Este parte de guerra, surge como inquietud y preocupación de oficiales y tropas, acerca de informaciones preocupantes y desmoralizantes por el que atraviesa nuestro país; no son simples especulaciones lo que señalamos, es el retrato vivo pronunciado y ratificado por los nuevos reclutas del terruño, que llegan al campo de batalla con abundante notificación extraña y contradictoria.
Mientras los peruanos, afrontamos los rigores directos de las armas en el desierto, conocemos de fuente directa, que el eterno conflicto de la guerra política y civil prosigue y enerva, hecho que paraliza hace décadas al país en disputas internas e interminables, que a la larga espolearan y detonaran otros conflictos desconocidos y que son sutilmente escondidos a los compatriotas; este juego de tronos y disputas del poder, es un desangramiento que tendrá graves consecuencias en el desarrollo del actual teatro de operaciones.
Conocemos por la Academia Militar, que en términos estratégicos la guerra política y económica, corren paralelas a la disputa militar con el enemigo y en la propia correlación interna de fuerzas, la relación y la construcción de aliados externos e internacionales; estamos desconcertados con la ausencia de posiciones y estrategias respecto a la continuidad de la guerra en los escenarios económicos y sociales.
Estamos en una despreciable guerra externa contra la patria y somos enterados que una guerra interna germina, subrepticia y silenciosamente contra nuestras entrañas y sangre, una división nacional y los eternos golpes de Estado nos llevarán a una virtual derrota por delante.
En menos de tres décadas, hemos pasado de la guerra colonial que pretendió recuperar España, ocupando las islas en el litoral peruano, a la actual guerra por el salitre que ambiciona y financia el Imperio Inglés, armando y entrenando a las tropas chilenas, para arrebatarnos nuestros legítimos territorios, que pertenecen a Bolivia y Perú, en Atacama y Tarapacá.
Mientras que hay una surtida logística inglesa con barcos, armas, artillería, todo financiado para la conflagración a los chilenos; desde la parte peruana el manejo de la economía, es de una terrible explotación y saqueo al pueblo peruano, que agravia nuestras conciencias por el alto grado de corruptela nacional, regional y local.
Nuestros adoloridos cuerpos, tienen que soportar las ingratas noticias como la del 12 de diciembre de 1,879, anunciando el viaje del Presidente del Perú Don Mariano Ignacio Prado, que abandona el país llevando millones de soles en sus alforjas, recaudados con las erogaciones y tributos de los peruanos, así como aportes de dinero y joyas de las familias peruanas, bajo el pretexto de comprar armas en Francia. Es difícil entender que un padre de la patria, deje en el abandono a sus hijos en pleno conflicto, conducta imposible de explicarse hasta en los animales irracionales.
Pareciera que se viene configurando una felonía y traición, con lo cual la muchedumbre despertara a la realidad, saliendo de la ceguera difundida en los libelos y panfletos de turno desde Lima, para reclamar los auténticos derechos nacionales y sociales.
Todo parece indicar que el viaje en realidad es una fuga de un plan premeditado, que busca ocultar sus conocidos y oscuros negocios con los chilenos en plena guerra y su absoluta irresponsabilidad como gobernante, en haber llevado a la derrota a nuestra Marina del Perú, que culminó con el hundimiento del Monitor Huáscar y el sacrificio de Miguel Grau, este cercano 8 de octubre de 1,879.
Meses antes de su sacrificio, hemos tenido oportunidad de hablar con el Almirante Miguel Grau, directamente el prevenía que estas batallas navales estaban perdidas, que sus mayores esfuerzos eran prolongar y frenar la ofensiva invasora, para ganar tiempo frente al desembarco en territorios de la patria; ahora como lo hemos comprobado con nuestra estadía por estos lares, la realidad demuestra que hay una superioridad en flota y barcos de la contra parte chilena, preparada anticipadamente por la Armada Real Inglesa, frente a una disoluta conducta de nuestros fracasados gobernantes nacionales en todas estas últimas décadas, incapaces de adquirir una flota de guerra moderna para el país.
Más preocupante todavía, es la anunciada llegada de Don Nicolás de Piérola a reclamar la Presidencia de la República, cuando en los intermedios del campo de batalla, desde la parte enemiga con sorna y desprecio, señalan que se trata de otro siniestro personaje implicado en empresas y negocios con el mismo gobierno y grupos económicos poderosos chilenos, en todo el tiempo en que estuvo como refugiado político, en la misma capital del enemigo, elogiado y aclamado por los dueños de Chile.
Varios de los oficiales hemos enfrentado en armas, las diversas asonadas que ha lanzado el actual aventurero, en su ambición por conquistar el poder por la vía de la fuerza, para proteger y ampliar sus intereses en el país y sus socios chilenos. No hay explicación o justificación alguna que pueda disipar la preocupación que emitimos, lo hacemos como compatriotas sinceros y dejar constancia al peligroso escenario al que confluimos y marchamos.