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domingo, septiembre 8, 2024

Reactivos

A dos semanas de la juramentación del presidente de la República, Pedro Castillo, y de la instalación del Congreso, los actores políticos suman a la dinámica de confrontación una falta de iniciativa que no corresponde al contexto de emergencia sanitaria y desconfianza en las instituciones democráticas.

 

Del gobierno del presidente Castillo, cuya campaña electoral y su primer mensaje a la Nación estuvieron marcados por la promesa de cambio unas veces más radical que otras, se hubiera esperado la pronta puesta en marcha de programas y políticas que lo diferencien de Kuczynski, Vizcarra y Sagasti, los tres expresidentes de los últimos cinco años.

 

Castillo y Guido Bellido –su cuestionado presidente del consejo de ministros- han dedicado sus días a defenderse de sus propios errores políticos, a corregir nombramientos irregulares hechos por ellos mismos en cargos de alto nivel y a lidiar con la presencia de Vladimir Cerrón, el secretario general del partido Perú Libre condenado por corrupción. Lidiar es un decir, pues, aunque Cerrón disputa protagonismo al presidente Castillo, cada vez somos más quienes pensamos que juegan en pared, con la asistencia de Bellido, Bermejo y algunos otros.

 

En el Congreso la situación no es mejor. Acabo de revisar su portal institucional y no encuentro un solo proyecto de ley presentado, ni por el Poder Ejecutivo ni por ninguna de las bancadas. No es que extrañe una lluvia de proyectos, pero fueron tantos los anuncios en campaña que resulta lógico esperar alguna iniciativa legislativa de transcendencia.

 

La presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, de Acción Popular, tiene experiencia en la labor parlamentaria, por lo que sorprende que hasta el momento no haya presentado una agenda que dé luces sobre las prioridades de su gestión. Más aún, la junta de portavoces y el Pleno del Congreso han dado el primer paso en el cuadro de comisiones –el número de integrantes de cada una de éstas- sin una agenda que justifique dicho acuerdo; se ha cumplido con una formalidad, pero sin mostrar cambio ni proactividad.

 

Algunos grupos parlamentarios se han manifestado de forma reactiva pidiendo, por ejemplo, la presencia del presidente del consejo de ministros ante el Pleno para que explique la designación de algunos ministros, o anunciando que no acudirán a la cita con Bellido por los serios y fundamentados cuestionamientos respecto de su postura frente al terrorismo. Son los casos de Renovación Popular y Fuerza Popular, respectivamente.

 

La designación de funcionarios de confianza que no cumplen con los perfiles requeridos en algunos ministerios, especialmente en el de transportes y comunicaciones, ha motivado la reacción de una parte de la prensa, de algunos parlamentarios, así como de la Contraloría General de la República y de SERVIR. Parece haber quedado al descubierto una pretensión del gobierno de Castillo por copar algunos sectores con personajes afines a Perú Libre que no reúnen los méritos profesionales establecidos para dichos puestos.

 

La respuesta del presidente del consejo de ministros a la prensa ¿Es que acaso no recuerdan qué partido ha ganado la elección? parece un indicativo de que el copamiento es una intención clara de la que –por ahora- sólo se librarían ministerios como los de economía, justicia, salud y educación, encabezados por profesionales con destacada experiencia y perfiles propios y fuertes.

 

Restan dos semanas para que el gabinete Bellido se presente ante el Congreso a exponer sus lineamientos de gobierno y solicitar la confianza de los grupos parlamentarios. Es previsible que las bancadas de Perú Libre y su aliada Juntos por el Perú voten a favor. Intuyo que Renovación Popular votará en contra y será difícil que Fuerza Popular no haga lo mismo, pues incluso la abstención será un costo muy alto frente a su electorado. Los tres congresistas del Partido Morado  parecen inclinarse por no dar la confianza. En el resto –Acción Popular, Alianza para el Progreso, Podemos, Avanza País y Somos Perú- la abstención podría ser una opción. Bellido obtendría una “aprobación pírrica”.

 

El temor a jugarse la “bala de plata” del voto en contra es muy alto debido a que –según el cálculo de algunos- Castillo iría rápidamente por una segunda cuestión de confianza buscando que también le sea negada para, de esta manera, quedar habilitado a disolver el Congreso y convocar nuevas elecciones parlamentarias; una jugada muy arriesgada, pues nada garantiza que la composición del Congreso cambie significativamente. Es más, no falta quienes advierten una posible vacancia presidencial antes de que Castillo opte por la disolución.

 

Así pues, los actores políticos se mueven por ahora en un juego de posiciones bastante limitado y fundamentalmente reactivo, un juego en el que todos temen perder. Alguien tendría que dar el paso hacia la iniciativa para salir de esta estéril situación.

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