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jueves, abril 18, 2024

Vacuna contra la desinformación

¿Qué consecuencias traen consigo las campañas de desinformación acerca de las vacunas, o comisiones investigadoras de dióxido de cloro, sobre el proceso de vacunación en la región? Aunque parezcan procesos separados, tienen conexión; un avance sin control de la posverdad , que ha sido alimentada por noticias falsas o “fake news” a través de plataformas digitales o formales: canales de YouTube que promueven la ivermectina o el dióxido de cloro; podcasts hablando del veneno y conspiraciones que traen consigo las vacunas, o su manipulación de ADN o la introducción de un chip 5G; y medios de comunicación masivos, como canales de televisión que permiten y animan la difusión de estos contenidos.

Sí, parece gracioso y hasta ridículo para algunos de nosotros, y sin embargo estos conceptos y posverdades han comenzado a esparcirse por el mundo, como un reguero de pólvora que si se enciende, es casi seguro que van a causar un gran incendio.

En Perú, la desinformación ha causado que un sector de la población rechace tajantemente la vacuna de Sinopharm, no solo debido al escándalo político, sino a una campaña de desinformación continua y sistemática, encabezada por un canal en específico (WILLAX), sobre la vacuna procedente de la China; esto ha sido permitido, por otro lado, por una débil respuesta de parte del gobierno, causada principalmente por la gran falencia en el recojo y limpieza de los datos sobre infecciones y vacunaciones de entidades como el INS y el CDC dentro del Ministerio de Salud y los gobiernos regionales, ocasionada principalmente por una plataforma obsoleta, desconectada y completamente centralizada.

Ante estas falencias otro poder del Estado, el siempre ponderado Legislativo, en lugar de ocuparse en estos temas y dar recomendaciones al gobierno central para la mejora de estos sistemas, crea una comisión investigadora acerca del beneficio o perjuicio del dióxido de cloro, gastando miles de soles del dinero de todos los peruanos, y llegando a conclusiones ridículas y ambiguas sin ninguna validez: ya existe un informe del INS de julio del 2020 sobre la inefectividad del dióxido de cloro contra el COVID-19. ¿Cuál fue el verdadero objetivo de esta comisión entonces? Evitar que los doctores que hayan recetado este elemento sean sancionados por el Colegio Médico del Perú.

Las campañas de desinformación se combaten con información certera, con evidencia científica manejada de manera coherente por las autoridades, y con la implementación de estrategias de comunicación diferenciada por cada sector de la población, que haga que esta llegue a todos los rincones del país desde el gobierno; así los peruanos sentirán que el gobierno no funciona solo para Lima, sino para todo el Perú. Esta ha sido nuestra gran falencia: todos los días escuchamos declaraciones del tipo: “no quiero recibir la vacuna china porque es agua destilada y solo se la dan a los pobres”, “ las vacunas no sirven y lo único que están haciendo es negocio”, “los médicos están muriendo, y es por culpa de la vacuna china”.

Todas estas frases parecen ridículas y faltas de criterio, pero ejemplifican lo mal que hemos abordado las tareas de comunicación para promover la vacunación y todo lo relacionado al combate de la pandemia.

Si con el sistema de salud hiper fragmentado que tenemos ya se diluyen las decisiones fundamentales y en las regiones este problema se acrecienta aun mas, ¿que estamos esperando para modificar esto de una vez?

¿Qué estamos esperando para lanzar una gran campaña a nivel nacional que combata la desinformación con evidencias científicas mañana, tarde y noche? No cualquier campaña, sino una que capture la atención de la gente hacia los puntos fuertes del proceso de vacunaciones, con incentivos no monetarios pero sí emocionales. ¿Estamos esperando no tener la cobertura deseada y que el virus se siga propagando y mutando?

Es tiempo de hacer un cambio; hemos aprendido que la visión de una campaña de comunicación bien estructurada necesita la actuación no solo del sector salud, si no de todas las áreas de las ciencias sociales, desde comunicadores/as hasta sociólogos/as, pasando por los grupos científicos que utilizan métodos mixtos y saben cuales son las principales barreras de acceso a los sistemas de salud de parte de la población; necesitamos un Estado fuerte que sancione cuando sea debido y al que no le tiemble la mano ante las faltas de ética y manipulación de la información; un Estado que haga al país confiar en que podremos salir de esta situación tan crítica.

Y si el Estado no produce este cambio, es tiempo de que la sociedad civil comience a actuar, y me refiero a todos: científicos, comunicadores, personal sanitario, fuerzas de seguridad: TODOS los profesionales que podamos aportar para lograr este objetivo que no servirá solo durante esta pandemia, sino para afrontar los retos de salud de los años venideros en todos los ámbitos y programas.

 

 

 

 

 

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