Con información de RFI
Líbano cierra el 2021 sin ver el fin de la caída libre que sufre desde hace dos años. El país apenas se tiene en pie entre las feroces crisis económica y sanitaria que lo golpean, y uno de los sectores más perjudicados es el sistema educativo. La pobreza afecta ya al 80% de la población y muchas familias no se pueden permitir mandar los niños al colegio.
“Los salarios en la moneda nacional no alcanzan para cubrir las necesidades básicas de la familia -dice a RFI la jefa de Comunicación de UNICEF en Líbano, Raquel Fernández- y nos estamos encontrando cada vez con más familias que nos están diciendo que no pueden enviar a sus hijos a la escuela porque el dinero que dedicarían a la educación lo necesitan para comer.»
UNICEF calcula que el 30% de las familias en Líbano ha dejado de invertir en asuntos como el transporte hacia la escuela o las tasas de matriculación.
La entidad financia la escolarización de más de 400.000 niños, pero el futuro escolar de muchos otros está en el aire. “Hay muchos niños que todavía están fuera de la escuela y que están en riesgo de no volver nunca a las aulas -agrega Fernández- y se calcula que más de 700.000 niños están en estos momentos en ese riesgo.”
“Lo hacemos por el futuro de los niños”
La pandemia también ha marginado a miles de estudiantes que no cuentan con dispositivos adecuados para seguir las clases desde casa. En Líbano, las clases se hicieron a distancia durante un año entero, hasta abril de 2021.
Ahora, de vuelta en los colegios, miles de profesores se sobre esfuerzan por sortear la situación a pesar de que sus sueldos han perdido el 90% de su valor. La gasolina que les permite ir a trabajar se lleva buena parte de sus ingresos y las escuelas solo abren 4 días a la semana para ahorrar en combustible.
La profesora Nathalie Georgiou le contó a RFI que su salario “es menor que el costo de la gasolina que tengo que pagar durante un mes. Venimos al colegio porque amamos lo que hacemos, porque nos gusta ver a los estudiantes y porque sabemos que esto es bueno para ellos, pero si los precios continúan subiendo y si la crisis continua, no sé si vamos a ser capaces de continuar yendo al colegio y dar lo que damos.”
Georgiou advierte que las condiciones miserables que sufren los profesores amenazan con impedir el funcionamiento del sistema educativo y concluye que “no estamos para nada motivados, solo lo estamos por el futuro de los niños, pero a largo plazo no es suficiente.”
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