Mientras que en la Unión Europea se ha comenzado a implementar un pase digital sanitario para ciertos lugares de recreación y para los medios de trasporte, en muchos países -por ejemplo, el nuestro- a pesar del buen ritmo, la vacunación aun no alcanza la velocidad deseada para obtener una cobertura adecuada; a esto se suma el rechazo de un sector de la población a las vacunas del laboratorio Sinopharm.
Sin embargo, estas aristas dejan entrever, en el contexto, una sociedad desigual y a veces superflua; la existencia de personas que rechazan la vacuna “china” con argumentos como: “no podré viajar a Europa o a Estados Unidos”, “esa vacuna esta hecha por chinos y todo lo chino es malo”, “esas son vacunas para pobres y solo se las buenas se quedan en Lima”; o afirmaciones más concretas y solidas como: “Vizcarra se vacunó con Pfizer después de haber recibido 3 dosis de la china, seguro es porque no sirve”, “la vacuna no ha sido aprobada para su compra por la FDA de Estados Unidos”…
Podríamos enumerar muchos más argumentos como esos.
En este contexto complejo, el viernes último el presidente Castillo y su esposa, la profesora Lilia Paredes, fueron inoculados con la vacuna Sinopharm, como muestra de confianza en todas las vacunas y el programa de vacunación en sí mismo; un símbolo poderosísimo de los que creo debería haber muchos más.
Desde hace unos años, aflora en todo el planeta un concepto denominado “vaccine hesitancy” que podríamos traducir al español como reticencia vacunal, y que ha sido estudiado por el Consejo Estratégico de Expertos de la OMS, o SAGE, por sus siglas en inglés. Uno de los modelos que ayuda a entenderlo, es el de las 3C: Complacencia, Confianza y Conveniencia, que están relacionadas a un proceso de decisión personal basado en esos tres conceptos, cada uno de los cuales abarca un aspecto de nuestro entorno, que pueden estar influenciados por muchos factores.
Por ejemplo: Confianza explícitamente se refiere a eso: a la confianza en la efectividad y seguridad de las vacunas, en el sistema que las distribuye, y en las autoridades y los servicios de salud.
Este punto, creo yo, es clave en el rechazo a la vacuna de Sinopharm en nuestro país, que incluye elementos como el #vacunagate, los pedidos del Colegio Médico de terceras dosis, y la vacunación con la vacuna de Pfizer a 50 personas -que ya habían sido inoculadas con Sinopharm- entre ellas el ex presidente Vizcarra; esto ha completado el círculo de desconfianza para un sector importante de la población, concentrado principalmente en Lima y en algunas urbes, que se resiste a recibir dicha vacuna.
Siendo el de Sinopharm uno de los lotes más grandes ya adquiridos por el Estado peruano, y teniendo la logística adecuada para países como el nuestro -con zonas rurales alejadas, de difícil acceso y muchas regiones sin la capacidad logística para recibir Pfizer- es lógico que esta vacuna se haya comenzado a usar para la vacunación de grupos etarios menores de 40 años, para los cuales está demostrada su eficacia y seguridad; debemos apuntar que, según los últimos estudios presentados a la OMS, esta vacuna tiene una eficacia del 79%, y en un reciente estudio sobre casos reales realizado en Argentina , su efectividad llegaría hasta un 84% para evitar enfermedad grave y hospitalización; por eso el Estado argentino se prepara para la compra de un lote de aproximadamente 24 millones de dosis.
Es cierto: todavía no se dan a conocer los resultados del ensayo de Fase III de Cayetano Heredia en nuestro país; aun así, no podemos negar la existencia de evidencia de otros lugares que aportan información importante para la confianza en esta vacuna. Espero que con el pasar de los días podamos ver que el rechazo a la vacunación con Sinopharm va desapareciendo, pues la necesitamos para completar una campaña que hasta el momento está resultando exitosa; necesitamos esa vacunación para poder retornar a una calma mas o menos estable, y reactivar el país, después de tanto dolor.
Se lo debemos a los 195 mil peruanos fallecidos.
No hay vacuna mala, TODAS son efectivas. Si antes no preguntábamos de que estaban hechas o de donde provenían las vacunas que nos poníamos, o le poníamos a nuestros hijos, y existen pruebas más que suficientes para asegurar que salvan vidas, entonces AHORA que tenemos más pruebas y más conocimiento para afirmarlo, apoyemos la vacunación; incentivémosla, sea con la vacuna que sea: es lo único que nos hará salir de esta pandemia, lo único que nos devolverá nuestra vida.
¡Vacúnate, porque las vacunas salvan vidas!