Mientras escribo este texto, aún no se tienen confirmados los nombres de los futuros Ministros y Ministras que acompañarán al Presidente Pedro Castillo en su gobierno. Valga la pena tal vez emplear estas últimas horas antes de tener el Gabinete definido para recordar cuáles son los roles que debe asumir un Ministro, una Ministra en un gobierno.
Vale la pena comenzar con quien asume la Presidencia del Consejo de Ministros. Según el artículo 122 de la Constitución, si bien es el Presidente de la República quien nombra a Ministros/as, la propuesta debe venir de quien asume el llamado Premierato.
Ahora, ¿cuál es el rol jurídico de un Ministro/a? Es importante recordar que, también según la Constitución (artículo 120), son nulos los actos del Presidente de la República si no tienen la llamada “refrendación ministerial”. ¿Qué quiere decir esto? Si bien el Presidente de la República tiene el máximo cargo, no responde ante el Congreso por los actos de gobierno, sino que lo hacen los Ministros y las Ministras. Y lo hacen según los actos que firman (“refrendan”), en los que tienen competencia por el sector que lideran.
Por ejemplo, ¿se aprueba una norma sobre el plan educativo para la educación presencial el próximo año? Debe refrendarla quien lidera el sector educación. Si hay preguntas del Congreso o cuestionamientos, se cita para preguntas, interpela o incluso se pide la censura de dicho Ministro o Ministra. El Presidente no puede ser acusado ni removido de su cargo, salvo por razones muy específicas, entonces la responsabilidad política la asumen los Ministros y Ministras que dan su respaldo al acto de gobierno concreto (norma o política pública). Si es una decisión que abarca las políticas centrales del gobierno, el refrendo proviene de la Presidencia del Consejo de Ministros, con las responsabilidades que ello puede generar a nivel del Gabinete. Aunque en algún momento se haya indicado lo contrario, los Presidentes no asumen responsabilidad ante el Congreso por actos de gobierno. Ese es justamente el rol de los Ministros y Ministras (valga aclarar que la vacancia no es una forma de responsabilidad política, contrario a lo que algunos afirman).
Ahora, la decisión por quién poner a cargo de un Ministerio también envía importantes mensajes, y no solo ideológicos (izquierda, derecha, centro o sus matices), sino el perfil por el que se opta (conocimiento del sector, experiencia previa en la gestión pública, figura más política), lo que va construyendo ese castillo de naipes que es un Gabinete. Al final, el rol es ser contrapeso el uno del otro, bajo el liderazgo de la Presidencia, decidiendo y ejecutando las acciones de gobierno, diseñando e implementando políticas públicas, priorizando entre lo pendiente, dentro del marco de la Constitución y la ley.
Además, el rol político ministerial va más allá. Ministros y Ministras son también voceros políticos. Explican las decisiones adoptadas, en lo ideal, de la manera más clara para que puedan ser comprendidas por toda la población. Se debe buscar no solo contar lo decidido, sino los argumentos que lo sustentan. La idea es siempre defender la institucionalidad. Procurar que aquello que se haga tenga el mejor efecto posible en beneficio del interés público y de un proyecto país, no de intereses particulares o de proyectos personales.
Un Gabinete es también representación. Preocupa que, si nos dejamos llevar por la confección de fajines, solo habría dos mujeres en el futuro Gabinete (de 19 Ministerios). Buscar que hombres y mujeres estemos presentes en igualdad de condiciones en un Consejo de Ministros no es solo simbólico, sino que permite aportar desde diferentes enfoques, más si se logra una representación diversa y plural. Limitar a las mujeres a ciertos sectores tradicionalmente (como mujer o desarrollo e inclusión social) pareciera querer circunscribirnos a determinados roles. Parte de los logros del gobierno que nos deja es haber tenido a una Presidenta del Consejo de Ministros, a una Ministra de Defensa y a diversas Ministras en cargos importantes de gobierno. Seguir esa ruta y mejorarla es todavía un reto de este y próximos gobiernos. Habrá que esperar a la designación final para ver qué tan cerca o lejos estamos de este objetivo.
No hay que olvidar también que los Ministros y Ministras son interlocutores con otras instituciones. Tendrán que establecer diálogo con el Congreso. De esta interacción y del modo como se lleve, pueden derivarse mayor o menor número de citaciones a comisiones, de interpelaciones, de censuras y cuestiones de confianza. Puede generar observación de mayor número de leyes o de más coordinación para su promulgación. Puede llevar a más o menos demandas de inconstitucionalidad por leyes contrarias a la Constitución. Puede dirigirnos en escenarios extremos a intentos -próximos o tardíos- de vacancias presidenciales y disoluciones congresales. Los últimos cinco años nos hacen pensar que esta interrelación es determinante para la gobernabilidad del país y para la tranquilidad de la ciudadanía.
Los/as designados/as en las carteras ministeriales serán quienes dirigirán el gobierno que empieza bajo el liderazgo presidencial. Ojalá que se sea consciente que ser el Gobierno del Bicentenario exige un enorme compromiso, para reconocer lo avanzado, pero sobre todo trabajar en lo pendiente, en beneficio de los peruanos y peruanas. Dejar el mito del crecimiento económico como meta prioritaria y suficiente, proteger de manera efectiva los derechos básicos (como trabajo, salud o educación), independientemente de donde se viva o la condición socioeconómica. Consolidar la democracia y fortalecer la institucionalidad. Construir una sociedad que reconozca a cada persona, respetando nuestra diversidad, proscribiendo discriminación de cualquier tipo. Nos tocará, como ciudadanía, vigilar y también contribuir en la construcción de este país que queremos.