Muchos partidos de la izquierda, analistas y el cc. Fredy León, piensan que levantar el que “se vayan todos” es gaseoso y falto de horizonte, idea frente a la cual señalan la tarea de construir el “proyecto nacional desde abajo y sin mirar para abajo”.
Me parece que los contrarios al que se vayan todos confunden la lucha táctica concreta en el terreno político, con la necesidad de levantar el proyecto programático, que es una tarea que debe acompañar la táctica. Es más, confunden la lucha ideológica con las leyes de la política que, siendo complementarias, tienen sus propias dinámicas y tiempos.
En un sector de la izquierda siempre existe la teoría bipolar del blanco y negro en la ideología, que se traslada mecánicamente a la política; si no eres Castillo, eres Congreso o viceversa. Pregunto, ¿y por qué no podría levantar un camino distinto a ambos protagonistas para enfrentarlos y no acostarme con el mal menor?
Quienes sostenemos que se vayan todos, señalamos para la táctica el adelanto de elecciones generales –es decir presidenciales y congresales- acompañado por la Asamblea Constituyente, tiene un marco de agitación y propuesta que permitirá una movilización política para:
Diferenciarnos de un Congreso insepulto y de un gobierno traidor. Construyendo una fuerza alternativa distinta que por ahora es todavía débil, pero a medida que pasa el tiempo será más clara y potente.
Recuperar la independencia e iniciativa para el movimiento popular y el progresismo; porque los fuegos artificiales contra Castillo de la ultra derecha caminan para desacreditar y sepultar programáticamente y como opción política y electoral a la izquierda, haciendo aparecer a Castillo como inepto, corrupto y de izquierda.
Tenemos que romper el relato político de la ultraderecha que carga a la izquierda todo el fracaso del modelo económico; discurso disruptivo que gana en iniciativa al progresismo, al que asocian los fracasados gobiernos de Humala, Toledo, etc. a quienes cínicamente acusan de comunistas, en el mismo formato de Trumpismo, levantan el fantasma del comunismo para un arrinconamiento político e ideológico.
Otro argumento es que si se van todos, “regresaran los mismos”; esto significa desconfiar del más mínimo sentido común de la población. Con tanta campaña el fujimorismo, que es la expresión orgánica y corrupta del modelo, apenas alcanzó el 13% en la primera vuelta; como proyecto electoral está agotado, por ello es que los liberales como Rosa María Palacios, Tafur, Rodrich, etc. están exigiendo nuevos liderazgos, no porque temen que gane la izquierda a la vuelta de la esquina; sino porque pueda brotar un protagonismo popular antisistémico, capaz de escapar a la izquierda tradicional como en Chile.
Finalmente, luego de insultos, ayer se volvieron a besar los congresistas y entregaron la confianza al fracasado gobierno; señal que ninguno de los dos se quiere ir, entonces votarlos a ambas fuerzas nocivas y destructivas, será una batalla política y programática en proceso de construcción.