El domingo 26 de setiembre se llevarán a cabo las elecciones federales en Alemania. Angela Merkel dejará el cargo de Canciller luego de casi dieciséis años en los cuales su liderazgo ha sido admirable, aunque evidentemente no exento de polémica. Durante su mandato, se ha enfrentado con problemas de gran complejidad como la crisis de la deuda en la zona euro, la llegada de una cantidad importante de refugiados a Europa en el año 2015, el brexit, las tensiones con el expresidente Trump y, más recientemente, la gestión de la pandemia de Covid-19 y la evacuación de personal militar y civil de Afganistán. En las últimas semanas, varios medios de comunicación han resumido y analizado su legado. En la columna de hoy, me propongo brindar algunos alcances acerca de qué podemos esperar después de las elecciones.
Termina una era y abundan los desafíos, tanto internos como internacionales. En el plano electoral, las encuestas de intención de voto no ofrecen un panorama halagador para la CDU/CSU (alianza conformada por dos partidos demócrata cristianos: la CDU, que opera a nivel de todo el territorio alemán con excepción de Baviera, y la CSU, que opera solo en Baviera). Según una encuesta publicada por ZDF el 17 de setiembre, el SPD (partido socialdemócrata) es el partido que acumula el mayor porcentaje de intención de voto (25%). La CDU/CSU se encuentra en segundo lugar con 22% y Los Verdes ocupa el tercer lugar con 15%. De manera similar, una encuesta publicada por Der Spiegel en la misma fecha muestra 26% de intención de voto para el SPD, 22% para la CDU/CSU y 16% para Los Verdes. Ello evidencia un declive en la preferencia de los electores por la CDU/CSU, pues en las elecciones del año 2017 dicha alianza obtuvo el 33% de los votos, frente al 20.5% correspondiente a su principal competidor, el SPD. Asimismo, dado que el atractivo personal de Merkel es difícil de sustituir, la CDU/CSU enfrenta un serio problema de aprobación personal de su candidato. Olaf Scholz (SPD) cuenta con un 48% de aprobación personal en la encuesta de ZDF, lo cual casi duplica la intención de voto de su partido, mientras que la aprobación personal de Armin Laschet (CDU) se mantiene en un modesto 22%.
Tras las elecciones, vendrá el reto de formar un nuevo gobierno y es muy probable que este sea de coalición. Según la encuesta de ZDF citada anteriormente, la opción que recibe más apoyos es una coalición entre el SPD y Los Verdes, lo cual configuraría un gobierno de tendencia progresista. El ascenso de Los Verdes se entiende dentro de un contexto de intensificación de la preocupación ciudadana por el cambio climático, pues tanto a nivel europeo como a nivel nacional la opinión pública identifica dicho tema como primera prioridad política, por delante de la recuperación post-pandemia y de algunos asuntos sociales como la lucha contra la pobreza y la política migratoria. En vista de ello, es muy probable que el tema de la sostenibilidad continúe presente en los debates políticos internos e influya en la agenda de la cooperación internacional que brinda Alemania. Asimismo, un gobierno integrado por Los Verdes posiblemente se inclinaría hacia soluciones ambiciosas y reformas lideradas por el Estado, en contraste con las propuestas menos prohibicionistas y más centradas en la innovación que ha planteado el partido liberal FDP a lo largo de la campaña.
Finalmente, en el plano internacional, abundan los retos tanto para el nuevo gobierno que surja de estas elecciones como para la CDU/CSU como fuerza política, independientemente de su resultado electoral. En el primer caso, una de las preocupaciones principales gira en torno al liderazgo alemán en Europa. Años después de la polémica sobre un posible exceso de liderazgo alemán durante las negociaciones de la deuda de Grecia, está surgiendo entre los vecinos de Alemania una corriente de opinión que demanda la continuidad de dicho liderazgo en base al argumento de que una Alemania potente política y económicamente podría fortalecer al conjunto de la Unión Europea en medio de un orden internacional tan incierto como el actual. Particularmente, algunas fuentes periodísticas en lengua francesa como Les Echos y Le Temps coinciden en señalar que Alemania debe continuar ejerciendo un rol internacional activo en lugar de convertirse en una “gran Suiza” estable pero poco interventora y replegada hacia el interior. La cuestión del liderazgo alemán en Europa y a nivel global, con todas las implicancias políticas, económicas e incluso históricas que trae consigo, será un punto ineludible para el nuevo gobierno. Asimismo, la CDU/CSU como fuerza política, independientemente de su resultado electoral, continuará enfrentándose al reto de construir una alternativa confiable de centro-derecha frente a la emergencia de opciones nacionalistas como el partido Alternativa para Alemania (AfD), el cual cuenta con alrededor de 11% de la intención de voto. Este reto no es exclusivo de la CDU/CSU; es un desafío compartido entre los diversos partidos miembros del Grupo del Partido Popular Europeo que los enfrenta a la necesidad de renovarse, repensar sus liderazgos y comunicar sus mensajes de una manera más efectiva.