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viernes, octubre 11, 2024

LOS ESTADOS FALLIDOS LATINOAMERICANOS

Comenzaré este artículo con una cita del lingüista y activista político norteamericano de origen judío, Noam Chomsky, de su libro “Estados Fallidos». El abuso de poder y el ataque a la democracia” (Ediciones B, Barcelona 2007).

NOAM CHOMSKY NOS DICE:

“Aunque el concepto es frustrantemente impreciso, es posible identificar varias de las características primarias de los estados fallidos. Uno es la falta de capacidad o voluntad para proteger a sus ciudadanos de la violencia y tal vez incluso de la destrucción. Otro es su tendencia a considerarse más allá del alcance del derecho nacional o internacional, y por tanto libres de perpetrar agresiones y violencia. Además, si tienen forma democrática, padecen un grave déficit democrático que priva a sus instituciones formales de auténtica sustancia”.

Soy de la opinión que nuestros Estados latinoamericanos están perfectamente encuadrados en este concepto, quizás frustrante e impreciso como señala el lingüista. Sin embargo, tenemos que añadir más elementos, como señalan otros estudiosos y académicos. Lo cual explicaré más adelante.

En días pasados, conversando con un viejo ex condiscípulo, amigo y colega paraguayo, depositario de la obra de Augusto Roa Bastos (Yo el supremo). Me decía con cierta melancolía: “… la izquierda latinoamericana de los 60 y 70 soñó con una sociedad más justa, hoy en día, eso se acabó, los que han asaltado el poder no es el neo fascismo militar de los 70’, es una mafia. Ellos tienen el poder en América Latina”. Esta reflexión me hizo pensar y meditar sobre lo que está ocurriendo desde el Río Bravo hasta la Patagonia. ¿Pero realmente son organizaciones mafiosas u organizaciones criminales?

Me pareció interesante de este amigo, por lo que he tratado de buscar una respuesta que se acerque a nuestra maltratada realidad; para eso, recurrí nuevamente a mis trabajos y apuntes de clases pasadas en instituciones universitarias, castrenses nacionales e internacionales sobre el concepto de mafia; excelentemente definida por el Doctor en Derecho Jean-Francois Gayraud, considerado como uno de los grandes especialistas mundiales en el estudio de las organizaciones mafiosas, que detalla muy bien en su libro “El G-9 de las mafias en el mundo” (Tendencias Editores, Barcelona 2007).

Para Gayraud, existen lo que él denomina el “G-9 del Crimen Organizado”, es decir, sólo existen 9 mafias en el mundo:

  1. La Cosa Nostra de Sicilia
  2. La ‘Ndrangheta (Calabria)
  3. La Camorra (Campania)
  4. La Sacra Corona Unita
  5. Mafia albanesa (Albania, Kosovo y Macedonia)
  6. Maffya turca (Turquía y Asia central)
  7. Triada (China y Taiwán)
  8. Yakuza (Japón)
  9. Cosa Nostra norteamericana (Estados Unidos y Canadá)

Todas se basan en códigos de “honor”, que pasan por una iniciación secreta (ver “Los papeles de Joe Valachi”, o “Los secretos de la Cosa Nostra, película 1972) y en especial en la lógica y práctica de la sociedad secreta. Una mafia es, ante todo, una sociedad secreta; como nos explica Gayraud: “… el secreto puede por sí solo resumir la esencia de la mafia.” Además, todas tienen una estructura semi militar. De capo dei capi hasta soldati

Estas 9 mafias controlan toda la actividad criminal en este mundo globalizado; se han repartido el mundo por áreas de influencias. Para que el tráfico humano, de armas, drogas, etc. pueda actuar en un país o una región deben tener autorización de estas mafias organizadas, lo que implica pago de cuotas y subordinación. Los carteles de las drogas, no pueden entrar a una región si no han cumplido con lo establecido por estas verdaderas mafias.

Esta explicación la uno al tema de los Estados fallidos; preguntará el lector, cuál es el detalle que une ambos temas. Bueno, a eso voy. En la actualidad, cualquier organización criminal que atenta contra la seguridad pública o se enquista en el Estado se le llama mafia por parte de los medios y la justicia estatal; es un error. Hemos visto a grosso modo qué es la mafia; y que es muy distinto actuar con medios y métodos mafiosos. Una tendencia de los verdaderos mafiosos es que difícilmente se presten a la colaboración eficaz. Ellos conocen muy bien qué es la OMERTÁ, la ley del silencio, es un código de honor que, de violarlo, se paga con la muerte. Aquí no hay colaboradores eficaces, o CASCITTUNI. E incluso a diferencia del terrorismo, las mafias nunca se adjudican una acción violenta contra el Estado, sea un ajuste de cuentas o acto de terror. No se reivindican ninguna acción a diferencia de las organizaciones terroristas.

Quizás, las que podrían acercarse más a estas 9 mafias son la PROTOMAFIAS: Las Fraternidades rusas (“Bravta”) y los cárteles mexicanos.

En la actualidad nuestros Estados latinoamericanos han sido atacados por organizaciones criminales que, desde el Estado-nación, se han apropiado del mismo para enriquecerse; es decir, el Estado como botín. La política latinoamericana está contaminada, no hay un solo Estado latinoamericano que se salve de este flagelo, defínase como se defina, de izquierda o derecha. HAY QUE DESENTAR LA POLÍTICA, FUMIGARLA.

Veamos algunos ejemplos: las desapariciones de estudiantes en México, los 43 de Ayotzinapa, las más de 100 personas que mueren diariamente por la violencia, los 147 periodistas asesinados por sicarios en lo que va de este siglo, el populismo engañoso de López Obrador. Argentina, el entroncamiento del poder de los Kirchner (aludiendo ser los verdaderos depositarios del relato peronista), para el robo y blanqueo del dinero proveniente del tesoro público, la abultada deuda contraída por el ex presidente Macri con el Fondo Monetario Internacional, dinero que se esfumó. Brasil, el escándalo de Odebrecht, que no sólo embarró al ex presidente Lula, sino que esta empresa brasileña corrompió a varios políticos latinoamericanos de más de 12 países. Sin dejar de mencionar los llamados paraísos fiscales en donde, huyendo del pago de impuesto, políticos, empresarios y hasta destacados escritores han escondido su “platita”. Ex presidentes latinoamericanos de distintos signos políticos acusados de corruptos e incluso vinculados al narcotráfico. Aquí no podemos olvidar los sistemas judiciales corruptos, como el caso de los llamados “cuellos blancos” en el Perú. Expresidentes reclamados por la justicia de sus países o tribunales internacionales. Sería largo mencionar los casos de grupos y partido políticos en América Latina, que utilizando medios y métodos mafiosos delinque de forma sistemática sobre las espaldas de nuestros ciudadanos.

Revisemos, entonces, las características de un Estado fallido, que reúnen todos los Estados latinoamericanos, repito, no importa si dicen ser de izquierda o se autodenominan social demócratas o demócratas representativos. De izquierda o derecha.

Características:

  • Altos niveles de corrupción.
  • Crecientes niveles de mortalidad infantil.
  • Colapso de los niveles de salud pública y educación.
  • Declinantes niveles de renta per cápita.
  • Elevada inflación.
  • Preferencia por moneda extranjera para transacciones.
  • Severa escasez de alimentos.
  • Incremento de violencia criminal y política.
  • Pérdida de control de fronteras.
  • Creciente hostilidades étnicas, religiosas, lingüísticas y culturales.
  • Guerra civil.
  • Uso de terror contra ciudadanos.
  • Instituciones débiles
  • Infraestructura deteriorada e insuficientes.
  • Incapacidad de recolectar impuestos sin uso de fuerza.

Unido a esto, como pasa en Perú bajo la administración de Pedro Castillo y el actual Congreso de la República, hay una falta de gobernabilidad total, y ausencia de una gobernanza clara. También, en este sentido tenemos el caso de la administración del señor Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México, donde ha demostrado tener incapacidad para establecer el orden en el norte del país ante la violencia desatada por los cárteles de la droga, convirtiendo esa zona de la nación en un verdadero Estado fallido.

Debemos añadir que algunas instituciones religiosas y falsos profetas y mesías también contribuyen a la ingobernabilidad de nuestros países. A veces estas instituciones actúan con “espíritu de cuerpos institucionales” ocultando sus desvergüenzas y latrocinios.

¿Qué nos queda? Hace falta una gran unión de las mujeres y hombres decentes y de buena voluntad latinoamericanos, fuera de los discursos demagogos e ideológicos, desprovisto de aquellos falsos profetas, que juegan con las ansias y voluntades de nuestros pueblos. Mantener la certeza de que los nuevos tiempos serán mejores, desprovistos de chauvinismo, discriminación racial y de género que nos tapan la luz de un mañana mejor para las nuevas generaciones. La unidad de las personas honestas, en esta América Nuestra. Latinoamérica es nuestra, y no de los oportunistas que entran a la gestión pública para robar y enriquecerse.

No dejarnos engañar por los politicastros; recordar que en nuestras manos está la mejor toma de decisión electoral y el futuro de nuestro Estado-nación. No a los charlatanes de pacotilla.

1 Comentario

  1. Las personas decentes y con buenas intenciones -que existen- no están en política, lamentablemente. Están avanzando profesional y emocionalmente, para tratar de vivir y ser felices. Entonces, ¿cómo encontramos y reunimos a esos personajes anónimos, limpios, con ideas y soluciones prácticas que ayuden a salir de este charco (actual y pasado) de los que nos gobiernan? Difícil respuesta. Y aunque siempre mantengo la fe, no puedo evitar sentir, que vamos directo al despeñadero, y nos encontraremos, más temprano que tarde, sumidos en la destrucción de nuestro Estado, nuestras instituciones y una sociedad, donde las diferencias se convierten en odio, resentimiento y revanchas.
    En suma, muy triste por todo lo que vive y ha vivido nuestro país… ¡Gran articulo, gracias!

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