Para que la reforma a la paridad y alternancia funcione hay que votar por mujeres.
Por Paula Távara
En junio del año pasado el Congreso de la República aprobó la reforma política de implementación de paridad y alternancia en las listas electorales. Con esta norma, las listas deberán estar compuesta por igual número de hombres y mujeres de manera intercalada. La elección de este 11 de abril será la primera en que podremos ver la aplicación de esta reforma, y sus efectos (o no) en el incremento del número de mujeres que se incorporen al próximo congreso.
La reforma ha sido un importante paso, y creo que ya es hora de valorar que en esta campaña electoral hayamos podido ver en los medios de comunicación una presencia constante de candidatas, pero si queremos que efectivamente sea de utilidad ahora nos toca hacer nuestra parte: votar por al menos una mujer al parlamento.
Si bien votar por mujeres no garantiza una agenda de género, “habilita al menos otro horizonte de posibilidades»[1] y, sobre todo, garantiza la voz y participación de otra forma de ver los problemas y realidades. Para que esto funcione, nos necesitamos a todas, progresistas y conservadoras, todas.
Dos experiencias históricas marcan mi afirmación: en los años 70, cuando en Estados Unidos se logró sacar adelante la mayor cantidad de aprobaciones de la Enmienda de Igualdad de Derechos, fue gracias al trabajo de las feministas del partido demócrata, como Bella Abzug y Shirley Chisholm y de las líderes del movimiento de mujeres, como Gloria Steinem; pero también de feministas republicanas como Jill Ruckelshaus, quienes se aliaron con este objetivo.
Más reciente y cercanamente está nuestra propia historia nacional. Si hoy podemos celebrar la paridad y alternancia es porque antes, en 1997 alcanzamos un primer hito: la incorporación en la l,ey electoral de una cuota de género del 25%, que el año 2000 se incrementó al 30%. Cuando esta cuota de género se aprobó en pleno Congreso de mayoría fujimorista, fue porque congresistas como Anel Towsend estuvieron dispuestas a dialogar y alcanzar acuerdos sobre ello con las mujeres fujimoristas más recalcitrantes, lideradas por Martha Chávez.
Por eso necesitamos a todas las mujeres, a las feministas, si, pero también a la candidata con 11 hijos que es la única que en campaña ha hablado de beneficios para familias numerosas, también a la que cree que el lugar de la mujer es primordialmente el de ama de casa, que puede ser una aliada en la compensación económica por labores de cuidado, a la joven que estudia y puede recuperar el proyecto de ley para crear guarderías en universidades e institutos, a la mujer loretana que sabe que en su región se encuentra el más alto índice de embarazo adolescente y a la mujer trabajadora del agro, que sabe que la ley de lactarios es obsoleta en medio de inmensos campos de cultivo.
Necesitamos mujeres afroperuanas que obliguen a hablar del racismo en los debates sobre el acoso y la violencia hacia la mujer, mujeres adultas mayores que aboguen por una reforma de las pensiones que contemple que las mujeres aportamos menos dinero y menos años a los fondos de pensiones porque dedicamos más tiempo a nuestras familias[2]. Necesitamos a las mujeres LGTBQ+, para defender juntas sus derechos de identidad y mejorar los programas de salud sexual y reproductiva que las discriminan. Sin negar la interseccionalidad de nuestra experiencia como mujeres creo necesario contar con muchas mujeres con experiencias y miradas diversas: las necesitamos a todas.
Necesitamos un Congreso que recupere su representatividad, y quizás por ello necesitamos pensar en mecanismos que nos permitan que mujeres y hombres, jóvenes y adultos mayores, población indígena y afroperuana y población sexualmente diversa se sientan representados en el Parlamento. Cuando tengamos ese amplio abanico de identidades tendremos más y más miradas a las leyes y las políticas y podremos hacerlas más inclusivas y mejores.
Para avanzar en esa dirección apostemos por votar al menos por una mujer al parlamento. Votes por el partido que votes, vota a al menos una mujer. Que la paridad y alternancia no se quede en una buena intención o en un mecanismo de visibilización, hagamos que realmente nos permita avanzar a la representación.
[1] Engler, Verónica La actualidad de las mujeres en la política latinoamericana. Revista Nueva Sociedad. Abril, 2018.
[2] Criado, Caroline. La mujer invisible. Seix Barral. 2019