencias asiáticas, China, vuelto ahora en la gran demanda de materiales al salir de la crisis sanitaria. A esto, se le agrega el tapón en la distribución desde países asiáticos y el aumento del precio del transporte.
“China fue el primer país azotado por la pandemia y el que más rápidamente la controló. Mientras que la economía mundial cayó en promedio 3.5%, China tuvo un crecimiento de 2.3% durante 2020. Con las fábricas del mundo paralizadas fue el primer país que inició el crecimiento de la demanda. Actualmente China y los países asiáticos, continúan su recuperación económica pero no exentas de tasas de inflación elevadas. La crisis de la segunda mayor inmobiliaria de China, Evergrande, podría imprimir un freno a la economía china, pero no en una magnitud similar a la que estalló en 2008 con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers que dio lugar a la primera gran crisis económica de este siglo. La economía china es menos desregulada de lo que es la norteamericana por lo que lo más probable es que el efecto contagio sea menor”, comenta Ariela Ruiz Caro.
Atención al sector textil en el Perú. Nuestro país cuenta con un tratado comercial con China desde hace 11 años, y esto mantiene su protección a la industria textil; sin embargo, esto no sería suficiente para protegerse ante el riesgo de falta del recurso primario o los costos elevados de importación. Así, se tiene el riesgo de que se importe el material procesado (ropa) y no el material primario (telas).
“La primera es la aplicación de salvaguardias a las importaciones textiles. En el Perú, el 90% de las prendas que se comercializan son importadas y los empresarios peruanos no pueden competir en esa situación. Hay la voluntad política del Gobierno para evaluar este tema y estamos esperando que se tome una decisión”, precisó La presidenta de la Asociación Empresarial Gamarra Perú para Andina.
A la fecha, los textiles y prendas de vestir de origen chino que ingresan al país cuentan con aranceles de hasta un 11 %.
Aunque las desgravaciones por el tratado comercial no aplican para el sector textil, sus aranceles son preferenciales, pues la sobretasa arancelaria del 11 % en la importación textil no es suficiente para compensar la diferencia salarial entre China y Perú, los costos de manufactura y la devaluación de la divisa.