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domingo, diciembre 3, 2023

La Torre de Babel de la salud pública

Cualquier esfuerzo para una real unificación de los servicios de salud pública pasa necesariamente porque todos los sistemas existentes hablen el mismo idioma.

La Biblia, en el libro de Génesis, nos cuenta que los descendientes de Noé, sobrevivientes del diluvio universal, emprendieron la construcción de una torre tan alta que llegase al cielo. El dios de Noé disconforme con la empresa decide que los hombres hablen en diferentes lenguas, así no se entendieron y no pudieron seguir construyendo y abandonaron el emprendimiento. De alguna manera ese desentendimiento es similar al que tiene la salud en el Perú. Cada sistema de salud ”habla” en diferente idioma y trabajan dispersos sin una real capacidad de trabajar juntos para el objetivo primordial: la salud de los ciudadanos.

Así, tenemos al MINSA con sus hospitales en Lima, los gobiernos regionales que administran los hospitales de las regiones, ESSALUD que atiende a los trabajadores formales, los hospitales de la PNP y las fuerzas armadas, los centros de atención de las municipalidades (SISOL), las clínicas privadas, etc. Todos han creado su propio “lenguaje” que impide la comunicación entre ellos. Es como si sentases en una mesa a personas que hablen un diferente lenguaje cada una y pretendas que se pongan de acuerdo. Eso es imposible.

Sin embargo, a la Torre de Babel también se le atribuye el inicio de la comunicación, que dio cabida a los diccionarios y a los interpretes y todo lo que significa la comunicación hoy en día. En la salud tenemos que hacer justamente eso; hablar el mismo idioma o tener manera de interpretarse entre las entidades de salud. Sólo así podremos unificar los esfuerzos de todos.

La Historia Clínica Electrónica

Para explicar el concepto veamos el caso de las historias clínicas. Cada entidad prestadora de salud crea la historia clínica de sus pacientes. Salvo algunas excepciones, esa historia se almacena en folders con papeles de diferente tamaño y formato, algunos impresos y otros escritos a mano, con los códigos propios de la especialidad de quien los crea. Así cada paciente tiene que recurrir necesariamente al centro de atención donde está el abultado folder de su historia y al momento de la atención se debe recurrir físicamente a un archivo central, donde se extrae el folder y se le dá al especialista que lo va a atender, quien inserta una hoja mas al folder y lo devuelve al archivo.  Si por algún motivo el paciente recurre a otro centro de atención, los médicos harán exámenes y ordenaran análisis, radiografías y tomografías que pueden ya haberse hecho en el centro de atención original. Se duplica el gasto y se desperdicia la experiencia de las atenciones y tratamientos previos del paciente.

La Historia Clínica Electrónica (HCE) eliminaría esa barrera. Se almacena la información en registros informáticos accesibles a cualquier profesional de la salud de cualquier nosocomio. Esos registros se almacenan en códigos universales, entendibles transversalmente en todo el sistema. En cada atención recibida, el profesional de la salud actualiza la información del paciente en su historia por medio de una computadora o tableta.

Pero hay mas. No sólo facilita la atención al paciente de manera transversal a todos los centros de salud, si no también es fuente de valiosa información para la gestión operativa y financiera de la salud, y la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos y tratamientos. Esto viene porque al estar las historias en registros homologados, se puede analizar la información con tecnologías de Inteligencia Artificial y Big Data, detectando así tendencias de determinadas patologías, el impacto de los tratamientos de éstas y el conocimiento y difusión de buenas prácticas para beneficio de todos. Es como si ante una determinada enfermedad de un paciente, el médico a tratarlo hiciese una suerte de “junta médica virtual” con todos los profesionales que trataron a pacientes con similares condiciones.

El objetivo de la HCE ya ha sido establecido, y existen disposiciones legales al respecto. Todo esto gracias a que la pandemia y el necesario distanciamiento social ha forzado al Perú y al mundo a adoptar innovaciones tecnológicas digitales en el conservador sector de la salud. Lamentablemente, no se ha dado el momentum adecuado para que se adopte un sistema único de HCE. Hay casos como ESSALUD y algunos gobiernos regionales que están ya trabajando con HCE, aunque cada uno ha adoptado su propio estándar, y lo que es peor, el ente rector, el MINSA no ha querido o no ha podido imponer un solo sistema. Estamos como en la torre de Babel, cada grupo hablando su propio idioma, y la torre no se podrá construir. Esta situación es preocupante.

El enfoque central es el ciudadano

Cabe preguntarse: ¿De quien es la historia clínica? ¿Es acaso del centro de salud que la generó? ¿del estado? De ninguna manera: el dueño indiscutido es el paciente, y él tiene derecho a usarla donde el quiera o pueda atenderse. La historia clínica es tan suya como son los diplomas, el curriculum vitae, o sus propiedades. Entonces es obligación del estado el facilitar el uso de la historia clínica a voluntad del ciudadano.

Todos los sistemas de salud tienen un solo objetivo central. La salud y el bienestar del paciente. Esa es la primera prioridad por encima de consideraciones financieras u operativas. Los médicos han hecho un juramento al respecto, pero el estado muchas veces pierde el foco de ese objetivo. En la gestión presupuestal muchas veces se ponen objetivos cuantificados como el número de camas a implementar o la cantidad de atenciones a brindar, cuando lo primordial es considerar indicadores de curas efectivas, vidas salvadas, etc.

Manos a la obra

La HCE universal y unificada es prioridad para que el ciudadano esté más empoderado del destino de su vida y su salud. Eso hay que entenderlo y hay que exigir al estado que dé ese importante paso. Esto se debe hacer con las debidas alianzas con organizaciones de la sociedad civil y el sector privado que tienen tecnologías probadas que se puedan usar. El MINSA no tiene porque reinventar la rueda.

Es un camino por recorrer, pero viable a juicio de expertos del sector público y privado en la materia. Cierro este artículo mencionando que es la comunidad, la sociedad, quien tiene que recordarles a los gestores que el objetivo es el ciudadano, y así exigir las acciones conducentes a la salud y la vida de los peruanos como la gran prioridad.

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