Una historia del daño que nuestra clase política en América Latina ocasiona a la gente trabajadora, a los ciudadanos de buena fe, que confían hasta que el abuso y el engaño los afecta directamente.
Ese es el trasfondo de esta novela escrita, con mucha maestría y no menos humor, por el argentino Eduardo Sacheri, que mereciera el Premio Alfaguara del año 2016 y que, además, inspirara la película “La odisea de los giles”, con éxito de taquilla y crítica.
Situémonos en un pequeño pueblo a las afueras del gran Buenos Aires, en Argentina, habitado por gente mayor pero no jubilada, con ganas de seguir haciendo cosas. El pueblo se llama O´Connor, las casas son pequeñas y las calles están llenas de polvo. El ambiente es de deterioro y descuido.
Es el año 2001, momento en el que se desencadena una de las más grandes crisis a las que nos tiene acostumbrados la Argentina. Como es usual, lo político se entrevera con lo económico y la combinación produce una protesta social. El desenlace de la mezcla es que el presidente Fernando de la Rúa se ve obligado a renunciar y a partir de allí se inicia una dramática sucesión de presidentes. Ese es el contexto.
En el pueblo de O´Connor un pequeño grupo de lugareños, mientras tanto, decide incursionar en un emprendimiento empresarial: comprar la compañía avícola del pueblo, abandonada hacía una punta de años. La idea no era lucrar sino ayudar a quienes lo necesitaban en el pueblo. A pesar de las restricciones económicas derivadas de la severa crisis que se vivía, la solidaria iniciativa concita el interés de los vecinos, quienes después de hacer, todos, los esfuerzos de acuerdo a sus particulares circunstancias, logran juntar el capital necesario para llevar adelante la adquisición.
Sacheri, por cierto, quien tiene un fluido manejo del lenguaje, nos narra los pormenores del proceso recurriendo al humor en los diálogos y a una expresiva descripción de los ambientes, perfilando al mismo tiempo, con precisión y sutileza, las características de los personajes centrales de la historia: hay un viejo cascarrabias insolente, un líder innato que pierde a su mujer y se deprime para después recuperarse para atender la causa, un par de hermanos ignorantes y un joven enamoradizo que tiene planes de salir del pueblo.
Tan luego se reúne el dinero suficiente para adquirir la empresa abandonada, una comitiva del grupo lo deposita en el banco de la localidad.
Ocurre entonces lo que es habitual en nuestros países: los políticos adoptan una decisión maléfica que afecta a los inocentes ciudadanos de a pie. El gobierno en la Argentina ordena el tristemente recordado “corralito”: la prohibición de retirar del banco sumas de dinero por encima de lo que establece la ley emitida. Este suceso extraordinario e incomprensible para quien no sea Latinoamericano, en un escritor como Sacheri, antes que lágrimas y lamentos, por la vistosidad de su lenguaje, produce sonrisas y sorpresas.
La medida implicó que los amigos de O´Connor no pudiesen reiterar el capital depositado para hacer la compra de la compañía. Pero algo más, también habitual en las élites de nuestros países: el banco encontró la manera de entregar los dólares depositados a empresarios relacionados que terminarían ganando, sin hacer nada, ingentes utilidades por la diferencia de cambio. En América Latina estamos tan acostumbrados que solo el humor puede servir de medio para explicarle estas cosas a los extraños. Y Eduardo Sacheri lo logra con creces.
En efecto, el grupo de O´Connor decide hacer justicia por su propia mano. Después de averiguar los detalles del engaño, organizar una operación para ubicar el sitio donde se escondía el dinero y recuperarlo, en la pluma de Eduardo Sacheri el lector no puede dejar de reírse de cada uno de los sucesos que describe.
La participación de cada personaje, el plan que se arma, las medidas de precaución que se adoptan, así como las disparatadas circunstancias que van presentándose para conseguir la recuperación de los dólares, constituyen un amasijo de expresiones creativas de la mayor factura literaria. Sacheri se convierte entonces en un divertido contador de la historia.
No se trata de una obra política. “La noche de la Usina” es una ficción literaria alrededor de un hecho de relevancia institucional: cómo una historia anodina, encarnada en ciudadanos comunes y corrientes, no obstante el humor y la naturalidad de la vida, revela las consecuencias perversas de algunas decisiones políticas.