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jueves, septiembre 28, 2023

Comunicación, humildad, autocrítica e integridad

Por Claudia Arevalo

El 15 de marzo se cumple en el país un año del inicio de la primera cuarentena debida al coronavirus; y cuando pensábamos que el 2021 podría ser mejor, este ha demostrado que no nos dará tregua: tan solo en el primer trimestre, la pandemia nos ha traído nuevas variantes del virus, el destape del vacunagate, “fake news” sobre las vacunas de Synopharm, denodados impulsos al uso de la ivermectina como preventivo, una nueva cuarentena y un proceso electoral que podría poner en riesgo la lucha contra la enfermedad. Afortunadamente, no todo es oscuro, y el proceso de vacunación se abre paso exitosamente en todo el país, primero entre los trabajadores de salud de la primera línea, y desde el 8 de marzo entre las personas de la tercera edad.

En este contexto y debido principalmente a los daños colaterales del vacunagate, se presenta un escenario complicado para la comunidad científica peruana dedicada a la salud pública, no solo debido al escrutinio y cuestionamiento por la población en general, sino porque sus representantes ante los reflectores mediáticos no han cumplido su misión de manera satisfactoria. Esto puede deberse a que los científicos están acostumbrados a vivir en la sombra, en constante lucha por conseguir financiamiento, pululando entre congresos, cursos, talleres, y simposios. Entonces, estar de pronto expuestos a la mediatización ha tenido el efecto de nublar el buen juicio de algunos.

Esto debe llamarnos a la reflexión, más aún en un país como el nuestro, en donde todo puede ser usado y tergiversado para cambiar voluntades y causar caos, incluido el conocimiento; por eso es primordial para la comunidad científica dedicada a esta área -en la que me incluyo- poner sobre la mesa algunos retos impostergables.

Uno de los más urgentes es la necesidad de aprender a comunicar de manera rápida, efectiva, simple y veraz todo lo relativo a nuestros estudios, alcances y logros, así como los procesos y resultados referidos a la pandemia: pruebas diagnósticas, análisis epidemiológicos, vacunas y procesos de vacunación, entre otros.

Asimismo, debemos comprometernos a entender y mirar con humildad los cuestionamientos y dudas de la población -aún más en este contexto- y a repetir diariamente este ejercicio como si fuese un mantra de meditación; eso significa entender que no es malo decir “no sé”.

El siguiente es uno de los retos que considero más difíciles de superar, y por lo tanto uno de los más indispensables: debido a que este sector de la comunidad científica es -por así decirlo- pequeño y ciertamente cerrado, debemos trabajar rumbo a un encuentro con la realidad y hacer un ejercicio de autocrítica, entendida como una práctica sana que nos proteja de creer que  somos inmunes a los vicios de la sociedad, para que a partir de estas reflexiones podamos fortalecer nuestros procesos internos.

Debido a esta naturaleza pequeña y cerrada, y a que en algún momento todos los que pertenecemos a este grupo hemos interactuado -‘nos conocemos’, hablando coloquialmente- es necesario que podamos separar nuestras pasiones y afectos de nuestro juicio crítico hacia las faltas y actos en contra de la integridad científica y la ética, y ser capaces de admitir oportuna y claramente nuestros conflictos de interés, sean de tipo amical o laboral, y sentar una posición definida cuando se presenten situaciones como las ocurridas en el vacunagate.

Finalmente, pero no menos importante, debemos entender que nuestra posición privilegiada debida al acceso que tenemos a educación universitaria, maestrías, segundas especialidades, financiamientos extranjeros y a la acumulación de conocimiento e información, conlleva una responsabilidad importantísima hacia nuestro país y nuestros compatriotas.

Si nos comprometemos a enfrentar estos retos como comunidad sé que podremos salir airosos no solo en esta pandemia si no ante las muchas que lamentablemente están por venir; podremos alcanzar el que siempre he sentido como nuestro objetivo principal: lograr que nuestro país sea visto y apreciado por sus logros, sus avances tecnológicos y científicos, y no por escándalos, golpes de Estado o violación de derechos humanos.

 

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