Si los conservadores y radicales esperaban un mensaje presidencial de Pedro Castillo, disruptivo y con grandes anuncios de cambios trascendentales, se quedaron con los crespos hechos y con el gusto en el oído y con el dolor en su bolsillo. No hubo la renuncia que reclamaba la ultra derecha y tampoco el relanzamiento de un gabinete de ancha base, con el que desvarían los radicales de Cerrón y la rosadita Durand.
El mensaje fue moderado en las formas y tecnocrático en el contenido, totalmente funcional al piloto automático del actual modelo neoliberal, como si el país y la sociedad no salieran de una pandemia con altos costos sociales y mortales, que exigían una propuesta más renovadora por acercar la economía a las grandes mayorías.
Dicen que el primer mensaje presidencial, siempre trae la novedad de las líneas maestras y caracterización de los contenidos que marcarán la gestión del gobierno en adelante; el segundo mensaje tiene el interés por saber los avances y resultados de los anuncios y si continuaran los primeros anuncios de cambio o habrá una modificación silenciosa o cínica.
En las últimas administraciones Ollanta fue el primero que anunció el Gran Cambio en su primer mensaje, para luego de ser domesticado por la derecha económica a través de su mujer Nadine Heredia, renegó de sus posturas y abrazó converso las políticas del modelo en los siguientes mensajes presidenciales, tras la represión en Conga. Los poderes fácticos cercaron y convencieron a la pareja.
En el caso de Pedro Castillo, los grupos fácticos frente a su primer mensaje aplicaron la estrategia de guerra frontal, acoso político jurídico, chantaje golpista desde el Congreso, arrinconamiento y calumnias mediáticas; sumado a eso la falta de un equipo de gobierno solvente, producto del sabotaje de su aliado Perú Libre afanado en copar todo a su alcance, visibilizó constantes cambios y una evidente improvisación, que fue rellanado con aventureros y oportunistas que rodearon, y permitieron la domesticación del Profesor sindicalista y huelguista.
La inicial confrontación del discurso político con el poder mediático, pasó a la lectura de una larga lista de obras y algunos proyectos, en el formato que maneja y dispone el Ministerio de Economía y Finanzas y otros ministerios que maneja la derecha tecnocrática en el gabinete, limpiando cualquier atisbo de cambio, reforma que perturbe la tranquilidad de los poderes económicos.
Por citar algunos casos medulares; se abandonó definitivamente la Reforma Tributaria, que podía acabar con la evasión y elusión que realizan las grandes empresas con sus obligaciones tributarias; lo que es peor es larga lista de programas sociales post pandemia, solo podía ser financiado con el aporte de las sobre ganancias mineras e hidrocarburos, que se enriquecieron con la pandemia. Medidas implementadas y recomendadas hasta por las organizaciones multilaterales como el FMI y el Banco Mundial.
Esta ausencia de reformas tributarias y otras económicas, a pesar de la profusa lista leída por el Presidente Castillo, genera la duda y existe el grave riesgo que la crisis económica, la inflación, la desocupación, recaiga en las espaldas del pueblo, como antes lo fueron con otros gobiernos.
Del mismo modo, se habla y santifica nuevamente la masificación del gas; proyecto que ha fracasado en la región sur, por los costos del transporte y la falta de infraestructura, cogollo de problemas que promueve el Consorcio Camisea que no tiene ningún interés en dicha masificación e industrialización del gas, mientras pueda importar el gas al exterior a precios altos disparador por la Guerra Rusia-Ucrania, cuyo disparo no se recoge tampoco en el incremento del canon.
En cuanto al Cusco, salvo el anuncio reiterado del Hospital Lorena que nunca se concluye, el Aeropuerto que nunca despega, nada de Choquekirao, tampoco fija posición frente a la renegociación y construcción del gasoducto, demostrando que desde el MEF, ya empiezan aplicando el ajuste de cinturones en las inversiones a las regiones. Será por eso la descentralización ni siquiera es un tema importante en el discurso.
La soledad política del Presidente, la falta de un proyecto y horizonte de país a construir, son grandes vacíos en el discurso, reemplazados por un voluntarismo en la lista de obras por todos los rincones del país. Si alguien en la derecha esperaba autocrítica, fue respondido con la omisión del caso, tampoco admitiría culpabilidad alguna en las investigaciones, como nunca lo hicieron Fujimori o Alan García los grandes mafiosos del gobierno.
Como era de esperar la reacción de los grupos golpistas y mediáticos, fue la conducta autoritaria y racista, reclamando grandes medidas y autocríticas precisamente a las que se oponen o tienen encarpetados en proyectos de ley.
El tiempo post mensaje abre una nueva fase de una disputa terminal, hasta que hablen las calles, que se encuentran cansados con la autodestrucción, mientras que la carestía, desocupación, rebrotes de pandemia, asesinato de líderes comunales en la selva, figuran entre sus principales preocupaciones y todavía no fijan una posición frente a tanto ruido y escándalo político.